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Irán, una difícil cuestión política externa e interna

Irán es, principalmente, un país que no atiende los reclamos del Estado argentino para juzgar a los acusados de haber cometido el atentado terrorista de la Amia en 1994.

La participación de la presidenta Cristina Kirchner en la Asamblea Anual de las Naciones Unidas vuelve a poner en foco una de las temáticas más sensibles para el gobierno como es la relación con Irán, que no solo involucra a sus relaciones internacionales, sino también a su política interna.

Irán es, principalmente, un país que no atiende los reclamos del Estado argentino para juzgar a los acusados –algunos funcionarios– de haber cometido el mayor atentado terrorista de la historia nacional, a la sede de la Amia en 1994. Esa “deuda interna” de Justicia emparentó a la Argentina con EE.UU. e Israel frente a un presidente, Mahmud Ahmadijenad, que se niega a detener su plan nuclear, desconoce el holocausto y pregona la desaparición de Israel. No obstante, la diplomacia argentina trató de mantener cautela y como principio rector se ajusta a las decisiones multilaterales que adopta la ONU. Ese posicionamiento quedará más expuesto el año próximo cuando vuelva a ocupar un puesto clave como miembro no permanente del Consejo de Seguridad.

Al mismo tiempo, la República Islámica tiene relaciones cordiales con Brasil y se convirtió en un aliado político del eje bolivariano, principalmente con la Venezuela de Hugo Chávez, socio estratégico de la Argentina. En ese complejo contexto, las relaciones políticas con Irán están congeladas, pero desde 2005 el comercio creció fuerte y la Argentina es hoy el segundo socio comercial de Teherán en la región, tras Brasil. Según la Asociación Latinoamericana de Integración, en 2005 Buenos Aires vendió por U$S 188 millones a Irán, mientras que en 2010 lo hizo por 1.453 y en 2011 por 1.081 millones.

Gestiones y reacciones

La Justicia argentina acusa a siete ex y actuales funcionarios iraníes y a un libanés –entre ellos el ex presidente Hashemi Rafsanjani, el ex canciller Ali Akbar Velayati y el actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi– de ser autores intelectuales del atentado que causó 85 muertos en 1994. Desde 2003, los Kirchner aprovecharon el atril de la ONU para elevar reclamos a Irán, en medio de un sostenido clamor de la comunidad judía argentina –compuesta por unas 250 mil personas– y reflejado en cada aniversario del ataque a la mutual. También propusieron llevar el juicio a un “tercer país” debido a los reparos del gobierno iraní sobre las actuaciones de la Justicia argentina, pero no hubo respuestas.

Hace un año el gobierno de Ahmadinejad pidió abrir un paréntesis de diálogo y la presidenta ordenó como gesto –inédito– al entonces embajador en la ONU, Jorge Argüello, que escuchara el siempre polémico mensaje del mandatario. Pero, ese diálogo nunca se canalizó y ahora ante un seguro nuevo reclamo argentino, el canciller iraní, Ali Akbar Salehi, solicitó una audiencia con su par argentino, Héctor Timerman, quien la recibió con escepticismo y comunicó que también tiene un encuentro con su colega israelí, Avigdor Lieberman. Desde la comunidad judía reaccionaron y denunciaron una maniobra de Irán para seguir dilatando los tiempos.

Ya el cambio de postura argentina en 2011 había generado críticas de los dirigentes de la Daia y la Amia, cuyas conducciones tomaron distancia del Gobierno y en esta oportunidad directamente no fueron incluidas en la comitiva oficial. Habrá que ver si el encuentro de Timerman con el canciller iraní se concreta; cuál es el tono del mensaje presidencial ante la Asamblea en torno a Irán; y la postura de la delegación argentina, encabezada por la flamante embajadora ante la ONU, Marita Perceval, frente al discurso de Ahmadinejad. Ese mensaje será el último porque habrá elecciones en su país en junio del año próximo.

Macri mete una cuña

El debate en torno a Irán seguramente se filtrará en el proceso para las elecciones en la Daia que serán el 5 de noviembre. El dato allí es que Mauricio Macri comenzó a jugar fuerte para ganar espacio en la representación de la comunidad y en el gobierno nacional no quieren quedarse atrás. Es más, sectores kirchneristas todavía reprochan a la Amia haberle dado al alcalde el rol de orador central en su última cena anual, pese a que se encuentra procesado presuntamente por haber ordenado espiar a Sergio Burstein, de la Asociación de Familiares y Amigos de Víctimas del Atentado. Como todo tiene que ver con todo, Burstein sí acompaña a la presidenta en Nueva York.

Esa elección en la Daia abrirá un nuevo cuadrilátero entre macristas y kirchneristas porque enfrentaría al actual subsecretario de Derechos Humanos porteño, Claudio Avruj, un hombre apadrinado por el influyente secretario de Gobierno, Marcos Peña, con el ex vicepresidente de Amia y Daia, Julio Schlosser, de muy buendiálogo y auspicio del gobierno nacional.

El próximo 5 de octubre cerrará el plazo para la presentación de listas pero ambos sectores ya están buscando apoyos para fortalecer sus aspiraciones. Schlosser ya se garantizó como vice a Waldo Wolff, presidente de la Federación Argentina de Centros Comunitarios Macabeos (Faccma), mientras que Avruj tentó a un hombre de alto impacto para la fórmula quien quedó en responder. Además negocia con otro dirigente influyente del macrismo y de la comunidad, el rabino Sergio Bergman.

Unas 150 instituciones, con distinto peso electoral, definirán el nombre del nuevo presidente del brazo político de la comunidad y, claro está, su relación con los gobiernos nacional y porteño.

Todo indica que un escenario similar podría darse en abril del año próximo en las elecciones en la Amia.

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