Con la reducción de tiradas, impresiones de libros según salida de stock, un cronograma atado a la recesión y el precio del papel (léase “reducir riesgos”, como autores nuevos o primeras publicaciones), y con la estrategia común de reforzar vínculos entre colegas para afrontar posibles cimbronazos, un puñado de sellos independientes argentinos da cuenta del panorama que avizoran en un 2024 hiperinflacionario que, por estos días, debate en el Congreso Nacional el mega paquete legislativo que incluye medidas como la derogación de la ley en defensa del libro.
Desfiles de moda literarios, encuentros de lectura, vino y cenas de autor; presentaciones de libros en espacios no convencionales como shoppings, gimnasios, verdulerías y ascensores son algunas de las propuestas que apunta de Milena Caserola, la editorial que, como primera publicación del año, tendrá a Colimba. Corre. Limpia. Baila. Argentinadas con las que zafamos del servicio militar obligatorio, de Diego Mucciolo.
De las siempre convocantes ferias a promociones libreras desde 4.900 pesos como las del Fondo de Cultura Económica o rebajas de grandes colecciones y autores como ofrece Siglo XXI, pasando por convocatorias inéditas, como el Premio Luis Chitarroni de Novela lanzado por la Bestia Equilátera para renovar su catálogo, o las ya instaladas de poesía y narrativa que hace una década sostiene la rosarina Baltasara con el mismo fin, son algunas de las estrategias aplican las editoriales pequeñas.
“Como muchas otras editoriales, Hekht surge y se desarrolla en contextos de crisis, sabemos de las crisis, pero ahora estamos en un momento diferente que no habíamos visto antes: existe un plan sistemático para la destrucción de la cultura y la memoria de todas las luchas”, advierten a la agencia de noticias Télam Natalia Ortiz Maldonado y Marilina Winik desde la editorial que prepara un libro sobre ciencia ficción feminista con autoras como Úrsula K. Le Guin, Eleona Carrington, Octavia Butler y Angélica Gorodischer.
Blatt & Ríos es una de las tantas editoriales que tiene definidas las publicaciones del 2024 con un plan que “está atado a la recesión”, esto significa que a la posibilidad de “recortar títulos” se suma la de “reducir riesgos”, por lo que “habrá menos primeros libros o de autores jóvenes”, como “en todas las crisis”, dice Damián Ríos.
En función del panorama actual, donde “no hay argumentos a favor de la derogación de la ley del libro -dice Ríos- porque en Argentina los libros son baratos, cuestan de 8 a 15 dólares cuando en Europa no salen menos de 18 euros”, el sello que dirige apuesta a lo comunitario como estrategia: integra la Asamblea de Editoriales y Librerías, se sumó “a una feria organizada por Unidos por la Cultura que se hará el próximo sábado en Plaza Congreso” y están “activando con las cámaras empresariales a través de la Cámara Argentina del Libro”.
Presentación de Rodolfo Fogwill, de Ricardo Strafacce, un estudio libro por libro que completa una trilogía monumental de Strafacce iniciada con las biografías dedicadas a Osvaldo Lamborghini y César Aira es una de las propuestas más potentes que prevén.
Lo que hace Gog & Magog, por ejemplo, es «imprimir más ejemplares de menos títulos al año y buscar otros mercados», pero eso «no es por la crisis», dice la editora Vanina Colagiovanni, sino, «en general, porque notamos interés en otros países y lo estamos desarrollando. Ya tenemos entre ocho y diez libros definidos para este año», apunta. Los primeros serán No fue penal, una narrativa del mexicano Juan Villoro, y Cuentos de la guerra, del esloveno Ales Steger, con traducción de Julia Sarachu.
Gog & Magog también integra la asamblea que trabaja para evitar que se derogue la ley de defensa de la actividad librera, “una catástrofe para el ecosistema de librerías y editoriales que tanto costó desarrollar y mantener: disminuyen drásticamente las librerías, las editoriales pequeñas y medianas y la bibliodiversidad”, sintetiza Colagiovanni.
Desde Mansalva, Francisco Garamona anticipa que irán “viendo cómo viene la cosa e improvisando según la situación”. Está el catálogo armado para unos años en adelante, “porque los libros se van acumulando y también las propuestas», plantea. De hecho, tienen «cinco o seis títulos para arrancar el año”, dice, entre ellos uno de poemas inéditos de Rosario Bléfari, la reedición de Lemebel oral que compila todas las entrevistas al escritor, performer y activista LGTBIQ+ Pedro Lemebel y los ensayos reunidos de Martín Gambarotta sobre poesía, música y afines.
Habida cuenta de que hace un año que la inflación golpea y que los cobros para las editoriales son a 75 días, muchas editoriales, como Ralenti Libros (para infancias) y Vinilo (literatura de no ficción), apuestan a «hacer crecer todo lo que tiene que ver con ventas directas”. Es algo que va “más allá de la efectividad de sus distribuidoras o de la buena relación que puedan tener con librerías grandes y pequeñas”, desde cadenas como Cúspide a espacios barriales que atienden puertas adentro, explica Joanna D’Alessio.
Se trata de “ferias o tiendas online que ofrecen cosas que solo están ahí (bolsitas de libros, lápices), detallecitos que le dan a las editoriales algo único y especial, como para que se balancee un poco». Una venta directa significa cobrar el 100 por ciento del costo del libro más o menos de inmediato, pero no hay que descuidar el canal más masivo de ventas, que es en las librerías y es fundamental», subraya.
«Es realmente aterrador tener un panorama donde se pueda perder algo tan sano para la industria del libro como las librerías», agrega
Si bien Vinilo publica cerca de ocho novedades al año y ya tiene resuelta la primera tanda de cuatro títulos -uno de ellos Desubicados, de María Sonia Cristoff-, cuenta D’Alessio que Estuvo mirando presupuestos y está “en shock”, “sin tener claro exactamente cuál va a ser el próximo paso”.
“Es casi el doble lo que cuestan ahora mis libros: el precio con el que salí en enero es el costo de ahora. Estoy un poco helada, esperando un poquito a ver qué pasa y qué decisión tomamos», asegura. No es lo mismo con Ralentí, que “hace libros caros y muy difíciles de editar porque son todos ilustrados, por ahí 120 páginas a color, algo poco común”, donde decidieron “invertir en desarrollo: hacer contratos, escribirlos, ilustrarlos y esperar a ver cuándo se va imprenta”. Entre las promesas de este año está el regreso de la poeta Laura Witnner y la ilustradora María Elina.
Otro que se declara “en estado de shock” es Sergio Criscolo, de Híbrida Editora. “Sabemos que tendremos que ser más creativos para sobrevivir -asegura-: aunar fuerzas con imprentas, autores y otras editoriales para generar acciones colectivas que potencien nuestras publicaciones, hacer promociones, usar la herramienta de la pre venta, la venta directa, buscar en el exterior editoriales para coeditar, ayudas de países para la difusión de sus autores en la Argentina y viceversa, ofrecer títulos a productoras audiovisuales para ser adaptados -enumera-. Esta crisis se debe atravesar uniendo fuerzas y siendo solidarios”.
“Con dolor hemos reducido un 35 por ciento nuestro plan editorial 2024 -sostiene-, pero en abril editaremos una antología con los mejores poemas que compitieron en el último Mundial de Escritura que organiza Santiago Llach; y también publicaremos Lo que resta de la vida, una novela inédita de Federico Jeanmaire; Faster, de Eduardo Berti, que ha salido en España pero no en la Argentina”, resume Criscolo.
A fin de generar espacios creativos, la editorial cordobesa Documenta refuerza el trabajo en sus residencias de investigación artística que lanzará en febrero, proyectos que luego se pueden transformar en libros, pero no siempre, en los que la edición se piensa como práctica artística.
Eso se hace, además, por fuera de las discusiones alternativas al mainstream que pueden producirse en Buenos Aires. El interés es ”desarrollar otros tiempos y procesos, formas de encuentro y creación que eviten la necesidad de ser eficientes y efectivos que promueven los fondos de financiamiento tradicionales”, explica la editora Gabriela Halac.
La idea de las residencias, más las clínicas de escritura, más los encuentros en una sala de ensayos donde se cruzan disciplinas como performance y literatura, más el taller gráfico donde trabajan con tipos móviles de madera y plomo apelando a la lentitud de una tecnología en desuso para hacer cartelería, tapas y fanzines, tiene que ver con que “no todo se reduce al mercado ni se tiene que resolver ahí”, postula Halac, y con que ”no todo se puede convertir en mercancía”.
Bajo esta lógica “la única cultura posible sería la del espectáculo y eso sólo reproduce espectadores, la ciudadanía cultural es otra cosa”, resume la responsable del sello que este año traerá, entre otros títulos, El cuerpo como lugar de aparición, de Mónica Valenciano.
Desde Punto de Encuentro, Carlos Benítez Gibbons, su director, habla de lograr “mayor articulación entre pares para cosas concretas como editar o participar en ferias”, así como “trabajar más personalizadamente con las librerías en dos ejes: listas de precios y propuestas que surjan de ellas”.
Al tiempo que advierte que “esto tendrá sentido si hay una articulación mayor con el mundo de la cultura y la decisión política. Hoy más que nunca hace falta unidad en la concepción y en la acción”. ¿Novedades? Movimiento obrero y resistencia, de Enrique Rosa Garay, y Los planes quinquenales de Perón, de Eric Calcagno con prólogo de Raúl De La Torre.
En un escenario de la naturaleza al que se ha instalado en Argentina, “no vemos que sean conducentes estrategias particulares de supervivencia, es imprescindible la acción colectiva, la acción común de editores, trabajadores del sector, autores y lectores”, concluye Adriana Yoel desde Paradiso, sello que publicará, entre otros, Bestia extraña, libro de Sebastián Maturano entre el new weird y la ciencia ficción.