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Impunidad imperial: los invasores desintegran Libia

Hace un año comenzaban los bombardeos en Libia.

A casi un año del comienzo de la invasión mercenaria y los bombardeos de la Organización del Atlántico Norte (Otan) en Libia, la declaración de la independencia de Benghazi (la región de la Cirenaica más rica en petróleo) anunciada por los comandantes militares de Al Qaeda, significa lisa y llanamente la desintegración final del territorio libio, un hecho de una ilegalidad pavorosa.

La región conocida como la Cirenaica abarca desde la frontera de Egipto hasta Sirte, la zona más castigada por los bombardeos y las matanzas de los invasores. Allí nació y fue asesinado brutalmente el líder libio Muamar Gadafi (20 de octubre de 2011) y casi toda su familia.

No es coincidencia que recientemente llegaran a Benghazi 12 mil soldados de Estados Unidos para supuestamente cuidar los pozos petroleros como transmitieron las agencias informativas.

La información dice que miles de personas asistieron a la ceremonia de declaración de independencia, en la que bajo el liderazgo del jeque Zubahir Ahmed  Al Senussi estará funcionando un Consejo provisional de la Cirenaica.

Hablan de independencia en un país invadido y ocupado, con un pueblo abandonado a su suerte y sometido al terror, y donde se sigue torturando y asesinando, como lo han denunciado Médicos sin Frontera y la propia Amnesty Internacional.

Nada hicieron  las Naciones Unidas (ONU), ni la Corte Penal Internacional (CPI), ante los crímenes de lesa humanidad que cometieron los invasores de Libia.

La ONU con su resolución 1.973 del 17 de marzo de 2011, abrió las puertas a los invasores, resolviendo una exclusión para los vuelos de ese país, lo que significó militarmente  dejar en la indefensión total al pueblo libio y atar las manos a las posibilidades de defensa legítima de su gobierno.

Además ordenaba hacer lo necesario para proteger al pueblo libio, que fue bombardeado y masacrado durante ocho largos meses por sus protectores.

En tanto, el fiscal de la CPI, Luis Moreno Ocampo, en pocos días condenó a Khadafi y toda su familia por violaciones a los derechos humanos, al bombardear  una manifestación pacífica, hecho que nunca sucedió, como se ha comprobado plenamente. El fiscal no escuchó  a los observadores independientes ni al gobierno libio.

Ante los hechos consumados de la ocupación de Libia, ahora  mercenarios de Al Qaeda y otros traídos por la Otan serán parte del Consejo que gestionará los asuntos de Bengazhi y defenderá los derechos de su población.

Me pregunto ¿qué dirán los que no se atrevían a reclamar ante una invasión a todas luces ilegal, brutal y genocida, para que no se los confundiera con defensores del líder libio Muamar Gadafi?

A este nadie podrá negarle que se ocupara de su pueblo y que lograra convertir a una colonia, desde que tomó el poder derrocando al Rey Idris en 1969, en un país independiente y soberano, expulsando bases militares extranjeras y rescatando el petróleo. Al momento de la invasión el pueblo libio registraba el más alto nivel de vida y desarrollo de toda la región. Es a ese pueblo al que le correspondía luchar por su liberación, si consideraba que era necesario hacerlo, sin ninguna intervención extranjera.

Según dicen los liberadores de Benghazi, esta era la región más olvidada durante los 42 años del gobierno anterior, cuando en realidad estaba en la misma situación que el resto del país, con impresionantes adelantos.

La argumentación de  los independentistas se estrella con la realidad. Si ya Khadafi no está ¿por qué partir a Libia para mejorar la situación de Benghazi?

Es bueno recordar que la supuesta rebelión libia según algunos analistas era una continuidad de la Primavera Árabe que tanto encantó al entramado mediático del poder hegemónico y a los no hegemónicos, aunque no fuera tan primavera.

En Libia se aplicó un modelo contrainsurgente, con guerra psicológica de fondo, cuyos generales estaban en los medios de difusión masiva.

A partir de conocer, mediante espionaje e infiltraciones. los descontentos de algunos sectores, que existen en todos los países, se comenzó a ofrecer ayuda a los posibles “rebeldes” mientras se fue creando un foco supuestamente insurreccional que no era tal.

Había sido preparado cuidadosamente desde hacía largo tiempo, con la participación de las inteligencias y grupos especiales de las potencias aprovechando las porosas fronteras para infiltrar mercenarios, mientras los gobernantes europeos  entretenían a Gadafi con adulaciones. Fue reconocido luego que estos preparativos de intervención comenzaron a principios de 2010 e incluso antes.

Por esas fronteras porosas, como las de Egipto, ingresaron los grupos de tropas especiales de las grandes potencias, especialistas en guerras sucias y los mercenarios de Al Qaeda, como se sabe armados por los reyes sauditas y por los militares egipcios y por supuesto Estados Unidos e Israel.

Lo insólito es que Washington y Europa argumentan que su guerra antiterrorista violatoria de toda legalidad internacional, se desarrolla en búsqueda de los “terroristas” de Al Qaeda, los que  por otra parte conforman sus ejércitos mercenarios en las nuevas guerras coloniales.

La invasión a Libia fue por aire y mar. Sin la Otan las tropas especiales de las potencias y sus soldados de fortuna no hubieran avanzado un paso.

¿Qué dirá ahora Naciones Unidas de esta desintegración de un país ocupado?

No hay explicación posible. Estados Unidos y su socio infaltable Israel son los que finalmente se quedan con el control de la zona más rica en petróleo, la mayor productora de alimentos, y con el mejor clima mediterráneo, entre otras maravillas, como el Banco Central que crearon los mercenarios y sus jefes el 29 de marzo de 2011 en Benghazi, para poder seguir negociando el petróleo.

Fue el primer Banco Central en el mundo creado por supuestos rebeldes rotosos, como decían, cuando aún no habían podido liberar ninguna zona en Libia.

Hasta ahora nadie conoce los nombres de supuestos líderes tribales que mencionan aprobando la independencia de Benghazi y en qué circunstancias se prestaron para esta desintegración  con la complicidad de la ONU. Una  tragedia sobre la tragedia,

Algunos analistas comienzan a preguntarse cómo se resolverá este problema  político-regional  “para el Consejo Nacional de Transición (CNT) que gobierna Libia” desde el asesinato de Gadafi.

Este CNT, que es en realidad un gobierno títere del poder colonial, se opuso  no obstante a la creación de una región oriental, advirtiendo sobre la desintegración del país. Debieron haber imaginado que el envío de 12 mil soldados estadounidenses debía tener algún objetivo específico, pero en ese caos y anarquía que impera en la nueva Libia las contradicciones son cada vez más profundas y violentas.

Sus jefes en la guerra los han dejado flotando sobre las arenas del desierto. Es posible que ahora les tiren la cuerda «salvadora» de convertir a Trípoli en la sede del Comando de Estados Unidos para África (Africom).

Pero en esta tragedia, en este genocidio sobre genocidio, que la comunidad internacional amparó con su silencio, el pueblo libio lo ha perdido todo. Es un pueblo abandonado a su suerte, sin ninguna protección, al que ahora le roban su propio territorio.

El silencio sobre lo sucedido en Libia, muertes y desapariciones de miles de personas, destrucción de una avanzada infraestructura de viviendas gratis, hospitales, escuelas y universidades, y grandes avances en otros aspectos es verdaderamente  aterrador.

Esos crímenes de lesa humanidad cometidos bajo el manto de “invasiones humanitarias” al quedar impunes, son aplicables casi de inmediato a otros países. Es lo que está sucediendo en Siria, el mismo modelo de destrucción y muerte. La misma matriz y el mismo silencio.

La comunidad internacional ¿querrá continuar  siendo cómplice del crimen? ¿Le seguirán llamando invasión humanitaria a este modelo tan perversamente burdo y tan certeramente criminal, de los nuevos trazados contrainsurgentes del siglo XXI?

Y Europa ¿cómo les explicarán los gobernantes a sus pueblos que hicieron semejantes gastos de guerra, que ayudaron indiscutiblemente a la crisis que los afecta,  para quedar fuera de este juego, maldito, de genocidios por recursos, y traiciones por el control del mundo que nadie podrá sostener indefinidamente?

Periodista autora de “Los Años del Cóndor”

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