En los últimos tiempos, los científicos sociales están dejando los laboratorios y comenzaron a pisar el campo de trabajo para resolver los problemas. En ese sentido está trabajando Horacio Bozzano, doctor en Geografía, Ordenamiento Territorial y Urbanismo por la Université de Paris II Sorbonne Nouvelle, quien desde hace casi un lustro se insertó en redes de trabajo que abordaron decididamente y en primera persona los conflictos territoriales. “Es algo así como aprovechar las mejores inteligencias en relación con la gente y con el territorio”, expresó el cientista social preguntado por El Ciudadano al visitar Rosario para participar del Curso de actualización docente “Inteligencia territorial. Diálogos entre la docencia, la ciencia y la gente”, que se desarrolló entre el 30 de octubre y el 1º de noviembre pasados en el Instituto Politécnico Superior de Rosario.
Bozzano, también docente de la Universidad Nacional de La Plata y miembro del Conicet, es coordinador por Argentina del grupo de investigadores de inteligencia territorial (GDRI cainti, por sus siglas en francés), una red científica coordinada por Francia.
“Es algo así como aprovechar las mejores inteligencias en relación con la gente y con el territorio. De cuatro patas de una mesa, tres están formadas por los pilares de la regulación que tienen que ver con el Estado y la comunidad. Una cuarta pata tiene que ver con el conocimiento. En ésta se encuentra una caja con métodos y técnicas, con unas 30 herramientas sociales, espaciales y ambientales”, expresó el estudioso al explicar su trabajo denominado Inteligencia territorial, un tipo de ciencia que se mete a resolver problemas en los lugares que ocurren.
Preguntado si abordan conflictos geográficos, el coordinador de la Red Latinoamericana Territorios Posibles afirmó que se toman ese tipo de problemas y otros, como ser “sociales, culturales, políticos, cuestiones de intereses económicos, problemas ambientales”.
“Por ejemplo, nos tocó tratar temas de megaminería. En la medida en que hay voluntad política para tratar el tema, eso es viable porque muchas veces ese tipo de apoyo no existe para tratar temas espinosos”.
Sin embargo, muchas veces la voluntad política no existe y eso “es muy difícil de entenderlo”, dijo Bozzano narrando su participación en muchos países latinoamericanos: “Frente a determinadas cuestiones hay políticos que nos apoyan y otros que no. Eso tiene que ver con los sujetos, más allá de los modelos. Afortunadamente en América latina estamos atravesando un proceso de políticas sociales inclusivas sin precedentes y eso me parece muy importante. De todas maneras hay muchas cosas por mejorar”.
Si se hiciera una clasificación de problemas que preocupan a los argentinos y a los latinoamericanos, Bozzano sostuvo que los que tienen que ver con la juventud están al tope de las inquietudes. Lo siguen temas de “capacitación para el trabajo, códigos territoriales, la descentralización de municipios, el transporte en trenes, proyectos culturales muy variados y proyectos turísticos inclusivos y alternativos”.
Por último, el científico social se mostró sorprendido ante la noticia de que vecinos derriban los puestos de venta de drogas y expresó: “Es impresionante, nunca lo había escuchado. Los felicito a los vecinos. No es casual que pase en Rosario que es una ciudad que debe ser orgullo para los argentinos porque es una urbe importante que no es capital de nada, y a eso hay que subrayarlo”.
Sobre esa temática Bozzano sostuvo: “Creo que el futuro de tres o cuatro males de la humanidad: las drogas, la carrera armamentista, la corrupción que existe desde hace más de cuatro mil años y el cambio climático relacionado con los intereses de grandes empresas como Monsanto. Estos son temas que dentro de 10 años van a ser problemones”. Sobre las posibles soluciones a temas como el del narcotráfico, el investigador afirmó: “Creo que la solución viene por el lado de la contra hegemonía y la resistencia. También por una solución alternativa. Por suerte hay voluntad de cambio de las personas. Si hay más rebeliones que derriben búnkers y si hay apoyo del Estado, se puede pensar en cambiar las cosas”.
