Esta columna comenzará con una sentencia que por arbitraria que pueda parecer, no dejará de estar fundada en argumentos que van más allá de un gusto futbolístico, en este caso de quien escribe. Icardi debe estar en la selección. Su hora llegó.
Hace unos días Edgardo Bauza dio la lista de convocados para los partidos por Eliminatorias ante Perú y Paraguay del mes de octubre y su nombre sigue sin aparecer entre los citados. Desde lo futbolístico resulta cada vez más extraña la ausencia de Mauro Icardi en el seleccionado nacional. Si es cierto el rumor que su ausencia se debe a algún motivo extrafutbolístico por supuestos famosos “códigos” del fútbol, son los propios futbolistas los que muchas veces los tiran por el aire y rompen en mil pedazos con acciones dentro y fuera de la cancha que en muchos otros parecen pasar desapercibidos. Pero como eso por el momento, porque nadie ha dicho nada al respecto, es solo especulación, deberá quedar dentro de ese contexto.
Desde estas líneas se afirma que la presencia de Icardi en la selección ya no puede demorarse más por sus cualidades futbolísticas. Cuando el martes 15 de octubre de 2013, en realidad días antes una vez confirmada la baja de Messi por lesión y su llamado a la convocatoria, Alejandro Sabella (por entonces técnico nacional) decidió hacerlo debutar en el seleccionado mayor ante Uruguay en el Centenario ingresando a los 80’ por Augusto Fernández, el mundo futbolero festejó que se estaba “blindando” al delantero del futuro.
Por aquellos días, con solo 20 años, Italia ya había intentado seducirlo para que se ponga la Azzurra algo que el propio Icardi desechó de plano: “No fue difícil decidir entre mi país e Italia, porque soy argentino”, dijo más de una vez.
Aquel llamado al seleccionado servía para “enterrar” cualquier intención italiana de volver a la carga por la joya que meses antes el Inter había adquirido desembolsando 13 millones de euros por su pase luego que en la temporada 2012/13 (10 goles en 31 partidos) ya insinuara su potencial con la camiseta de la Sampdoria.
Desde su llegada al Nerazzurri su crecimiento futbolístico fue tan exponencial como su presencia mediática. Quizás eso moleste, pero en definitiva lo que cuenta es lo que hace dentro del campo y no fuera. Y en el rectángulo de juego, Mauro Icardi es un delantero como hoy no tiene el fútbol argentino y su techo parece aún muy lejos.
Luego de una primera temporada de adaptación (la 2013/14 con 9 goles) llegó su explosión. En la 2014/15 con 22 goles en 36 partidos (siempre refiriéndonos a su actuación en la liga italiana) se convirtió en el goleador del Calcio con apenas 21 años. Para la 2015/16 y bajo la “tutela” del vicepresidente del club y uno de los nombres más representativos del fútbol argentino de las últimas dos décadas como Javier Zanetti, el rosarino se transformó en el capitán del Inter. Pero además siguió respondiendo en la cancha: con 16 goles en 33 partidos, máximo anotador de su equipo por si hace falta aclararlo, fue el cuarto goleador de la temporada.
Esa actualidad ya desde hace un tiempo amerita alguna convocatoria al seleccionado. Ni Sabella volvió a llamarlo luego de aquel “blindaje”, ni Martino en un año y medio le dio una chance (más allá de su figuración en una pre-lista para los Juegos Olímpicos que finalmente el Tata no dirigió), ni Bauza por ahora parece tenerlo en su “radar”.
Claro que si aquellas temporadas ya “pedían” por un llamado, el arranque de la 2016/17 prácticamente lo “obliga”. En los primeros cuatro partidos de liga el Inter anotó 5 goles, Icardi marcó 4 y asistió en el restante. Venció después de casi cinco años en un clásico a la Juventus y el rosarino fue el máximo responsable de ello.
Si uno repasa los últimos veinte años de selección nacional en el puesto de 9, rápidamente encontrará a dos referentes de la historia albiceleste: Gabriel Omar Batistuta y Hernán Crespo. Uno, el primero, un animal de área que vivía por y para el gol. El otro, el segundo, goleador fino que podía asociarse al juego de equipo y dejar su espacio en el área para que algún compañero lo capitalizara. Pues bien, Icardi combina a los dos y por eso se afirma que no hay otro como él en el fútbol argentino hoy en día.
Dentro del área sabe todo. Cabecea; define de derecha y zurda; utiliza su cuerpo para ganar su lugar; es intuitivo. Un goleador de raza. Fuera de ella si bien nunca tendrá la finaza de movimientos que poseía Crespo, por su contextura física, no es ningún negado con la pelota; es inteligente para habilitar a compañeros (en el clásico del domingo ante la Juve hay dos jugadas en el complemento que reflejan ello: una exquisita habilitación a Candreva y la asistencia para el gol de Perisic) y hasta llegado el caso puede ir por el costado para enviar el centro a quien ingrese al área.
La selección argentina necesita una renovación. Sangre nueva. Eso no quiere decir que Agüero, Di María, Higuaín, Lavezzi o (se hace referencia a ellos cuatros porque son los habituales desde hace años de la zona ofensiva, pero bien podría extenderse a otros lugares del campo de juego como el arco, la defensa o el mediocampo) ya “no sirven más” y “hay que descartarlos”. Para nada. En efecto cada uno de ellos (Pocho sería el caso diferente tras su decisión de partir a un mercado emergente pero no de alto nivel como China) sigue mostrando un gran nivel en sus equipos y son figuras en Inglaterra, Francia o Italia. Pero sí ya no deben ser insustituibles y tener el puesto en cada convocatoria por lo que fueron, hicieron o su historia en la albiceleste.
Los años pasan para todos y ellos no son la excepción. Y los jóvenes empujan y piden lugar. Claro que no en todos los puestos hay el recambio y la categoría que se muestra en la faz ofensiva. Icardi y Dybala, principalmente ellos dos, son el futuro del seleccionado nacional pensando en la era pos-Rusia 2018 pero también son el presente.
Uno figura en la Juventus multicampeón de Italia ya forma parte del plantel estable del seleccionado. El otro, capitán del Inter, ya merece su lugar. La hora de Icardi con la camiseta albiceleste llegó. Su nombre debe empezar a estar asociado al seleccionado de manera urgente. No como un capricho o un pedido. Sino porque su actualidad y su capacidad futbolística así lo amerita. Porque en definitiva, el rosarino Mauro Icardi es el futuro… pero principalmente es el presente.