Luego del estreno de su último EP El Círculo, el trapero Ill Quentin volvió a someterse a un encierro creativo que aún transita por estos días para armarse de nuevas canciones y retomar el concepto sellado en Muerte en el Agua, aquel disco que en 2019 terminó de fijar su nombre en el borde más contracultural de la escena local y desde donde reaccionaba “como un adolescente a ciertas cosas” como “la pobreza, el hambre y la violencia» que alimentaron una voz narrativa “teñida” por sus propias experiencias.
En diálogo con Télam, el artista nacido como Rodrigo confirmó la llegada de este segundo álbum para 2023 y desmenuzó el código interno que conecta a los artistas de la RipGang, el colectivo que integra junto a otros exponentes como Dillom, Saramalacara, Muerejoven, Odd Mami, Broke Carrey y K4, abanderados de la creación conceptual y atracciones en el último tiempo en festivales como Primavera Sound Buenos Aires y Music Wins, por citar solamente algunos.
“Vengo escribiendo una banda por estos días. Creo que la decisión de encerrarme a producir más que una decisión es una necesidad: este álbum se empezó a gestar cuando terminé, incluso antes de presentar, el primer disco en 2019. En ese momento, ya tenía la idea un poco fantasiosa de darle forma al siguiente paso y abordarlo, conceptualmente, como una continuidad de aquella historia”, señaló.
En ese sentido, nunca imaginó que le iba a “llevar tanto tiempo decantar todas esas ideas y darle forma con la ambición” que perseguía, pero aún así está convencido de que “todo ese tiempo fue completamente necesario” para terminar de ordenar las ideas y saber cómo comunicárselas a sus productores y equipo de trabajo.
“El proceso de introspección siempre es necesario. Aún sin haberlo querido buscar, como pasó con Muerte en el Agua que terminó por vocalizar algo muy personal sin haberlo buscado conscientemente en el momento. Y al mismo tiempo era muy adolescente por la forma que encuentra un adolescente de reaccionar a ciertas cosas que, bueno, son muy personales. Hay algunas que las hablo en las letras y otras que no, pero que están incluidas en el desarrollo de ese disco. Las más obvias: la pobreza, el hambre y la violencia, todas cosas que marcaron el disco”, añadió.
Para Ill Quentin, el tiempo empuja las cosas hacia una nueva perspectiva y las ubica bajo un faro de claridad: “En ese momento no lo sabía porque era un adolescente, pero me di cuenta que para sobrevivir no sólo a la idea del disco, sino como persona y para poder vivir un poco la vida, tenía que hacer un crecimiento y ser capaz de ver de otra forma todas esas sensaciones que están acumuladas ahí”.
«Solamente yo -agregó- sé lo que pasé y solamente yo y los que me conocen sabemos cuánto me cagué de hambre o cuanto tuve que vender para tener un mango o cuantos amigos míos se murieron. Mi decisión es contarlo como un personaje, un personaje que está teñido por mi realidad y por mi manera de ser. Transformarlo en un personaje es lo que me termina salvando la vida”.
En octubre del año pasado, estrenó en sociedad su último EP, que resultó ser un manifiesto sobre la amistad y la lealtad, a veces abordadas desde su contraparte, la traición y sus consecuencias traumáticas: la primera barra de “No Twin” (hablamos el mismo idioma) terminó por definir el tono de su última narrativa, al remitir a “esto de que uno con cada vínculo tiene un idioma particular, tener un idioma con un amigo y otro con una novia, pero en ambos casos cuando el vínculo se rompe, se traiciona o por alguna razón deja de existir es como si todo un lenguaje se borrara de la faz de la Tierra”.
“Creo que a todos nos ha pasado que nos traicionen y querer perdonar, y que el vínculo ya no vuelva a ser el mismo que era antes de esa traición. Esa primera frase me sirvió mucho para ahondar en la traición como trauma, porque es algo que te lleva a la paranoia y a comportarte de otra manera. Te hace caminar sobre un cristal muy finito al llevar como bagaje esto de «sé como puede terminar»”, explicó.
Desde lo musical, El Círculo se nutre de una paleta de sonidos bien espesa y oscura a la altura del drama existencial que plantea, pero también conserva su elegancia aún dentro de un estilo de hard trap industrial aún más agresivo que el de su primer disco debut.
Consultado sobre cómo se relaciona el concepto de El Círculo con el universo que están construyendo como colectivo desde la RipGang, el músico contó: “Hace poco me reía porque estábamos ensayando, un momento que aprovechamos para jodernos con las letras entre nosotros, y uno me pregunta: «¿Quién es tu círculo?» y yo les dije: «Ustedes, pelotudos ¿no se dieron cuenta del concepto que armé?» (risas). Pero sí, volviendo un poco a eso, creo que lo que nos caracteriza a todos desde que empezamos hace años, y que también nos metió en tantos problemas y nos llevó a tener tantas rivalidades, es que uno puede ser muy bueno musicalmente, tener alto concepto y alta manera de ejecutarlo, pero que si no compartís ciertos códigos no hay manera de que podamos trabajar juntos. Hay cosas muy marcadas y que creo compartir con los chicos aunque esté hablando por mí, es que hay cosas que no compro y si no las compro es por eso que no quiero no sólo trabajar con vos sino que tampoco te quiero tener cerca”.
Y sobre lo que los mantiene unidos puntualizó: “Creo que más allá de esos códigos y de las ganas de querer sacar las cosas, estés en el ámbito que estés, siempre vas a tener ganas de cambiar las cosas. Hay cosas que como no te gustan vas a querer cambiarlas y muchas veces como individuo es muy difícil cambiar el esquema grande de las cosas y cómo se mueve una rueda que se mueve así hace años, con una industria formada de tal manera. Es eso lo que nos une y cada uno pone su granito de arena tratando de llevar las cosas para el lado que consideramos que es moralmente más correcto o más abierto para la gente que lo ve como algo mucho más lejano. Hay una frase que tengo clara desde que soy muy chico pero que hace poco Rosalía la puso en palabras en «Bizcochito» que es: «No basé mi carrera en tener hits, tengo hits porque yo senté las bases. Soy el verdadero Motopapi»”, dijo entre risas.
Desde que comenzó en el camino de la música Ill Quentin la efervescencia del arte juvenil y el hecho de ser muchos artistas unidos lo llevó a pensar: “Si lo que hacemos lo hacemos bien, con calidad, nos lo tomamos en serio y lo ejecutamos con calidad, no hay chances de no marcar una línea”, contó. “Era como agarrar el machete y empezar a cortar yuyos para la gente que venía atrás. Es un poco lo que pasa con esto de «está bien, soy un poco un experimental raro de mierda y juego un poco con el mainstream de turno». Pienso que cualquiera de los artistas de la RipGang podría hacer un tema a lo María Becerra, por darte un ejemplo, porque las bases están pautadas hace un montón de tiempo. Pero cada uno elige cuánto quiere sacrificar y hasta qué punto se quiere acercar a eso. Desde el principio fuimos conscientes de la búsqueda conceptual, sabiendo que no había una propuesta así en el país. La respuesta fue la misma, hacerlo con seriedad, que no sea aburrido y tenga calidad para poner un pie en un lugar que a nivel nacional no existía”, agregó.
Ill Quentin y su sentencia sobre aquellos albores del trap, cuando “todos querían ser calle”
El rapero Ill Quentin señaló que en los albores del trap “todos querían ser calle” pero destacó que “cuando vas creciendo empezás a darte cuenta que querés ser una mejor persona”, al reflexionar sobre aquel sistema de validación que regía en los comienzos de la escena.
“Yo crecí en este nuevo movimiento contracultural en el que todos querían ser calle y todos querían hablar de las putas, las armas, las drogas y no sé qué. Y viendo el discurso de cada uno o cómo se mueve cada persona podés saber qué tanto de eso es real y qué tanto no”, explicó.
Y agregó: “A mí siempre alguien me va a decir que soy un falso, que estoy diciendo mentiras, pero creo que solamente yo y los que me conocen sabemos cuánto me cagué de hambre o cuanto tuve que vender para tener un mango o cuantos amigos míos se murieron”.
Su enfoque está puesto en contarlo como “un personaje que está teñido” tanto de su “realidad” como de su “manera de ser”, y en esa traducción es que pudo “salvar” su vida, al aprovechar la creación como un pasaje más de autoconocimiento.
“Me termina salvando la vida porque me ayuda a terminar de entender cómo es que yo me pude alejar de todo eso malo de lo que mi vida había estado teñida y, a la vez, expresarlo de una manera que lo aleja de mi persona y de mi realidad actual”, explicó.
“En un momento, cuando sos chico, hacés cosas malas sin pensar en el peso que va a tener eso, pero cuando vas creciendo empezás a darte cuenta que querés ser una mejor persona: cambiar o no sólo depende de la fuerza de voluntad de cada uno y de la posibilidad que tengas de mirar para adentro. Hay gente que no puede cambiar y no se lo critico, pero es la que peor la termina pasando y más termina lastimando a su círculo”, concluyó.