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Informe de coyuntura económica: verano con pileta sin agua antes de un otoño libertario sin estufa

Un análisis de las directrices de la todavía nóvel gestión Milei realizado por el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz es concluyente con la dirección del plan: “Bajo el discurso de la libertad y la libre competencia esconde beneficios bestiales para las grandes corporaciones del poder económico”

“La estrategia oficial parece centrarse en ir cerrando alternativas con la intención de licuar los pesos sobrantes de la economía. Si a esto le sumamos que parece haber una marcada intención de acelerar el proceso inflacionario, tanto desde lo discursivo cómo desde medidas concretas, nos cuesta pensar que la dolarización se haya descartado plenamente”, analiza el último informe mensual de coyuntura, correspondiente a diciembre de 2023, del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz. Con el título “La economía argentina: devaluación, ¿y después?” el análisis aborda las primeras –y contundentes– medidas de la gestión de La Libertad Avanza, cuya lógica de partida pone en cuestión; expone el caso del “plan motosierra” y su supuesto alcance únicamente sobre “la casta”, y explora las posibilidades de que la política económica del presidente Javier Milei coseche éxitos o fracasos en el corto plazo. De estos dos resultados, la incógnita del informe es a cuál temerle más.

Uno de los puntos de partida del informe es si el plan motosierra era factible para lograr el equilibrio fiscal. La respuesta a esa incógnita de noviembre, para el Ceso, ya está al alcance, y confirmada por las proyecciones del nuevo Ministerio de Economía: “El equilibrio no llegará de la mano de un recorte sólo en el gasto de «la política» y la reducción de la obra pública, sino también de más impuestos”, detalla el Ceso.

Asimismo, el informe advierte que el “éxito” de la proyección de equilibrio fiscal en 2024, como de la aplicación de muchas medidas del vademécum de La Libertad Avanza están sujetas al decreto de necesidad y urgencia 70/23 y a la llamada “Ley Ómnibus”, las dos herramientas que el Ejecutivo lanzó “a todo o nada” sin mayores preocupaciones por la institucionalidad.

De igual modo, el Ejecutivo cuenta con sus herramientas de gestión: “La primera medida de política económica del nuevo gobierno fue una mega devaluación del 118%. A diferencia de la devaluación posterior a las PASO, en esta oportunidad se registró una baja significativa en la brecha cambiaria”, computa el informe del Ceso. Y analiza que la “calma en los dólares paralelos” puede explicarse en distintas circunstancias: la vigencia de los controles cambiarios, la persistencia del desdoblamiento parcial para la liquidación de exportaciones, la puesta en pausa del proyecto de dolarización y la mayor demanda de pesos por cuestiones estacionales.

Empero, el Ceso pone también en dura que el proyecto dolarizador se haya abandonado. Más bien, evalúa que la pérdida de poder adquisitivo de los salarios de la economía, y la inflación que desengancha a los bienes de sus costos de producción locales y los alínea con valores internacionales son escalones en ese sentido.

De hecho el Ceso da cuenta de que, a diferencia de diciembre de 2015, cuando el ingresante gobierno de Mauricio Macri levantó el “cepo cambiario” y devaluó un 40,4% el peso frente al dólar a una semana de su asunción, “esta vez los controles cambiarios se mantuvieron” y “en poco tiempo, esto le permitió al BCRA volver a acumular reservas”. También analiza que a diferencia de la devaluación posterior a las Paso, cuando la derrota del entonces ministro de Economía, Sergio Massa, hizo insostenible políticamente una resistencia a las presiones del Fondo Monetario Internacional y depreció el tipo de cambio un 20%, “pero el salto cambiario fue seguido de un aumento casi idéntico en los dólares paralelos”, esta vez se registró “una baja significativa en la brecha cambiaria, que no se registraban desde octubre de 2019”.

Sin embargo, el Ceso advierte que “la fuerte aceleración inflacionaria” que impulsó la devaluación, ahora “siembra dudas sobre la sostenibilidad del esquema cambiario actual en un horizonte de dos o tres meses”.

Semana a semana, por ahora

El trabajo advierte que ahora la “ventana temporal” para medir la inflación es semanal, y en ese escenario “si el gobierno no logra volver con rapidez” a una dinámica de entre 2% y 4% cada semana, “el esquema de minidevaluaciones al 2% mensual se hará insostenible en poco tiempo”.

También puntualiza que en ese esquema donde todo es volátil, hay un ancla: “El caso más emblemático es el de los salarios, uno de los pocos precios relativos que no tuvo cambios luego del shock económico”.

Y ahí asoma otro riesgo: “Pensar que las y los trabajadores ser quedarán inmóviles frente a un deterioro real del 30% de su capacidad de compra en tan poco tiempo es demasiado voluntarista”.

Tipo de cambio y dolarización

Con todo el Ceso advierte de una relativa calma veraniega (cómo será lo que viene) que encima puede tener los días contados. Y la explica en tres pilares: la puesta en pausa “al menos momentánea” del proyecto de dolarización, “fundamental para que alguien esté dispuesto a mantener sus pesos al menos un tiempo más”. También en el “factor estacional”, es decir las vacaciones, que genera “mayor demanda de pesos, incluyendo a aquellos que se dolarizaron al extremo durante todo el período electoral y ahora tienen que deshacerse de algunos dólares para pagar gastos corrientes”. Y, como tercer factor, la “cierta credibilidad que le dan los actores económicos de peso a las primeras medidas”. Todo en el análisis suma a “que la calma en las primeras semanas se mantenga”.

Pero en ese esquema, avisa el Centro de Estudios, “a más tardar en marzo o abril volvería a verse un salto brusco en el tipo de cambio si la inflación no se modera”. Pero tampoco ve en la realidad “elementos para esperar una baja tan brusca en poco tiempo”.

Así las cosas, para el Ceso, “lo sucedido es una muestra clara de cómo el tipo de cambio actúa como una variable distributiva”. Y en este caso, como ocurrió históricamente “la pérdida acumulada del poder adquisitivo de los salarios son la otra cara de la moneda de los mayores ingresos que obtendrán los sectores exportadores, en particular el sector agropecuario”.

“Pensar que es posible sostener un tipo de cambio real alto con salarios también altos resulta una quimera”, apunta el informe, y vaticina que el gobierno perseverará en que “una de las anclas que ayuden al proceso de estabilización sea el salario”. Incluso ve “probable” que el gobierno hasta elija “un escenario de mayor confrontación con algunos sectores, como señal para el resto”. Uno de los sectores que ya está teniendo esa pelea es el sector público: “La amenaza de dejar sin cambios la escala salarial por 3 o 4 meses en los que la inflación acumulada será del 100% implica una reducción a la mitad de los ingresos, el triple del recorte propuesto por Lopez Murphy y Bullrich en el año 2001”.

Pero como ni así alcanza a que las cuentas cierren en el plan oficial de reducción de déficit, el informe del Ceso entiende que se extenderá con “un ajuste en las jubilaciones y pensiones, menos transferencias a las provincias y fuerte reducción de subsidios”, para reducir el “gasto”; y “un aumento en el Impuesto País a todas las importaciones –que posiblemente tenga impacto en precios-, la reversión del Impuesto a las Ganancias –que alimentará el proceso de deterioro del salario real– y retenciones adicionales a las exportaciones no agropecuarias, lo que desalienta la producción nacional de distintos sectores de la economía”, para aumentar el ingreso.

La conclusión final, para el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz, redunda en un nuevo sistema económico y social con la total desregulación de la economía, lo que “bajo el discurso de la libertad y la libre competencia esconde beneficios bestiales para las grandes corporaciones del poder económico”. Ése es, sin más, el “proyecto de país libertario”.

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