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Ida y vuelta al cielo, en bicicleta

Por Arlen Buchara. Agustín y Patricio salieron de Rosario y a puro pedal llegaron al Valle de Luna. Soportaron el calor del Zonda, subidas interminables y noches gélidas, pero se mantuvieron fieles al ejemplo de un norteamericano que, deprimido, recorrió 40 mil kilómetros.

bicicleta-dentroAgustín y Patricio empezaron a explorar los viajes en bicicleta en diciembre pasado cuando recorrieron la región de Cuyo con el objetivo de llegar al Valle de la Luna. Caminos áridos, sol fuerte y paisajes desérticos fueron el marco de su primera experiencia juntos de pedaleo. Recorrieron cerca de 800 kilómetros en 10 días.

Agustín tiene 25 años y es realizador audiovisual. Nació en San Nicolás, pero reside en Rosario desde hace varios años, donde trabaja en producciones audiovisuales especializándose en sonido. A Patricio, periodista de 26 años de Venado Tuerto, lo conoció trabajando en Agenda Pública, el canal virtual de la Universidad Nacional de Rosario. Los últimos días de diciembre pasado decidieron poner los pies sobre los pedales con el objetivo de llegar al Valle de la Luna, en la provincia de San Juan. Y durante la travesía registraron audiovisualmente la experiencia.

El cicloturismo o “viajar en bicicleta” es una tendencia en boga en los últimos años, miles de personas a lo largo del mundo eligen moverse sobre los pedales tanto durante períodos largos como cortos. Tal vez un caso emblemático es el de Scott Stoll, un norteamericano que luego de que su novia lo dejara, lo despidieran del trabajo y su compañero de departamento se fuera dejándole todas las deudas, decidió comprarse una bicicleta todo terreno y emprender un viaje que lo llevó a nada más y nada menos que 50 países a lo largo de 40 mil kilómetros.

A Patricio y Agustín  no los movió ninguna depre, sino las ganas de conocer la región cuyana de cerca. “El paisaje de San Luis, La Rioja y San Juan es ideal para la bicicleta. Muchas sierras, subidas, bajadas, terrenos de ripio, llaman la atención para la bici”, afirma Agustín que el año pasado pedaleó de Rosario a Rafaela, pasando por San José del Rincón, a 13 kilómetros de Santa Fe, y de ahí de vuelta a Rosario, recorriendo unos 400 kilómetros en tres días.

En el viaje por el oeste del país, que abarcó las provincias de La Rioja, San Luis y San Juan, pedaleaban a 20 kilómetros por hora promedio. “Hubo días que hicimos 100 kilómetros y otros 50. Hay jornadas que tenés muchas subidas o mucho calor. Por ejemplo, los tres días que cruzamos La Rioja tuvimos en contra del Zonda, el viento que te desgasta física y mentalmente. Pero de repente aparece una sierra nueva en el horizonte y te das cuenta que estás avanzando y que vale la pena”, relata Patricio.

Los ciclistas viajaron con 15 kilos cada uno más otros 15 de la bicicleta. Llevaban lo justo y necesario: ropa, carpa, herramientas, garrafa para cocinar y alimentos nutritivos y calóricos.

“Lo que tiene de bueno viajar en bicicleta es que es todo a otro ritmo, si bien uno viaja, va recorriendo y va avanzando, no es lo mismo ir a 120 kilómetros por hora en una zona de paisajes, que ir a 20 pedaleando y parando de todos los pueblitos para conocer y abastecerse de agua”, explica Patricio. Para Agustín una de las ventajas de este medio de transporte es que “podés meterte en casi cualquier camino, no como un auto, y moverte por donde quieras por tus propios medios, sin depender de casi nada”.

El destino final del recorrido era llegar al conocido Valle de la Luna, en la provincia de San Juan, pero para Agustín “el objetivo era el viaje en sí, todos los paisajes que uno ve y la manera de verlos, lo lindo es ir parando en pueblos o en casas y ver cómo es la vida de esa otra gente en el medio del desierto. Uno aprende un montón de cosas en una experiencia así”.

Para Patricio el viajar en bicicleta es algo que puede hacer prácticamente cualquier persona: “Se ven familias enteras viajando, lo importante es ir al ritmo adecuado y tener el tiempo necesario para hacerlo”, explica. Y agrega que una de las mayores ventajas es que “es sumamente económico”.

Ya de vuelta en Rosario, los ciclistas planean nuevos destinos. Agustín piensa en la Patagonia, pero Patricio sube la apuesta: “A mi gustaría recorrer el sudeste asiático, o alguna experiencia internacional”. Y aunque suene disparatado, lo van a debatir: ya para ellos, los kilómetros parecen no existir.

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