Cancelaciones de actividades y viajes oficiales, una aparición semipública sin maquillaje y la explosión emocional del jueves pasado desde una tribuna dejaron entrever a una Cristina Kirchner inestable en la antesala de definiciones clave.
Fueron demasiados episodios como para pensar que se trata de una cuestión menor o que el discurso encendido del jueves último en José C. Paz encierra sólo una estrategia electoral destinada a capturar a la clase media y poner en caja a los sindicatos.
Lo que le ocurre a la mandataria tiene todos los componentes de un duelo incompleto –inherente a todos las personas que sufren la pérdida de un ser querido– que está golpeando más duro ahora que apenas producida la muerte de Néstor Kirchner. Quizá haya otros factores que compliquen el panorama.
Hace una semana empezó un acto diciendo que estaba “pum para abajo”, el lunes pasado canceló sus actividades oficiales, el jueves le cantó las cuarenta a Moyano con un tono bastante más dramático que el de sus discursos habituales, el viernes fue vista inusualmente sin maquillaje en la Casa Rosada y finalmente suspendió su viaje a Paraguay por consejo médico.
La elaboración de un duelo, según psicólogos consultados por Noticias Argentinas, lleva un promedio de dos años, pero en cada persona tiene su recorrido con vaivenes.
El proceso parece golpear a la mandataria en un momento de decisiones centrales, a poco más de un mes de tener que ratificar si irá por un nuevo mandato, ya que el 24 de junio vence el plazo de presentación de candidaturas.
Los últimos mensajes presidenciales dieron pie a pensar que podría replantear su intención de ser reelecta, pero en la primera línea de gobierno confían en que el plan se mantendrá porque confían en su esencia política. Varios dirigentes, quienes también debieron recurrir al enfoque psicológico del asunto, consideraron que si la Presidenta deja su actividad de toda la vida incurriría en una doble pérdida.
Ante este escenario inesperado, la primera reacción de dirigentes que buscan contenerla fue la convocatoria al Consejo nacional del PJ en la que entre las formalidades previstas se encuentra la elaboración de un documento en respaldo a la postulación de la mandataria.
Esa reunión, prevista para el jueves próximo en la residencia del gobernador Daniel Scioli –titular del partido– se formalizaría además la convocatoria al Congreso del PJ, órgano que deberá aprobar la política de alianzas de cara a las primarias del 14 de agosto y las generales del 23 de octubre.
También se prevé que en el transcurso de la semana próxima el propio Moyano como titular del PJ bonaerense convoque a una reunión pendiente de ese resorte institucional para dar un mensaje de alineamiento a la jefa política.
Pelea de fondo
Detrás de la explosión presidencial del jueves pasado asoman varios factores y subyacen los codazos que distintos sectores del oficialismo se están dando para acceder a lugares de privilegio en las listas que llegarán a los cuartos oscuros.
Sucede que mientras el movimiento obrero, hoy con Hugo Moyano a la cabeza, puja por recuperar su cupo histórico de 33 por ciento en esas nóminas, Cristina Kirchner parece decidida a priorizar a incondicionales y jóvenes.
La jefa del Estado decidió dejar bajo su exclusivo arbitrio la lista de diputados y senadores nacionales para evitar que cualquier tormenta política deje a su bloque a la intemperie.
“Ya no quiere más (Victoria) Donda, (Daniel) Katz o (Graciela) Camaño que entraron como K a la Cámara y hoy están en Proyecto Sur, la UCR y el Peronismo disidente”, describió un hombre que conoce la letra chica de esas confecciones.
Ese esquema, ahora en suspenso por los episodios de la última semana, concebía la necesidad de avanzar con un bloque compacto en el Congreso nacional teniendo en cuenta que a partir de 2013 el síndrome del pato rengo –aquel gobernante que pierde poder porque no está en condiciones de ser reelecto– seguramente despertaría una fuerte puja por la sucesión y desbandes.
Tal estrategia se choca con la ambición sindical de llevar de 13 a 30 la cantidad de diputados de extracción gremial en el Congreso nacional como para ir recuperando terreno perdido. El cupo era de 35 sobre 89 diputados del PJ en 1983 y llegó a reducirse a menos de una decena a principios de la década pasada a tono con un fenómeno de fagocitación sindical.
La mandataria también decidió reservarse una tajada de las listas provinciales en las que privilegiará a jóvenes de La Cámpora. Una muestra de ello se dio en Mendoza, donde trascendió que dos integrantes de esa agrupación encabezarán la lista de diputados provinciales relegando a cuadros del PJ.
Pero la pelea más fuerte se da en Buenos Aires, donde la carrera por las sillas incluye además a sectores del progresismo –movimientos sociales– y a los intendentes, todos pujando por digitar la lapicera del gobernador Scioli. En octubre, se eligen 46 diputados y 23 senadores provinciales.
La disputa saltó a la luz con el apoyo que Omar Viviani, secretario gremial de la CGT y secretario de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) dio al intendente de Tigre, Sergio Massa, para su eventual candidatura a gobernador bonaerense.
“Viviani es Moyano”, repiten al interior del oficialismo, pese a que el principal dirigente sindical del país envió a otros de sus lugartenientes a manifestar su respaldo a Scioli.