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Individualismo en crisis pandémica: mejor aprender a recorrer caminos “con corazón”

Mientras los “covidiotas” se reúnen en las plazas, enarbolando sus pancartas negacionistas y sus lamentos por la pérdida de los sacrosantos derechos individuales, representantes de 194 países lanzaron su advertencia: “En lo que va de 2021, se han registrado más casos y muertes que en todo 2020"

Elisa Bearzotti

 

Especial para El Ciudadano

 

Un chico como tantos, vistiendo una malla común al salir de una piscina, no debería ser motivo de asombro ni tema de conversación. Sin embargo, esta semana la foto de Elliot Page dio la vuelta al mundo. Habiendo conseguido fama mundial bajo el nombre de Ellen, el famoso actor estadounidense confesó hace un tiempo sentirse identificado con el universo trans y, en consecuencia, decidió afrontar las cirugías que lo llevarían a reconocerse como Elliot. Por eso, su torso desnudo, sin vestigios de los anteriores pechos femeninos, recorrió todos los medios del planeta, diciendo mucho sobre los tiempos que corren, plenos de disidencias, desafíos y defensa de libertades varias.

Habiendo sido educada en el respeto irrestricto por las expresiones y derechos de cada individuo, la decisión de Elliot no menoscaba en nada mi admiración por él, a quien reconozco dueño de una enorme sensibilidad, y con una veta interpretativa tan al borde de la emoción, que siempre me conmueve. Sin embargo, debo confesar que mi autoproclamada tolerancia hacia las distintas manifestaciones que pueblan el planeta Tierra, se termina cuando advierto que el libre albedrío se convierte en necedad. Sí, porque mientras los “covidiotas” se reúnen en las plazas, enarbolando sus pancartas negacionistas y sus infantiles lamentos por la pérdida de los sacrosantos derechos individuales –al mismo tiempo que reclaman vacunas en las redes sociales– representantes de 194 países reunidos en la Asamblea Anual de la Organización Mundial de la Salud que se desarrolla esta semana en Ginebra, dejaron caer una seria advertencia en relación a la crisis sanitaria que atravesamos: “En lo que va de 2021, se han registrado más casos y muertes que en todo el año 2020. Según las tendencias actuales, el número superará el total del año pasado en las próximas tres semanas”.

En su discurso inaugural, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, achacó la responsabilidad de la situación actual a la voracidad de algunos países que han acaparado vacunas en desmedro de los demás. “No hay forma diplomática de decirlo: un pequeño grupo de países que fabrican y compran la mayoría de las vacunas controlan el destino del resto del mundo”, lamentó el funcionario. Y agregó: “Más del 75 por ciento de las vacunas se han administrado en sólo 10 países”. En este sentido, los datos que maneja la Organización indican que el número de dosis administradas hasta ahora habría sido suficiente para cubrir a todos los trabajadores sanitarios y a las personas mayores en todo el mundo, si se hubieran distribuido de forma equitativa. “Podríamos haber estado en una situación mucho mejor”, aseveró el máximo dirigente de la OMS.

Con la convicción de que “la pandemia no terminará sino cuando se controle la transmisión hasta en el último país”, Ghebreyesus instó a apoyar un “sprint” para vacunar al menos al 10 por ciento de la población mundial antes de septiembre, y un “impulso hasta diciembre” para lograr el objetivo de vacunar al menos al 30 por ciento antes de que acabe el año, argumentando además que considera “muy insuficiente” el número de dosis puestas a disposición de Covax, el mecanismo propuesto por la OMS para garantizar la distribución de vacunas de manera igualitaria. Por el momento, sólo se han enviado 70 millones de dosis a 124 naciones en virtud de dicho acuerdo.

Argentina es uno de los países que se ha visto perjudicado por el escandaloso y desigual reparto del mayor bien de estos tiempos, y por lo tanto las autoridades deben seguir navegando la pandemia con la única arma que poseen: el encierro… Un encierro que cada vez se vuelve más duro, y en el que dejamos jirones de nuestras almas deshechas envolviendo el plano psicológico, económico, relacional, educativo. A sabiendas de esto, y estando a las puertas del invierno en el Hemisferio Sur, no resulta fácil evaluar alternativas; sin embargo los funcionarios no cesan de buscar modalidades de aislamiento que hagan un poco más fácil este recorrido.

Una de las posibilidades, expresadas por la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, es la aplicación de una cuarentena intermitente, lo cual implicaría abrir actividades con protocolo durante la semana y volver a Fase 1 durante los fines de semana, sobre todo con restricciones en los encuentros sociales, la principal fuente de contagio. Este sistema le permitiría al gobierno lograr un cierto equilibrio para avanzar en el proceso de vacunación. Si bien el grupo de expertos sanitarios estaría presionando por la aplicación de una cuarentena estricta por 21 días seguidos, aparentemente el presidente Alberto Fernández se volcaría más por una medida equilibrada, ya que tiene en claro que la economía argentina, tal como dijo el ministro Martín Guzmán, no aguanta un cierre severo extendido en el tiempo.

Mientras tanto, se espera el ingreso de unos 5 millones de dosis para junio, lo cual permitiría dar un gran salto en el operativo de vacunación. El objetivo más próximo es poder tener a todos los grupos de riesgo vacunados, con una sola dosis, antes del 21 de junio, día en que comienza el invierno. Son 14.492.299 personas, de las cuales 8.786.600 ya han recibido al menos la primera dosis. Eso daría un respiro a los muchos sectores que dependen de la circulación de la gente “en la calle” para poder subsistir: cuentapropistas, comerciantes, restaurantes, hoteleros, prestadores de servicios y un largo etcétera de profesiones y actividades que hoy se encuentran al borde del colapso.

En su apelación final, el director de la OMS reflexionó: “Esta pandemia ha sido provocada por un virus muy contagioso, pero se ha alimentado también por la división, la desigualdad y el abandono histórico de las inversiones en prevención. Así que, mientras nos recuperamos y reconstruimos, debemos hacer algo más que detener los virus. Debemos afrontar las flaquezas que permiten que los brotes se conviertan en epidemias y que las epidemias se conviertan en pandemias”. Un llamado cargado de sensibilidad y sensatez al mismo tiempo, porque, como nos hemos cansado de repetir desde estas crónicas: el futuro será colectivo o no será. Siguiendo los consejos chamánicos de Don Juan a Carlos Castañeda, hoy lo más revolucionario es animarse a transitar “caminos con corazón”, los únicos que vale la pena recorrer.

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