El tramo de Flammarión que, paralelo a una vía, se extiende entre Uriburu y Lamadrid, se recorre por calle de tierra. A un lado de la arteria se levantan varias torres de departamentos de ladrillos vistos. Al otro, un entramado de precarias casitas que, entre material y chapas, definen el paisaje junto a niños, perros y gatos que recorren el lugar mientras de alguna ventana se oye música a volumen alto. Ayer, a esa panorámica se le sumaron varias dotaciones de la Policía provincial y gendarmes que, por orden de la Justicia, allanaron al menos diez viviendas en esa zona en busca de elementos que lleven a esclarecer el homicidio de Alberto Santiago Fernández, de 38 años, asesinado el 12 de abril último en ese mismo sector. Por el crimen, hace tres días fue apresado un muchacho de 19 años que, en una audiencia, quedó imputado del homicidio.
Ayer al mediodía, unos 120 efectivos de la Unidad Regional II arribaron a la zona sudoeste para cumplir con varias órdenes de allanamiento. A ellos se sumaron unos 200 miembros de Gendarmería Nacional, cuyas órdenes eran custodiar el perímetro de la villa de emergencias que se levanta por Flammarión a la altura del 5000 sobre la mano impar, para que los uniformados locales pudieran llevar a cabo el procedimiento. El objetivo del operativo era recolectar elementos que puedan interesar a la causa que se abrió tras el homicidio de Alberto Santiago Fernández, un hombre de 38 años que vivía en la zona y que el 12 de abril pasado fue asesinado de dos balazos, explicaron fuentes de la investigación.
La muerte de Fernández fue confusa. Esa noche, había salido de su casa de Flammarión al 5100 para ir hasta un quiosco ubicado apenas a media cuadra, en el cruce con Lamadrid. Cuando llegó, otro cliente terminaba de pagar lo que había comprado, por lo que se puso detrás de él en la fila. Fue en ese momento cuando frenó un automóvil desde el que se efectuaron varios disparos, dos de los cuales impactaron en el pecho y el brazo de Fernández. Antes de morir en un hospital, la víctima llegó a decir que los plomos no estaban dirigidos hacia él, sino el otro cliente del quiosco.
El jueves último, en esa misma esquina, cayó un pibe de 19 años identificado como Jonathan G. y sospechado de haber efectuado los disparos. Anteayer, durante una audiencia en Tribunales, el fiscal Ademar Bianchini le adjudicó los delitos de “homicidio agravado por el uso de arma de fuego”, “doble tentativa de homicidio” y “portación de arma de guerra”. De acuerdo con el representante del Ministerio de la Acusación, el asesinato de Fernández fue el “foco inicial”, porque además existen “otras causas vinculadas con el mismo autor”. Lo llamativo es que el muchacho cayó preso justo en la esquina en la que Fernández había sido asesinado, en la misma zona donde ayer se desplegó el operativo policial.
Amparados en el secreto de sumario, los voceros de la pesquisa no precisaron la cantidad de viviendas allanadas ni lo que buscaban durante el operativo. “Se secuestraron elementos de interés para la causa”, explicó escueta una alta fuente de la investigación. En este sentido, dijeron que el resultado del procedimiento fue el de “varias” personas demoradas, dos armas de fuego secuestradas y que, además, se desbarató un desarmadero donde había partes de unas 20 motocicletas y fue apresado un menor de edad.