Hay vida más allá de la economía. La razón sin sensibilización es perversión. Los saltos cualitativos de la humanidad no fueron solamente por la modificación de los modos y relaciones de producción. Sino también por innovaciones culturales, entre ellas la consideración del otro. La aceptación de la otredad del prójimo hace al tejido social y rompe con la razón sin sentimientos. No todo debe ser cálculo y utilidad a luz de la visión cartesiana. Hay nuevos paradigmas que debemos construir. El educador Simón Rodríguez decía que si no innovamos erramos. Así como la lucha de la diversidad sexual permitió romper con la medicalización de las elecciones sexuales, debemos participar para evitar la economización de un bien común como es el agua. Junto con el aire son bienes de todos y cada uno en forma recíproca y simultánea, por eso son bienes comunes. Porque son de la vida.
Días atrás el presidente del grupo Nestlé, Brabeck Lemathe, comentó que se debía privatizar el suministro de agua para que la sociedad tome conciencia de su importancia y así acabar con un consumo preocupante. Sus palabras ofendían mi inteligencia. La lesión perpetua de sus expresiones a la sensatez y a la mesura son irremediables. Es obscena esta pretensión de aparentar originalidad en sus expresiones, cuando sólo hay formulaciones fracasadas del pasado. El neoliberalismo fracasó, y las privatizaciones del agua también, el mundo de los negocios –y su formato mental– no es apto ni idóneo para resolver problemas humanitarios y complejos como es la problemática del agua en el mundo y en nuestro país.
Naturaleza vs tecnología
Las declaraciones del ejecutivo principal de Nestlé hay que contextualizarlas en el marco de la difusión de la economía verde. Así, en la Conferencia de la ONU de Río+20 (junio de 2012), en cuyo proceso diserté, prevaleció, lamentablemente, la necesidad de la apertura de nuevos mercados ambientales, a desarrollar intensivamente sobre la naturaleza con las nuevas tecnologías. No nos olvidemos que esta empresa es líder de agua embotellada y en 2011 facturó cerca de 68.580 millones de euros. De triunfar estas ideas privatistas, podrían construir un mercado con las 1.500 millones de personas que no tienen acceso integral al agua potable. Con lo cual garantizarían ganancias a grupos privados pero sin solucionar un problema profundamente humanitario como es el acceso al agua. También se abortaría en el planeta el proceso de desarrollo y consolidación del agua como derecho humano esencial.
Los dichos de Brabeck no son “inocentes” y van por más. Exhiben la supuesta estética de lo que escapa a la prudencia, la mesura y la sensatez. ¿Por qué? Porque pretende culturalmente implantar un retroceso a lo que ha logrado la sociedad civil mundial con la Resolución 64 del 28 de julio 2010 de la ONU, que declara el agua y el saneamiento como derecho humano esencial. Muchas veces, al ultrajar lo que se va dando en el mundo de que el agua es un derecho, busca llamar la atención para también presentar lo viejo e inhumano como algo nuevo e innovativo como lo dicho por Brabeck. La estética de la desmesura oculta el perjuicio tras un supuesto beneficio de ahorro de agua. La estética de la desmesura de estos tiempos desarrolla extravagancias y farandulizaciones de los problemas, su emulación está al día. Al banalizarse las necesidades del bien común, donde lo prosaico y vulgar ocupan la centralidad. Y el dolor es para los otros, que somos muchos.
Cuidando el ambiente vamos a cuidar el agua. Es sistémico. También cuando tengamos la cultura de la existencia del otro y podamos romper con la ajenidad de la comunidad en la que estoy y comprometerme con ella. Si el agua es vida, no se la puede cotizar para valorarla. O acaso ¿se deberían cotizar las edades cronológicas de las personas para valorarlas? o ¿perder parcial o totalmente la vida para apreciarla? La respuesta es no. Hay que reconocer y valorizar las presencias, sin necesidad de recurrir a lo escaso ni a lo mercantilizado.
En la bota
Conectando la situación relatada a nuestra realidad cotidiana en Santa Fe, se presenta un proceso muy irritante respecto de la economización del agua. Me refiero al pedido de aumento tarifario planteado por Assa de un 26 % consolidado para este año. No corresponde el aumento del agua. Varias razones así lo indican.
n Primera: porque venimos de un aumento en el 2012 promedio de aproximadamente 80%; al agregarse el aumento cercano al 26% en el 2013 resultaría a todas luces abusivo en el bolsillo de la ciudadanía.
n Segunda: se tienen que convocar audiencias públicas, para intercambiar opiniones no sólo de tarifas sino también del modelo hídrico que queremos para nuestra provincia, y debatir un nuevo marco regulatorio.
n Tercera: no hubo y no hay compromisos de obras de parte de Assa, la cual presenta alta morosidad en calidad y cantidad de agua en los pueblos y ciudades y también en los necesarios medidores.
n Cuarta: la empresa estatal tiene que devenir en pública, con un consejo consultivo de participación pluripartita.
n Y, quinta razón: el Estado provincial se tiene que comprometer con políticas públicas estratégicas y coyunturales e invertir fuertemente en la empresa Assa y no retirarse como lo está haciendo. El agua y el saneamiento, al ser del bien común y un derecho humano esencial, deberían ser una cuestión prioritaria dentro del presupuesto público de la provincia de Santa Fe.
Es el momento de la gran innovación: el agua debe cambiar, pasar de estatal a pública, como lo es la educación y la salud.