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Ignacio Malcorra: el 10 de Central que marcó el camino hacia el título con su golazo en el Clásico

Su exquisito tiro libre sobre el final del partido ante Newell’s le dio la victoria al Canalla, que a partir de ahí no volvió a perder y este sábado se coronó campeón de la Copa de la Liga en Santiago del Estero

Un 10 como los de antes para un DT chapado a la antigua. Ignacio Malcorra se erigió como el gran conductor del Central campeón que edificó Russo. Su tranco lento y andar pachorriento nunca fue un problema para Miguel, quien enseguida detectó en ese experimentado volante al clásico enganche de esos que cada vez se ven menos, capaces de cambiar el rumbo de un partido con una idea clara y un toque sutil de su pegada.

¿De qué otra manera se puede entender su ingreso en el Clásico, lesionado y todo como estaba, sino era para hacer lo que terminó haciendo? Russo quería que su conductor, el jugador más inteligente del plantel, el que mejor entiende a Campaz y por el que siempre pasó todo el fútbol de Central, tenga al menos una oportunidad de hacer la diferencia con su jerarquía. Y vaya que la hizo.

 

El “malcorrazo” sobre el final del partido ante Newell’s fue como un renacer para el Canalla, que hasta entonces sufría siempre que salía de Arroyito y jugaba cada vez peor. Ese tiro libre suave pero perfectamente bien direccionado por arriba de la barrera marcó el punto de inflexión para el equipo auriazul, que a partir de ahí no volvió a perder y este último sábado se consagró campeón de la Copa de la Liga, con él como líder indiscutido dentro del campo de juego.

“Me tengo mucha fe en los tiros libres. Los chicos me dejaron patear, y gracias a Dios pudo entrar”, expresó Nacho tras ese triunfazo agónico sobre el rival de toda la vida en un Gigante que explotaba de alegría. De ahí en más todo fue color de rosas para el Canalla, que no paró de sumar y metió cuatro victorias (3-1 sobre River con baile incluido) más tres empates en la recta final del torneo para clasificarse derecho a fase de grupos de la Libertadores y meterse entre los ocho mejores de la Copa de la Liga.

“Costó pero llegó” sería la frase ideal para resumir no sólo el trofeo conseguido en Santiago del Estero sino también la carrera de Malcorra. Oriundo de Río Colorado, la ciudad de Río Negro a la que también se la conoce como “la puerta de la Patagonia” debido a su ubicación tan cercana al límite con la provincia de La Pampa, este volante que hizo todas las inferiores en River pudo empezar a demostrar sus cualidades cuando decidió irse a la CAI a mediados de 2008.

Tres años después recaló en Aldosivi pero fue recién en 2014 cuando explotó bajo la conducción Leonardo Madelón en Unión, donde formó una dupla tremenda con Enrique Triverio y logró el ascenso a la máxima categoría, en la que destacó enseguida y llamó la atención del Tijuana, que le pagó al club santafesino un millón y medio de dólares por su pase.

Fueron cinco años de aprendizaje en México, donde también pasó por Pumas y Atlas hasta que decidió volver al país tras un llamado de Luis Zubeldía, quien lo llevó a Lanús para que siga demostrando su vigencia a los 34 años. En el Granate también dejó su sello, ese por el que apostó Tevez para la reconstrucción que buscaba iniciar en Arroyito. Nacho se quedó a jugar. Carlitos se fue con la anterior CD.

Pero Russo, veterano de mil batallas, también vio en Malcorra el caudillo que Central necesitaba para alejarse del descenso y empezar a pelear por cosas importantes. Por eso le dejó la 10 en la espalda y lo bancó siempre, incluso con un desgarro curado a medias.

Es que ni lesionado lo dejó de tener en cuenta Miguel, quien lo mandó a la cancha ante Newell’s para cambiarle la cara a un equipo sin ideas, así roto y todo como estaba, consciente de que apenas una pizca de su talento podría ser suficiente para torcer el rumbo del partido. Y Nacho así lo hizo, quien con semejante golazo se metió de lleno en la historia grande de Rosario Central.