El presidente de la Fifa, el suizo Gianni Infantino, adelantó que buscará un tercer mandato al frente de la entidad y retrocedió con el proyecto de organizar el Mundial cada dos años durante el Congreso realizado hoy en Doha, que tuvo un momento de tensión por las acusaciones de la presidenta de la Federación Noruega de Fútbol (NFF), Lise Klaveness, a la organización de Qatar 2022.
En el Centro de Exposiciones y Congresos, sede de la 72º reunión de las máximas autoridades del fútbol mundial, Infantino reveló a sus pares el deseo de continuar en el cargo que tomó en 2016 cuando la institucional estaba salpicada en el escándalo de corrupción destapado por la Justicia de Estados Unidos.
«Aspiraré a mi reelección» el próximo año, anunció el suizo, 52 años, en la víspera del sorteo de cuadro de competencia de Qatar 2022. El presidente de la Fifa obtuvo su primera reelección en 2019 y ahora irá por un tercer y último mandato de cuatro años en el Congreso electivo previsto para principios de 2023.
Realizado el aviso, Infantino afrontó el incómodo tema del Mundial cada dos años, un proyecto impulsado por su gestión, sobre el que eligió retroceder por la resistencia que provoca en todo el arco dirigencial, especialmente en Europa y Sudamérica.
«Permítanme aclarar una cosa aquí, y quiero hablar sobre algunas de las discusiones y especulaciones sobre una Copa del Mundo bienal. La FIFA no ha propuesto un Mundial bienal», aclaró el presidente, que mantuvo en los últimos meses una intensa ronda de reuniones para convencer en su idea.
Infantino, quien visitó la Argentina en octubre pasado durante una gira por Sudamérica para promover ese proyecto, subrayó que la FIFA sólo encargó un estadio sobre la «viabilidad» del cambio y su eventual impacto en el fútbol mundial.
Tanto la UEFA como la Conmebol se pusieron al frente del rechazo al Mundial bienal, a la que se sumaron otros actores del fútbol, lo que hizo que el suizo reculara en su postura para adoptar un tono más conciliador para las reformas del calendario internacional a partir de 2024.
En otro pasaje de la reunión, informó sobre una cifra de negocio récord, de 7.000 millones de dólares en el ciclo de cuatro años que terminará este año y luego afrontó un momento de tensión cuando la presidenta de la Federación Noruega de Fútbol, Lise Klaveness, cuestionó a Qatar 2022 por su política de derechos humanos y su posición ante la comunidad LGBTIQ+.
«No hay lugar para los empleadores que no garantizan la libertad y la seguridad de los trabajadores de la Copa del Mundo», cuestionó Klaveness, quien además consideró «inaceptable» la elección del país árabe como sede de la Copa del Mundo.
«No hay lugar para anfitriones que no puedan garantizar legalmente la seguridad y el respeto de las personas LGBTIQ+», redobló antes de recibir las primeras contestaciones.
El secretario general de la Federación de Honduras, José Ernesto Mejía, salió al cruce y aseguró que el Congreso «no era el lugar ni el momento correcto» para esos planteos, al tiempo que Hassan Al Thawadi, secretario general del Comité de Organización de Qatar 2022, la cuestionó por no haber contactado a las autoridades locales ante de pronunciar su discurso.
«No intentó contactarnos ni entablar un diálogo antes de dirigirse al Congreso», sostuvo el miembro de la organización.
Infantino destacó los «progresos» de Qatar en Derechos Humanos y señaló que el trabajo realizado por ese país fue «ejemplar».
«Por supuesto, no todo es perfecto, claro que no es el paraíso, pero ningún país es el paraíso», estimó.
El emirato abolió en 2016 la «kafala», el sistema de padrinazgo por el que los asalariados eran totalmente dependientes de sus empleadores, y hace dos años introdujo un salario mínimo de 1,30 dólares a la hora.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) cifró en 50 las muertes de trabajadores inmigrantes y en 506 los heridos graves durante el año pasado debido a las obras para albergar la Copa del Mundo.
El otro momento tenso del Congreso sucedió cuando habló desde Kiev el presidente de la Federación Ucraniana, Andriy Pavelko, con un chaleco antibalas, ante la mirada de la delegación rusa que participó del Congreso, pese a la descalificación.
«No nos estamos escondiendo. Tenemos todo el derecho de estar acá. ¿Qué tiene que ver el fútbol ruso con todo esto?, ¿Qué ha hecho mal el fútbol ruso?», se quejó Alexey Sorokin, representante de la Federación de Rusa.