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Humor contra precios: si no se puede comer, al menos se puede simular ostentación carnívora

Los dueños de un autoservicio de Neuquén asumieron con ironía los precios por las nubes de los cortes vacunos. Los aumentos no cesan pese a la suspensión de exportaciones. Detrás, un gran negocio con ganancias ilícitas que presionan sobre el mercado interno

El Autoservicio Alto Valle está ubicado en la esquina de las calles San Martín y Bejarano, a pocas cuadras de la terminal de ómnibus de la ciudad de Neuquén. Uno más de tantos, pero con el humor trascendió la provincia: un cartel en la vereda alude a los exorbitantes precios de la carne vacuna con ironía. «Alquilo costillar para selfie» y «Comer carne no es un pecado, es un milagro», son algunos de los textos que se reprodujeron en redes sociales.

«La idea es sacarle una sonrisa a la gente», explicó Franco Kette, encargado de la carnicería del local y también hijo del dueño.

Cada uno de los ingeniosos carteles, explicó el joven, permanecen en la puerta del autoservicio un tiempo dependiente de la repercusión entre los caminantes y clientes y su reproducción en posteos de internet. «Un mes o dos», dura cada uno, tiempo suficiente para imaginar sus reemplazos.


Si lo de las selfies es broma, los carteles tientan. Kette contó que los clientes suelen tomarle fotos junto a los textos para compartirlos en sus perfiles de redes sociales.

«Con la compra de un 1kg o más de carne te regalamos una selfie con el carnicero que vos quieras», fue unos de los primeros mensajes del local.

Arrancaron días antes de las Pascuas. «Alto Valle: Coman carne en Semana Santa que ya no es un pecado, es un ¡milagro!», fue uno de los primeros escritos en las pizarras de Alto Valle.

Una de las ocurrencias que más gustó es la que reza «Alquilo costillar para selfie. Una persona, 200 pesos, hasta 6 amigos, 600».

Las maniobras

Durante 2020, la carne vacuna fue uno de los alimentos que registró mayor suba en sus precios: el 75%. Lo mismno ocurre en lo que va de este año. Varios sondeos independientes coinciden en que el consumo de los cortes cayó a 41 kilos por año por habitante, uno de sus mínimos históricos en la Argentina.

Ante eso, el gobierno nacional decidió suspender las exportaciones de carne, una medida controvertida en cuanto a sus efectos sobre el mostrador pero que también tiene por objetivo abrir un paréntesis temporal para investigar maniobras en las ventas externas que, sospechan los funcionarios, quitan ingresos tributarios y empujan los valores al consumidor interno.

Por medio de la Resolución General 4998, el Ejecutivo actualizó los valores referenciales fijados en enero por la Aduana para cortes como bola de lomo, asado, cuartos trasero y delantero, entre otros cuyos destinos son China, Japón, Hong Kong, Tailandia, Corea del Sur, Filipinas y Taiwán.

Los valores de referencia son un instrumento que había sido desarticulado durante el gobierno de Cambiemos, desmontando más de 1.100 productos específicos con valores referenciales de casi 900 posiciones arancelarias que había en diciembre de 2015.

El gobierno investiga una maniobra por la cual algunos frigoríficos y empresas «fantasma» utilizan el mercado cambiario del «contado con liqui» para evitar la liquidación de divisas y subfacturan exportaciones de carne.

Se trata de artilugios que, según la investigación preliminar, terminan encareciendo el precio del asado y de los demás cortes «populares» que se venden en carnicerías y supermercados.

«Hay algunos sectores que están presionando la demanda, haciendo un negocio de exportación, hacen el rulo ganadero: compran ganado, faenan, exportan y en algunos casos no liquidan, se quedan con las divisas en el exterior y después liquidan en el mercado paralelo», explicó el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.

Para el oficialismo, esto es posible tras el desmantelamiento de instrumentos de control en las exportaciones de carne. «A muchas empresas se le simplificó la cantidad de trámites, pero también les allanó el camino a operadores truchos», explicaron fuentes oficiales.

Junto a ello, agregaron, se armaron empresas «fantasma» que aprovechan la brecha entre las cotizaciones del «contado con liqui» y del tipo de cambio «oficial».

Se trata de firmas insolventes, algunas con domicilio comercial en la Villa porteña 1-11-14, que realizaron operaciones de exportación de carnes a China y obtenían u amplio margen de ganancias extras al ingresar los dólares de las ventas fuera de los canales legales, por el «contado con liqui». El correlato es que, estos márgenes, les permiten pagar más caras las vacas, compitiendo deslealmente con el resto de los exportadores y presionando los precios internos.

De Uruguay a China

«Algunos exportadores creaban una empresa fantasma en Uruguay a la que le vendían la carne a China subfacturada. Desde Uruguay le vendían a China al precio completo, y esa diferencia que quedaba en Uruguay entraba al tipo de cambio blue. La carne que se exporta a China se vende a 4.400 dólares la tonelada. Mediante el mecanismo de triangulación vía Uruguay, se le facturaba a la empresa uruguaya a 3.400 la tonelada. La empresa «fantasma» uruguaya la facturaba a China al precio real. Así, por cada tonelada exportada, estos operadores se quedaban con 1.000 dólares por tonelada en Uruguay, que ingresaban a la Argentina a través del contado con liqui o el dólar MEP. Esto les reportaba una ganancia extra ilícita extra de 80.000 pesos por tonelada, o 2 millones de pesos por container».

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