Amigos queridos, gracias por estar ahí con su búsqueda de una vida más profunda, más real. Muy conmovedoras sus preguntas que hablan de una indagación sincera, entre entusiasta y desesperada, tal es nuestro paso por la tierra, hasta que nos anclamos en una visión más clara del Ser.
Acá van tres preguntas bien jugadas que nos mandaron sobre: la fe versus la lógica, sobre los milagros y sobre la violencia en le mundo.
—Los agnósticos aseguran que para creer necesitan ver. Pero la fe resiste a la lógica, ¿verdad? (Joaquín, de Mendoza).
—La fe va mucho más allá. El corazón tiene razones que la propia razón desconoce. La lógica, el análisis, la filosofía, la intelectualidad, la cultura académica, son peligrosas trampas para la simpleza bien entendida, que significa abrir el corazón, aprender, percibir, captar, no necesitar debatir, ni comparar, ni ir al pasado y volver al futuro para concluir que el único instante real es esta respiración. La simpleza se encuentra en el corazón, porque la fe justamente habita en el corazón. La mente, por su parte, seguirá siendo compleja y muchas veces traicionera, hasta que logre elevarse a una instancia superior.
—Con mucha frecuencia escucho hablar de milagros. ¿Existen en realidad o forman parte de la ilusión de las personas? (Lorena, de Avellaneda).
—El verdadero milagro es reconocerte capaz de lograr todo aquello que querés, saberte un ser de luz que nació para ser feliz. El verdadero milagro no es un hecho en sí sino algo tan esencial como aceptar con convicción y valentía que “yo soy”, dándome cuenta o reconociendo en ese mismo instante que todo lo que quería conseguir ya habitaba en mí. El verdadero milagro es cambiar de manera profunda y luminosa la percepción de la realidad que uno tenía. Me horroriza leer sobre la manera con que actuó la Iglesia en el pasado.
—¿Por qué el hombre, en nombre de un dios, nada menos, recurre a la violencia? (Rodrigo, de Córdoba)
—Los dioses que crea el hombre están conformados por sus propios odios, pasiones, emociones y hasta negociaciones. Es decir, son un producto de su esencia más baja. Así, a lo largo de la historia y todavía en la actualidad, se autorizan a sí mismos a perseguir, torturar y matar a quien no acepte sus condiciones. Se dice, por ejemplo, que la Inquisición mató más gente que las dos guerras mundiales juntas. Eso es lo mismo que no entender que Dios es amor y unión, es actuar absolutamente en contra de un principio divino. Pero responde a que la mente humana ha sentido casi todo el tiempo la necesidad de acumular poder, de manipular y de atesorar bienes tangibles en exceso (como antes las tierras y ahora el petróleo). Para eso fue capaz de generar “guerras santas”, o, más acá, guerras embanderadas en el nombre de la paz, como para escudarse o esconder su codicia, haciendo que la masa dormida siga su discurso. ¿Vos te lo imaginás a Jesús diciendo que el que no sea católico arderá en el infierno? ¿O a Buda decretando que el que no crea en él no conocerá en esencia la verdad? Para los grandes maestros espirituales, “la única religión es el Amor”.