“A nosotros, a todos los que trabajamos, los vuelos de LAN nos significan un 85 por ciento, más o menos, del movimiento comercial. Creo que esa cifra marca la importancia que tienen para los que nos ganamos la vida acá”, cuenta Jorgelina detrás del mostrador del maxikiosco ubicado en el corredor principal del aeropuerto “Islas Malvinas”, en Fisherton. Y el testimonio de ella se repite de manera idéntica en la mayoría de cada uno de la casi veintena de comercios con los que cuenta la aeroestación local.
La noticia de que la aerolínea que une Rosario con Lima, en Perú, dejará de operar ha generado un estado de incertidumbre y extrema preocupación en quienes administran los distintos negocios del lugar. Lo mismo pasa con los remiseros, quienes ven peligrar parte del flujo de trabajo y prevén como mínimo una pronunciada caída en los viajes si se concreta la suspensión de los viajes, que en estos momentos está en cuenta regresiva rumbo al 16 de noviembre próximo, fecha en que vence la medida cautelar dictada porla Justicia Federalque le permite a la firma seguir operando.
Aguardando el arribo del próximo vuelo –y charlando animadamente a media mañana detrás de las clásicas puertas automáticas a resguardo de un cielo que no se define a dejarle paso al sol de una vez por todas– Omar González y Rubén Darío Casaccio, quienes forman parte del equipo de veinte remiseros que trabaja en la estación aérea emplazada en el límite con Funes, critican sin mayores vueltas la decisión nacional de suspender los vuelos de la aerolínea de capitales chilenos.
“Eso es algo que nos va a perjudicar enormemente. El mayor movimiento en este aeropuerto se da principalmente por los vuelos de LAN. Eso es algo que te lo decimos nosotros y te lo puede repetir cualquiera. Preguntáselo a quien quieras y te va a decir lo mismo”, destaca el primero.
Con la misma intensidad que su compañero, Casaccio asiente y agrega de manera categórica que “pareciera como si la decisión oficial fuera dejar a Rosario aislada del mundo”. “Acá hay algo que no llega a entenderse y a la vez está muy claro: quieren que todo se maneje desde Buenos Aires, desde Ezeiza o Aeroparque. Además, hay que recordar que Rosario es un lugar que recibe mucho turismo estudiantil ¿Qué quiero decir con esto? Que muchos chicos peruanos, por ejemplo, vienen a estudiar acá Medicina y otras carreras y usan mucho este servicio. Eso es algo que vemos frecuentemente. Rosario no tiene ni mar ni montañas ni sierras para ofrecer, pero son muchos los estudiantes que viajan hasta acá para poder llevar adelante sus carreras”, añade.
Recorrer el aeropuerto local es estar frente a una paradoja que se resume en ver, con algo de desazón, cómo unas instalaciones modernas, amplias, preparadas para recibir a viajeros de todas partes, están siendo explotadas en un nivel mucho más bajo de lo que su potencial puede dar. Ahí –y particularmente en este punto– es cuando se entiende la preocupación que tienen tanto las autoridades de la aeroestación como quienes trabajan en el lugar todos los días frente a la noticia de la baja del servicio de LAN Perú.
Olga es empleada de El Kinder, un local multiventa, y de manera amable se pone como portavoz de la propietaria del lugar. “Desde que nos enteramos de la decisión estamos pendientes de lo que puede llegar a ocurrir en el futuro. Es un tema que venimos charlando entre todos, y siempre nos intercambiamos información, novedades”, relata.
Si bien los comerciantes tienen acceso directo al directorio del aeropuerto, no cuentan con un referente que los represente. Por eso van evacuando sus dudas y preocupaciones a medida que se presentan las inquietudes, cada uno por su cuenta.
Casi al final del pasillo central –y frente a una de las puertas de arribo de los turistas– Ernesto Levame es titular de Cuore, dos locales donde se venden productos de joyería y marroquinería. Esbozando un rápido análisis, el comerciante habla de razones políticas y también económicas detrás de la decisión. “LAN ha llegado a trabajar con unos 3 mil pasajeros por año. A eso hay que sumarle una tasa que paga cada uno de ellos de 29 dólares. Es una cifra, ¿no? Pareciera como si Ezeiza estuviera interesada en sumar ese número a sus arcas. Y esa es plata que va a dejar de entrar en Rosario. Acá el mayor movimiento se da cuando llegan los vuelos de LAN, eso es así, por eso decimos que si dejan de venir vamos a tener un golpe muy grande”, desliza.
Por último, Jorgelina señala con un firme movimiento de manos el corredor central y comercial, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, apuntando con un dedo a modo de barrido visual. “¿Ves?”, dice detrás de la caja registradora, “hay gente, sí, pero poca”.
“Cuando vuela LAN esto se llena y es otra cosa, más que nada por el horario de los servicios. Gol y Sol trabajan bien, traen y llevan gente a lo largo de la semana, pero por los horarios los pasajeros llegan con sus cabezas gachas, cansados por el viaje, y siguen de largo a sus destinos. Son pocos lo que consumen o compran algo en los negocios de acá. En cambio los vuelos de LAN salen a las 8.45 y eso nos permite un movimiento que es sumamente importante para todos los que trabajamos en el aeropuerto; podemos decir que LAN es la generadora de la mayor cantidad de clientes para nosotros. Es por eso que estamos más que preocupados, porque la incertidumbre es muy grande y porque nuestra existencia depende de la actividad aérea. Es así de sencillo”, concluye la mujer.
