Negocio: Central como local es temible, y River no escapa a las generales de la ley. Entonces el empate los quedaba justo. El local mantenía la diferencia de dos puntos, y River no se veía superado por Instituto, quien en la próxima fecha recibirá a Quilmes, en un partido muy difícil.
Miedo: Eligieron no perder a jugarse por un triunfo. Ninguno de los dos tuvo el control del juego, se prestaron la pelota y atacaron con pelotazos desde cualquier ángulo. Castillejos, Cavenaghi, Medina y Trezeguet, fueron al sacrificio. Nunca la pelota les fue por abajo, siempre se trató de pelotazo a cargar.
Inteligencia: “Cuando no se puede ganar, no se debe perder”, a Pizzi le gustó la trillada expresión, al oírla en la conferencia de prensa, de boca de un periodista. En realidad, hicieron poco por ganar. Y sí, es verdad que Central fue inteligente porque mantiene dos puntos de ventaja sobre nueve por jugar. Y sus rivales no parecen de riesgo, al menos en el escritorio de las predicciones: Patronato, Chacarita y Sportivo Desamparados.
Desprolijidad: La que nos tiene acostumbrados el fútbol argentino. A pocas fechas del final, Central y River jugaron con el resultado de Instituto puesto. Esto posibilitó que ambos decidieran protegerse en lugar de ser ambiciosos. No perder, fue el primer mandamiento con que encararon el partido.
De cara al final, Central quedó ante un escenario inmejorable. Habrá que ver si prosperan, o no, las quejas de Instituto y Quilmes respecto a la decisión de Patronato de jugar en Santa Fe contra el Canalla y River. Más allá de esto, el equipo de Pizzi tendrá un par de semanas para recuperar a Biglieri y así buscar el final del torneo como principal favorito a conseguir uno de los dos ascensos directos.