La cuadra Roca al 1900 estuvo alterada durante la mañana de este martes por la presencia de periodistas y de patrulleros. El motivo: una puerta de blindex de un austero edificio hecha pedazos. Ese incidente, que en la mayoría de los casos no posee relevancia más que para los consorcistas, armó un revuelo inusitado: en uno de los pisos de esa propiedad cumple prisión domiciliaria Jorge Funes, ex asaltante y padre de los hermanos Alan, Lautaro, Jonatan y Ulises. Los dos primeros están presos, los otros fueron asesinados en el marco de una disputa a sangre y fuego con foco en zona sur, en una saga que puso los ojos de los medios nacionales en Rosario. También mataron a su esposa, Mariela. Con ese trasfondo, y con los ánimos de la ciudad alterados por las balaceras recientes a domicilios de jueces e incluso a la flamante sede del Centro de Justicia Penal, el rumor de atentado contra el apodado Gordo Funes se esparció como reguero de pólvora. Periodistas y efectivos policiales se dirigieron de inmediato al lugar pero, contra las expectativas, encontraron más preguntas que respuestas. Apenas un montón de vidrios astillados y un apellido que hace ruido. Los efectivos que buscaron rastros de un ataque no hallaron ni vainas servidas ni rastros de impactos en las paredes. El episodio fue, finalmente, ajeno a todo dramatismo: una puerta que tenía problemas, a la que había que forzar para que cierre y cuyo cristal se rompió en una de esas operaciones.
Pasadas las 8, fotógrafos y periodistas llegaron a la mitad de cuadra de Roca al 1900. Hasta hace un mes, una patrulla de Gendarmería hizo presencia allí como custodia. Ocurre que en un edificio ubicado a mitad de cuadra cumple prisión domiciliaria, con el monitoreo de una tobillera, el padre de los hermanos Funes, Jorge, ex vecino de barrio Municipal y Tablada. Su vida está marcada por la pérdida de sus familiares. Fue sobreviviente de una tentativa de asesinato el primer día del año en la localidad de Alvear. Su pareja, Mariela Miranda, fue asesinada en marzo de 2016. Dos de sus hijos, Ulises y Jonatan, fueron emboscados y ejecutados a comienzos de 2018. Alan y Lautaro, alias Lamparita, cumplen prisión preventiva en el penal de Piñero por homicidios y por una causa de asociación ilícita que también lo tiene imputado a él.
El hombre, de unos 45 años, según algunos testimonios recogidos por El Ciudadano, intenta vivir junto con sus hijos menores como un vecino más en ese sector del macrocentro, pese a que por lo bajo otras voces indican que su presencia despierta temor en algunos residentes. Funes aseguró en una entrevista en 2017 haber saldado sus cuentas con la Justicia por su pasado de cañero. Pero en 2018 fiscales del Ministerio Público de la Acusación lo imputaron como “organizador” –no se conocen más detalles de la acusación– de la llamada Banda de René, dedicada a un amplio abanico de delitos, referenciada en el Fonavi del Parque del Mercado y un sector de Tablada, y enfrentada a los clanes Caminos y Segovia, disputa que arrojó media centena de muertes desde 2016.
Fuentes policiales consultadas por El Ciudadano expresaron que se esperaba la llegada de la Policía de Investigaciones para que peritara el extraño incidente ocurrido en la entrada edificio y establezca si se trató de una agresión. El hecho se comunicó a la Fiscalía. La hipótesis más firme, según versiones preliminares en boca de policías y vecinos, es que se trató de un accidente doméstico: un portazo que hizo añicos el blindex. En el lugar no había, al menos a simple vista, piedras ni vainas servidas que pudieran interpretarse como un atentado o intimidación. Una marca en al costado de una puerta en el interior del palier despertó suspicacias, aunque para los efectivos que llegaron al lugar no se condice con las características de un impacto de bala. “No escuché nada”, fue el testimonio de varios vecinos. Por el momento, la prensa, un apellido y el ánimo caldeado de la ciudad desataron lo que parece a todas luces una falsa alarma.