¿Quién fue Safo? ¿La primera poeta griega? ¿Una vampiresa sombría con su lira y pechos al aire? Con esa pregunta se presentó El Dulce Amargo, una obra que el viernes pasado estrenó la temporada del teatro La Manzana con el mismo sabor que su nombre anunció. Es que dos falsos espectadores aprovecharon una confusión y ocuparon asientos en la sala. Mientras la actriz y cantante Daniela Horovitz desplegaba sus dones en el escenario, el hombre cometió un robo sigiloso. Terminada la tarea, la pareja de ladrones montó una escena de disconformidad por tener butacas separadas y desaparecieron del lugar con el humilde botín: dinero, documentos y tarjetas de crédito de la coordinadora de la sala.
“Fue un equívoco. Los confundimos con dos espectadores. Por suerte, la función se desarrolló con normalidad y evitamos una situación violenta. Compartimos el episodio con las otras salas para pensar cómo cuidarnos y estar alertas. Estas personas resultaron ser buenos actores y nos engañaron”, dijo a El Ciudadano Laura Copello, coordinadora de La Manzana.
Minutos antes de las 21 del viernes, la sala de San Juan al 1900 estaba colmada a la espera de El Dulce Amargo, la obra con la que Daniela Horovitz visitó Rosario. Faltaban sólo dos espectadores que habían comprado las entradas por internet cuando un hombre y una mujer se presentaron en la puerta. Con la inminencia de dar sala y el afán de no demorar la función, Copello los confundió con la pareja esperada y los dejó entrar.
Mientras la mujer esperaba en el patio del teatro que la ubicaran en la butaca, el hombre caminó hasta final del pasillo con la excusa de buscar un baño. La conducta despertó la sospecha de los coordinadores del lugar, quienes continuaron con los preparativos previos a la función. Minutos después, el hombre regresó.
Se dirigió a la mujer que ya estaba sentada en una butaca y simuló un enojo por los asientos asignados para salir sin dejar rastros. Terminada la función, los actores se dieron cuenta del acto montado detrás de escena. El falso espectador había abierto la mochila que Capello había dejado en la cocina para robarle efectivo, tarjetas de crédito y documentos que usó para gastar 10 mil pesos esa noche.
“Nos dimos cuenta que había sido una confusión. Ellos entraron a ver que se podía hacer. El hombre fue hasta la cocina, al lado del camarín. Por suerte la puerta de acceso donde estaba la actriz estaba cerrada. Ni el público ni la actriz se enteraron lo que pasó hasta que terminó la función”, contó Copello, quien celebró que la función haya podido continuar.
“Queremos seguir haciendo teatro y que la gente venga. No queremos que sepan de la sala por los robos sino por las producciones que hacemos. Hay otro mundo posible, mejor y más solidario y no queremos estigmatizar lo que sucede”, concluyó.