Su hermana había tenido una beba en la Maternidad Martin y, para hacer tiempo hasta que los dejaran pasar a conocer a la recién nacida, Cristian y tres familiares fueron a comer algo a un bar de Rioja y Dorrego. Los jóvenes se sentaron en una mesa y realizaron el pedido, pero los dueños del comercio, tal vez por sus vestimentas deportivas o la gorrita con visera que uno de ellos lucía en la cabeza, los encontraron “sospechosos”, por lo que llamaron a la Policía. Poco después, una comitiva compuesta por al menos ocho uniformados ingresó al bar y pidió al cuarteto que saliera a la vereda para poder identificarlo. Sin embargo, los jóvenes encontraron inapropiado el pedido, y pidieron ser identificados allí mismo. Esto bastó para que la Policía arremetiera en contra del que más había renegado de la solicitud de los uniformados. “Entraron como locos y les empezaron a pegar. Ellos no estaban haciendo nada. ¡Es una locura!”, dijeron indignadas varias clientas del café. Luego, el mismo muchacho quedó demorado en la comisaría 2ª por resistencia a la autoridad.
Ayer a las 18, la hermana de Cristian, un joven de 22 años que vive en barrio Bella Vista, dio a luz a una nena. “La tuvo en la Maternidad Martin (San Luis y Moreno) y, como nos dijeron que hasta las 20 no la íbamos a poder ver, vinimos acá a tomar un café y comer un tostado”, contó el muchacho a El Ciudadano en la puerta del bar D6, ubicado en la esquina de Rioja y Dorrego. “Hacía un montón de horas que estábamos ahí y teníamos hambre”, agregó Miguel, su cuñado.
El grupo de jóvenes que alrededor de las 18 ingresó en el café estaba integrado por Cristian, de 22 años; Miguel, de 26; Daniel, de 31; y un adolescente de 14 años. Vestían ropa deportiva, y uno de ellos una gorrita con visera. “Lo que pasa es que nos vieron sospechosos, pero nosotros no estábamos haciendo nada, estábamos sentados nomás”, relataron los más jóvenes.
Y tal vez fue por eso que los dueños del local se sintieron intimidados. Tal vez, sólo tal vez, creyeron que llevar ese atuendo implicaba también un revólver en la cintura e intenciones de robo. Y tal vez por eso llamaron al 911 para informar sobre las cuatro personas sospechosas que ocupaban una mesa en el interior del bar.
Fueron unos ocho uniformados de la Brigada Motorizada –que hace unos meses se fusionó con Comando Radioeléctrico– lo que ingresaron al bar D6 y les pidieron a los jóvenes que salieran a la vereda para ser identificados. Pero Daniel se negó a hacerlo. “Dijo que les mostraba el documento ahí o que salíamos cuando terminábamos de comer”, contaron los otros tres muchachos. Sin embargo, los uniformados no estuvieron de acuerdo.
Fueron varios los testimonios de otros clientes del lugar que, amontonados en la vereda, dialogaron con El Ciudadano y contaron lo que había ocurrido. “Es una locura. No estaban haciendo nada. La Policía entró a lo loco y les empezó a pegar. Al principio supusimos que los venían siguiendo por algo, pero después nos enteramos que los llamaron desde el bar”, dijo una mujer indignada, y agregó: “Y si los estaban buscando los hubieran detenido, no tienen por qué pegarles”.
Poco después, Daniel –quien había sido el blanco de los uniformados– fue subido a un patrullero y trasladado hasta la comisaría 2ª, con jurisdicción en la zona, contaron testigos. Según informaron fuentes de esa repartición, el muchacho quedó demorado por “resistencia a la autoridad”. Es decir: se resistió a que los uniformados arremetieran contra él cuando no estaba delinquiendo, sino tan sólo tomando algo en un bar, en una mesa, junto a otras tantas mesas en las que personas que no tenían gorrita y no resultaban sospechosas tomaban otros cafés.