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Ignorancia, vínculos sociales y post pandemia: zonas de interés de la filósofa Renata Salecl

Mientras transita su estadía en Argentina, la filósofa eslovena, experta en análisis de la subjetividad en la era de los algoritmos y la deriva post-pandemia, asegura que "las personas perdieron lazos emocionales y surgió una especie de individualismo que abrió camino a nuevas formas de agresión"
Leila Torres
Mientras transita entre presentaciones y recorridas su estadía en la Argentina tras haber sido seleccionada para la Residencia de Escritores que organiza el Malba, la filósofa y socióloga eslovena Renata Salecl se prepara para ser una de las figuras del Filba, donde retomará sus análisis sobre la subjetividad en la era de los algoritmos y la deriva post-pandemia: «Las personas perdieron lazos emocionales y al mismo tiempo surgió una especie de individualismo que abrió camino a nuevas formas de agresión», señala.

Esta no es la primera vez que la ensayista visita Argentina. El año pasado, en el marco de la Feria de Editores, presentó su último libro Pasión por la ignorancia, donde analiza cómo la negación y la ignorancia juegan un papel fundamental en nuestra vida cotidiana, así como también en instancias como la pandemia y la guerra, además de explicar por qué a veces la angustia pareciera no encontrar tope. Sus libros fueron traducidos a quince idiomas y, en Argentina, Ediciones Godot ya publicó Angustia, El placer de la transgresión y La tiranía de la elección.

Salecl participa de la Residencia de Escritores que organiza el departamento de Literatura del Malba, una iniciativa que ofrece a autores extranjeros la posibilidad de vivir cinco semanas en Buenos Aires, mientras que el próximo viernes a las 18.30 será parte del Festival de Literatura Internacional de Buenos Aires (Filba) con su presentación en un panel que bajo la consigna El resquicio de lo humano se interna en la cuestión de cómo los algoritmos y el mercado acechan la subjetividad,

Nacida en 1962 en Eslovenia, Salecl es también investigadora y teórica jurídica. Trabaja en el Instituto de Criminología de la Facultad de Ljubljana y es profesora en el Birkbeck College de la Universidad de Londres. Todos los años da clases en la Facultad de Derecho Benjamin N. Cardozo en Nueva York sobre psicoanálisis y derecho y también dicta cursos sobre neurociencia.

La ensayista es polifacética y tira de un hilo hasta agotarlo en diversas reflexiones, todas igual de agudas. En Pasión por la ignorancia parte del concepto de ignorancia para hablar de nuestro vínculo con las redes sociales, con el sistema mediático, las redes sociales y las plataformas. También pone en relación la genética con las enfermedades, explica cómo la ignorancia puede ser una aliada en los vínculos amorosos y de qué manera aprendemos en la actualidad.

En esa obra cuenta además que su abuelo paterno fue asesinado en 1946 por el comunismo y este tema era tabú en su familia. Aún se desconoce el paradero del cuerpo y ella se presenta en el libro como la primera en lidiar con este trauma familiar, ya que sus padres (que ya fallecieron) tuvieron que ocuparse de sobrevivir y seguir adelante.

La historia resuena con lo que ocurrió en la Argentina durante la última dictadura militar en la que hubo desaparición forzada de personas, y donde muchas familias siguen buscando los huesos de sus seres queridos. «Estoy muy interesada en lo que ocurrió post dictadura y qué sucede con la memoria acá y en Chile. También me interesa el negacionismo, la ignorancia y cierta ceguera política sobre lo que pasó», señala Salecl.

En Pasión por la ignorancia establece que se recolecta más información de las redes sociales que del conocimiento científico o de profesores. La filosofa lo explica de esta manera: «Las redes sociales han cambiado nuestra relación con la información y con el conocimiento. Nos traen mucha información importante que de otra manera necesitaríamos mucho tiempo para buscar y muchas cosas están disponibles pero todas al mismo tiempo.

En este nuevo espacio tenemos nuevas jerarquías entre las personas que tienen muchos seguidores, por ejemplo influencers o personas famosas que no necesariamente tienen conocimiento sobre algunos temas en particular. Vimos esto en la época de la pandemia. Hoy en día una opinión personal puede tener más valor que un tipo de conocimiento científico o datos que fueron probados en una comunidad por un largo tiempo.

A su vez, todo el tiempo estamos llamados a sacar nuestras propias conclusiones sin importar qué. Tenemos la impresión de que cada uno de nosotros es capaz de llegar a un nivel muy alto de entendimiento de algo, que es la razón por la cual llamé a este fenómeno la «ikeaización» de la sociedad. Hay muchas personas en mi país que actualmente no quieren vacunar a sus hijos, aunque científicamente fue probado por décadas que es útil, que es beneficioso para un individuo y para la comunidad para prevenir las enfermedades más comunes que atraviesan los chicos y chicas.

Las personas que rechazan este tipo de conocimiento no son personas que no están educadas. Al contrario, son muy educadas pero tienen la impresión de que ellos necesitan llegar a la conclusión por ellos mismos, no se identifican con la ciencia. En esta sociedad individual, también tenemos actitudes muy individualistas hacia el conocimiento».

Sobre si esto se debe a una falta de curiosidad en la sociedad, Salecl explica: «En un punto podríamos decir que la curiosidad está funcionando distinto porque necesita cierto nivel de aburrimiento de las distracciones. Y hoy es muy difícil ser curioso durante un montón de tiempo porque tenemos tantas distracciones como en el pasado, cuando no teníamos internet y social media.

En la infancia, el aburrimiento es esencial para la creatividad y para volver curiosos a los niños. Los niños necesitan aburrirse para hacer algo por ellos mismos. Si estamos todo el tiempo bajo la influencia de estos estímulos externos estamos constantemente cambiando la atención. Es un gran problema. Miramos una película y al mismo tiempo buscamos reseñas, después miramos Facebook y después de 15 minutos dejamos de mirar la película. También pasa cuando leemos libros, que de repente suena el teléfono, miramos los mensajes y captan rápido nuestra atención. Además, si hay muchas noticias negativas, la ignorancia puede ser beneficiosa, entonces algunos se protegen mentalmente del trauma relacionado sobre situaciones muy negativas.
Por ejemplo la pandemia es un caso triste porque estamos tan metidos en la ignorancia hoy en día que no queremos pensar en la próxima potencial pandemia. Las sociedades no aprendieron nada sobre la pandemia, porque no hicimos nada en la cuestión global, sobre cómo vamos a ayudar a los países pobres. En mi libro Humano virus analizo el hecho de que sabíamos antes de la pandemia que esto iba a ocurrir y todos esos libros fueron olvidados completamente. Los Estados se comportan como si algo así no fuera a ocurrir.

En algún punto, la pandemia es un trauma social. En principio, un montón de personas perdieron a sus seres queridos y muchas personas todavía están sufriendo problemas de salud como covid largo, problemas de salud mental (especialmente la juventud). Diría que la pandemia abrió una especie de caja de pandora de la sociedad de las desigualdades sociales y de las problemáticas del cambio climático.

Muchas cuestiones están relacionadas con la posibilidad de que nuevos virus puedan emerger como resultado del cambio climático, como resultado también de la explotación de la Tierra para la minería, la agricultura y la ganadería. La siguiente pandemia puede ocurrir que un virus salte de un animal, a un animal doméstico y a humanos».

En relación a cómo piensa que afectó la pandemia y cómo eso se combinaría con la utilización de las redes sociales, el uso excesivo del celular y la presencia constante en plataformas, la autora eslovena señala: «Nos afecta muchísimo. Atravesamos un largo periodo de aislamiento y para algunas personas todavía hoy es difícil socializar. Nos volvimos mucho más solitarios. En el tejido social algo cambió, las personas perdieron lazos emocionales y al mismo tiempo surgió una especie de individualismo que abrió camino a nuevas formas de agresiones.

Después de que se levantó la cuarentena, las personas querían llamar más la atención. Por ejemplo, estuve leyendo en los diarios que los conciertos hoy en día tienen más magnitud y no solo están gritando, tomando fotos y grabando sino que están empezando a tirarle cosas a los artistas. Una de las explicaciones es que una gran cantidad de personas están tomando sustancias o que hay un incremento en el nivel de narcisismo, que observo en el transporte público donde hay poca consideración de las personas.
Aquí en Argentina encuentro muy interesante que muchas personas están fascinadas con la nueva versión de Trump, es decir Milei, por sus performances y sus discursos. Muchos pueden sentirse encantados. Entiendo la lógica, algunas personas están tan cansadas del status quo, que quieren cualquier cambio aunque sea un caos.
Creen que mediante un caos viene un «reset» de la sociedad. Entiendo también muy bien cómo las personas funcionan en tiempos de inflación porque en mi país natal, en la ex Yugoslavia, entre 1980 y 1991 tuvimos 200% de inflación por año y eso te enseña una lección importante sobre la fragilidad de la economía».
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