Insustentable. El sistema de transporte urbano de pasajeros de Rosario no está funcionando, pero no parece tampoco que haya alguna forma de que pueda funcionar. Aunque el cuadro actual replica lo ya ocurrido –la secuencia de retraso de subsidios de la Nación, consecuente retraso salarial, respuesta sindical de paralización del servicio al no cobrar salarios, ingreso cero al sistema porque no circulan los ómnibus– el círculo está tan cerrado que no hay hueco aparente por dónde entrar. Y en ese marco el Concejo Municipal convalidó por mayoría la emergencia pedida por el Ejecutivo municipal. ¿Será la llave que aporte una solución? Y si es así. ¿cómo? La única novedad de este miércoles, ya pasado mitad de mes, es que una marcha de protesta de UTA hacia el Palacio de los Leones funcionó también como asamblea abierta y ratificó que no habrá servicio hasta que no se paguen los salarios adeudados.
“Dicen que nosotros somos los responsables porque llevamos 84 días de paro, de que el pasajero se aleje, no suba al colectivo, busque otra alternativa. Y cuál es la alternativa que se propone? ¿Que pase cada 30 minutos? ¿Cada 40 minutos?”, se pregunta el secretario General de la Unión Tranviarios Automotor, Sergio Copello. “Obviamente que es una defensa sectorial, pero yo tampoco puedo entender que una ciudad no tenga por ochenta días un servicio primordial como el transporte, herramienta para que funcionen económicamente todas las actividades. Desde los empleados de comercio, el que va hacer una changa, las enfermeras, el personal de seguridad… Todo eso no se tiene en cuenta. Lo único que se tiene en cuenta es que antes ganaban diez pesos, y ahora por la pandemia no los ganan”, se enoja el dirigente sindical.
Durante la jornada, el secretario de Transporte de la provincia, Osvaldo Miatello, había pedido un “consenso social” al gremio de choferes: “Necesitamos que nos permita recuperar alguna parte de la recaudación”, explicó el funcionario.
La lógica de Miatello parece no sólo razonable sino imbatible: “Lo que hay que hacer es que pongan en marcha el servicio, porque eso implica recaudar. Y en la medida que haya recaudación, puede haber fondos para los sueldos. Si el servicio está paralizado, no entra ni un peso al sistema que no sean subsidios”, desgranó.
Empero, el jefe de UTA remarcó a El Ciudadano que la medida de fuerza que se lleva adelante no es un paro sino un “corte de crédito laboral”, esto es un conflicto por servicios prestados con salarios no pagados. Y se plantó: “Cuando hay una voluntad política de se que paguen los salarios, a los trabajadores se les paga. Pero ahora los empresarios aprovechan esta oportunidad de que se demoran los subsidios, y hasta que no lleguen, no pagan”.
Miatello también había explicado que los subsidios de Nación ya vienen dirigidos para las empresas con su número de Cuit y todo empaquetado, por lo que no pueden utilizarse, por ejemplo, para reponer un eventual adelanto con fondos sacados de otras cajas. “Antes se hacía”, respondió Copello. “Yo escuché que administrativamente no se puede hacer: bueno, no se puede porque no está la norma que permita hacerlo”, insistió el gremialista, a modo de invitación a un cambio, acaso una declaración de emergencia a escala provincial como la que el jueves pasado se aprobó a nivel municipal.
“Si políticamente no pueden solucionar el tema de que la Nación gire antes los fondos, la solución es cubrir por 15 o 20 días lo que envía, y luego lo recuperan. Sin nadie está diciendo que tienen que poner más plata”, insistió Copello.
El sindicato sabe que la recaudación bajó. Pero aclara: “Estuvimos dos meses trabajando y tampoco hubo ningún avance en cuanto a nuestro salario. NI siquiera la buena voluntad de pagamos los 4 mil pesos de un decreto. Cobramos peor trabajando que si no hubiéramos trabajado”.
A esta altura lo único que está claro es que el sistema venía ya destartalado, pero ahora se está terminando de romper. Una pista de por qué la exhibió la secretaria de Movilidad local, Eva Jokanovich, en un encuentro virtual con concejales de diferentes bloques una semana antes de que se tratara la emergencia. Allí recordó que en 2018 el gobierno de Mauricio Macri redujo en “en un 70%” los subsidios al transporte de pasajeros del interior del país. La herida fue grave pero no fatal: a diferencia del sistema de la llamada área metropolitana de Buenos Aires, en Rosario la recaudación por pasajeros explicaba el 55% de los recursos. El bache faltante se cubrió, entonces, con aportes de provincia y reasignaciones a nivel municipal. Pero con la pandemia la recaudación tendió casi a cero durante la cuarentena estricta, y ahora está en un 22%. Y aunque hubo un sensible aumento –por ley nacional– en las partidas, recién se está en los niveles previos a la decisión del gobierno anterior, que además fue previa a una espiral inflacionaria del 50%.
En ese esquema la única vía parece ser la emergencia: “Tiene que ver con un sistema que antes funcionaba con 450 mil pasajeros (al día) y ahora tiene 100 mil. Y que sigue recorriendo la ciudad como si tuviera 500 mil”, describió este miércoles el propio intendente Pablo Javkin.
Aunque no dio pista de cómo se planea equilibrar ese desbalance, insistió en “la imposibilidad y la poca lógica que tiene seguir sosteniendo un sistema para un nivel de circulación y de uso que no sólo es menor en cantidad sino que además va por otro circuito porque la gente se mueve distinto”. Y citó como ejemplo que al no haber clases presenciales, aunque el sistema siguiera funcionando la mitad de los pasajeros de una primavera “normal” no lo estarían utilizando.
“El problema es de fondo: un coche en la ciudad de Buenos Aires recibe 500 mil pesos, y en el interior 130 mil. El sistema pierde 14 millones de pesos por día”, abundó Javkin.
Con todo, la UTA no fue convocada todavía, y lo cierto es que la mesa que va a rediseñar el sistema aún no está en funcionamiento formal. “También es difícil que nos sentemos en esa mesa cuando tenemos una deuda y el servicio no está funcionando”, se sinceró Copello, aunque también dejó entrever algunos reparos: marcó, por ejemplo, que antes de la medida de fuerza el servicio se prestaba con las frecuencias de un día sábado “con algún refuerzo”. Y se preguntó: “Vamos a trabajar durante un día de semana como un domingo?”.
Antes, durante la protesta frente al Palacio de los Leones, Copello había dejado clara la posición, al decir que el intentendente Javkin “tiene ahora la potestad para resolver este conflicto”, con el pedido de “que la utilice”.
“Parece que para que el sistema funcione los trabajadores no tenemos que cobrar, o nosotros los tenemos que financiar. Si hoy el transporte no tiene ganancias es una cosa, pero puede seguir funcionando sin que los trabajadores sigamos padeciendo lo que estamos padeciendo”, reclamó.