Doce intentos de secuestro virtual fueron registrados anteayer en distintos puntos de Rosario. Según confirmó la fiscal Marcela Canavesio, ninguno de los hechos llegó a concretarse ya que las potenciales víctimas notaron la maniobra y cortaron las comunicaciones con los desconocidos que, en algunos casos, aseguraban tener cautivo a un familiar y que sólo lo liberarían a cambio de dinero. Recomiendan extremar las precauciones ante llamadas extrañas y no dar información a través del teléfono.
La titular dela Oficina Judicialde Causas con Imputados No Individualizados (NN), Marcela Canavesio, sostuvo que los 12 casos denunciados tuvieron lugar anteayer en el lapso de dos o tres horas, en distintos puntos de Rosario.
De acuerdo con la funcionaria, todos los hechos denunciados presentan la misma modalidad y ninguno de ellos llegó a concretarse. Algunas de las víctimas cortaron la comunicación apenas escucharon las primeras palabras de los embaucadores, a quienes reconocieron como parte del ardid utilizado en secuestros virtuales. Otras mantuvieron un diálogo más extenso con los delincuentes, y sólo colgaron el teléfono cuando se percataron de la mentira.
Las denuncias que luego llegaron ala Oficina NNfueron radicadas en primera instancia en las comisarías 3ª, de la zona céntrica; 6ª, de barrio Echesortu; 7ª, de barrio Agote; 9ª, de Arroyito; 14ª, de barrio Belgrano y 32ª, de la zona sudoeste. “Se registraron en zonas muy distantes, pero estamos investigando si se trató de la misma banda, porque el modus operandi coincide”, expresó la funcionaria.
El ardid utilizado por los delincuentes que realizan este tipo de engaños, recordaron fuentes del caso, comienza con un llamado a un teléfono fijo, en el cual la persona que se contacta comunica a la que atiende que un ser querido sufrió un accidente. Con este pretexto, comienzan a pedir datos del supuesto herido y solicitan que, sin cortar esa comunicación, la persona se comunique con otro teléfono a un número que le indican.
Una vez que la víctima tiene las dos líneas ocupadas, la persona que llama da a conocer sus verdaderas intenciones y manifiesta que, en realidad, el ser querido fue secuestrado y que, de no hacer lo que indican, las consecuencias serán las peores.
Por lo general, en este tipo de hechos los sospechosos exigen a las víctimas que permanezcan en línea hasta la entrega del rescate y de esta manera impiden que la persona se cerciore si el supuesto secuestrado se encuentra bien o no.
Según explicó Canavesio, el rescate consiste a veces en dinero en efectivo, y otras en códigos de tarjetas de telefonía celular. “El relato suele sonar convincente, pero a veces cometen errores como dar nombres de los titulares de las líneas, que a veces no son los que viven allí o fallecieron”, agregó la funcionaria.
De acuerdo con la fiscal, en lo que va del año las denuncias por este tipo de hechos rondan las 80, aunque remarcó que luego de una campaña informativa que se realizó a través de los medios de comunicación, los casos sólo quedaron en grado de tentativa. “Solamente seis se concretaron, en uno de los cuales las víctimas arrojaron 150 mil pesos del balcón”, dijo la fiscal.
El hecho al que Canavesio hacía referencia ocurrió el pasado 6 de abril, cuando Elsa, que vive en una departamento del 6º piso de bulevar Oroño 813, recibió un llamado en el que le decían que su hija Silvana, de 38 años, había sufrido un accidente y luego le comunicaron que, en realidad, se encontraba secuestrada. El rescate solicitado por los falsos captores fue de 160 mil pesos, dinero que Elsa tenía en su casa y que no dudó en arrojar por el balcón en una bolsa con tal de volver a ver a su hija viva. Pero Silvana estaba trabajando. El dinero fue recogido de la vereda por un sujeto que subió a una moto y huyó del lugar.
Otro caso relevante ocurrió el 31 de agosto último, cuando Karina, de 36 años, recibió un llamado en el que le decían que su marido había sufrido un accidente y luego que había sido secuestrado. Los falsos secuestradores, sin cortar la comunicación, le dijeron que debía hacer todo lo que le dijeran. Primero le indicaron que fuera a su casa a buscar sus ahorros. De allí salió con el auto, que a pedido de los supuestos captores dejó abandonado y siguió a pie. Karina debió comprar teléfonos celulares, hacer recargas de tarjetas, sin nunca cortar la comunicación. Luego le dijeron que depositara el dinero en varios lugares, la hicieron alojarse en un hotel, e incluso la obligaron tomar un colectivo en la terminal de ómnibus, en la que, con el dinero que aún no había depositado, se embarcó en un viaje a Córdoba. Fue en esa provincia donde decidió llamar a su familia para avisar que estaba bien, y así se enteró que había sido víctima de un secuestro virtual. En total llegó a pagar 50 mil pesos.