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Industria gastada: importación golpea a los lavaderos de jeans

En dos años el ingreso de pantalones tipo vaquero fabricados en el exterior se incrementó casi el 290 por ciento.

En Rosario existen siete lavaderos industriales de jeans que emplean a unas 700 personas. Dentro de sus instalaciones se lavan, planchan y terminan de confeccionar los pantalones, camperas y camisas que reciben de diferentes marcas de Rosario y de otros puntos del país. El aumento de las importaciones y la consecuente caída en la industria textil los afectaron: de marzo a la fecha, tres de ellos iniciaron suspensiones y redujeron la jornada laboral para zafar de la crisis. El cuarto –Procesadora Workers, que trabajaba para marcas como Wanama y Tannery– cerró sus puertas a principios de mes dejando 26 trabajadores en la calle. El Observatorio de Importaciones de Santa Fe, que monitorea el ingreso de bienes y servicios del exterior, incrementados a partir de la apertura comercial casi irrestricta implementada por el gobierno nacional, aporta una secuencia dramática para la industria textil y en particular para los servicios anexos como el de esta última firma que justifica con este escenario su decisión de cerrar: desde 2015 hasta 2017 (tomado el período de 1º de enero al 15 de mayo), la importación de pantalones de jean, en unidades, se incrementó nada menos que un 288%. Las cifras fueron reproducidas ayer por el ministro de la Producción provincial, Luis Contigiani, quien destacó, contra el discurso que acompaña el desmantelamiento de las protecciones a la industria nacional, que los precios internos no bajaron, como argumentan desde la Casa Rosada.

Llegan de afuera

Los lavaderos industriales son el segundo eslabón en la cadena de la industria textil: reciben las prendas “con tela cruda” y hacen las terminaciones antes de que salgan a la venta. Cuando la confección termina en las fábricas, comienza el trabajo en los lavaderos. El proceso principal consiste en el lavado, centrifugado y secado de las prendas, además de la colocación de botones y etiquetas de cada una de las marcas provenientes de todo el país. Las tareas incluyen el desgastado, cepillado, localizado y roturas de las vestimentas que se realiza en forma manual a pedido de cada fábrica.

En los últimos meses, el proceso se vio afectado tras la caída de la actividad textil, que experimentó una baja del 18 por ciento en marzo y de un 25 por ciento en relación con el año pasado. El sector fue uno de los más afectados por el aumento de importaciones. Según datos del observatorio de Santa Fe, en los últimos dos años el ingreso de indumentaria al país trepó un 104 por ciento. Los números de jeans son aun mayores: mientras que del 1º de enero al 15 de mayo de 2015 entraron 91.886 pantalones, en el mismo período de este año ingresaron 357.153, lo que se traduce en una suba de un 288 por ciento. Peor aún, esta última cifra supera al total de lo ingresado en 2015, que fue de 283.097. En 2016 fueron 481.475.

En baja

Desde el gremio que nuclea a los lavaderos estimaron que la actividad en el rubro jean cayó cerca de un 70 por ciento desde noviembre a la fecha. “El panorama está complicado con las importaciones. La actividad baja cada vez más. Están complicados varios lavaderos que vienen teniendo una perspectiva de trabajo muy floja”, señaló Carlos Gómez, secretario general del sindicato de Unión Obreros y Empleados Tintoreros, Sombrereros y Lavaderos de la Argentina. Según indicó, de los siete lavaderos que funcionan en Rosario, cuatro fueron afectados por la crisis. Tres de ellos –Virasoro, Bizzotto y G.B.– iniciaron suspensiones al personal y reducción horaria. El peor desenlace lo tuvo Procesadora Workers, que cerró sus puertas a principios de mes.

Uno por uno

Con más de 30 años en la ciudad, el lavadero Virasoro (Virasoro 3570) inició suspensiones quincenales para la totalidad de su personal: unos 136 empleados que ahora cobran el 50 por ciento del salario. Además este mes la empresa lanzó vacaciones adelantadas. A esto se suma el despido de 12 trabajadores entre marzo y abril, para quienes resta el cobro de la totalidad de las indemnizaciones. La situación se repite en la industria textil G.B., de Granadero Baigorria, donde el panorama es bastante similar. De los 80 empleados del lavadero, 60 fueron suspendidos también por 15 días de forma rotativa, cobrando el 50 por ciento del salario. Además se redujo dos horas la jornada laboral durante todo el mes.

Bizzotto (Gorriti 556) es otro de los lavaderos afectados. Allí trabajan cinco personas que para enfrentar la crisis dispusieron una reducción horaria de dos horas para evitar una fuerte repercusión salarial.

Workers sin work

El jueves pasado la Procesadora Workers (Zeballos 4663) presentó el cese de actividades, luego de que a principios de mes cerrara las puertas sin previo aviso. Desde ese entonces los 26 trabajadores mantienen tomada la planta en reclamo del pago de las indemnizaciones.

En la última audiencia celebrada en el Ministerio de Trabajo, la empresa acordó el pago del salario de abril adeudado y ofreció entregar las maquinarias en concepto de indemnización. Desde el gremio señalaron que su valor apenas alcanza a cubrir el 40 por ciento de la totalidad de los montos reclamados. “Los empleados van a permanecer en la planta hasta que la empresa nos brinde una respuesta”, advirtió el secretario general del sindicato. Según adelantó, hay un potencial interesado en adquirir la empresa, quien está negociando con Diego Bustos, titular de la firma. La incertidumbre radica en si el empresario -que ya trabaja en el rubro-reincorporará a la totalidad de los despedidos, algunos con 55 años y 15 de antigüedad.

Dos voces, de un lado y otro

Erika Tabernero tiene 29 años y es la más joven del plantel. Había trabajado en varios lavaderos y los últimos 5 años los pasó en Workers en el sector de corrosión. Su tarea era pintar a mano, con pinceleta, los jeans para darles un efecto localizado. Cuando la planta cerró, el pasado 2 de mayo, Erika estaba en una asamblea por los despidos en Virasoro. Es que además era delegada sindical. La noticia le llegó a través de sus compañeros por mensaje. Erika contó que la situación en la planta se había complejizado en los último meses, pero nunca imaginó ese final. Al llegar a las puertas de Zeballos al 4600, las persianas bajas le confirmaron el peor desenlace. La delegada comentó que para sostener el ritmo de trabajo el lavadero necesita del ingreso de 8 mil prendas por mes. Y en el último tiempo, había descendido a casi la mitad.

En tanto, el presidente de la Cámara Industrial de la Indumentaria de Rosario, Francisco Carranza, negó alza de las importaciones en el rubro y adjudicó las cifras al blanqueo en el ingreso de productos. “La importación que existe es muy selectiva. Ahora hay más porcentaje en blanco, cuando antes se importaba en negro. Por eso el número aparece como mayor”, contrapuso Carranza en diálogo con este medio.

Escrache

Trabajadores del lavadero Workers improvisaron ayer un escrache al dueño de la empresa, a quienes encontraron tomando un café en un bar del barrio Echesortu. Sucedió en Mendoza y bulevar Avellaneda, cuando los empleados encontraron a Diego Bustos, el responsable de Workers, en el bar La Morada. Con carteles de protesta («Paguen nuestra indemnización», decía uno), manifestaron su malestar por la situación que viven.

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