Los jugadores de Newell’s e Independiente ya estaban en el vestuario, y en el final de la manga, Ricardo Bochini se acercó a un fotógrafo y le preguntó: “¿Maxi ya pasó?”. Sí, el Bocha, ídolo eterno del Rojo, buscaba a Maximiliano Rodríguez para felicitarlo, para saludarlo a pesar de que su equipo había perdido 3-2 justamente con un gol sobre la hora de la Fiera.
Mientras Bochini aguarda-ba, Maxi declaraba en los micrófonos de la TV que iba a seguir en Newell’s al menos seis meses más, y entre lágrimas, agradecía a los hinchas ese amor incondicional que tienen con él. “Cuando me retire los voy a extrañar, y ellos también a mí. Hago todo con el corazón, me vacío en cada partido. Esta es mi casa y quiero quedarme para sacar a Newell’s de esto”, eran las sentidas palabras del capitán leproso mientras en las tribunas del Libertadores de América unos dos mil leprosos cantaban “Olé, olé, olé… Maxiiii… Maxi…”.
Maxi encaró la manga, y cuando levantó la vista se dio cuenta que en el final del túnel estaba Bochini, quien comenzó a acercarse al encuentro. Enseguida llegó el abrazo, y mientras transcurría la charla, la Fiera se sacó la camiseta y se la dio como regalo al Bocha, justo la que había usado un rato antes, para convertir su gol 85 con la casaca leprosa, y quedar a sólo cuatro tantos de ingresar en el podio histórico del club que por ahora integran Condorito Ramos, Cucurucho Santamaría y el Mono Obberti.
Poco trascendió de la charla, que duró unos dos minutos. No hizo falta saber que se habló de fútbol, y mucho menos mencionar el respeto que hay entre ambos.
Un rato más tarde, Maxi volvió a encarar los micrófonos de la prensa. Reiteró su charla con Kudelka y los directivos, en la cual les expresó su voluntad de seguir, lo que fue un alivio para todos. “Siempre me siento útil. Hay jugadores que a veces pasan una barrera y además de lo futbolístico le dejan muchas cosas a una institución. Y cuando se van se los extraña, por eso creo que cuando lo tenés hay que valorarlos. Más allá de un partido, yo siento que dejo mucho por Newell’s, siempre vine en momentos difíciles. La gente tiene que entender eso, si queremos salir adelante debe apoyar en todo sentido”, señaló, pidiendo públicamente que no haya tantas críticas cuando los resultados no acompañan, como sucedió en el cierre del semestre.
Mientras Maxi hablaba con los medios, detrás había un grupo de hinchas de Independiente esperando para una foto. Sí, suena ilógico querer tener una selfie o una imagen junto a quien un rato antes les había amargado la tarde, pero Maxi es de esos jugadores que son respetados y admirados sin importar camisetas. O acaso no lo aplaudió de pie la platea de Vélez? Esa que se cansó de cuestionar a sus propios futbolistas, pero sucumbió ante un jugador que disputó tres Mundiales, con dos goles que quedarán en la historia, como la volea a México en Alemania 2006, o el penal definitorio ante Holanda en Brasil 2014.
A veces al hincha le cuesta dimensionar lo que significa tener a Maxi Rodríguez en el Parque. Un jugador que puso siempre su amor a Newell’s por encima de propuestas económicas o deportivas superiores; que nunca aceptó jugar en otro club argentino, para no sufrir esa sensación de enfrentar a la camiseta de sus amores. El que dejó Liverpool para pelear junto a Bernardi, Heinze, Nacho Scocco y el Tata Martino y evitar que la Lepara descendiera. Y que seis años más tarde, con casi 39 años, una vez más decidió seguir capitaneando el barco con esa misma misión: dejar a Newell’s en primera.