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Irar: conflictivo y sin solución

Por Ana Laura Piccolo.- Alcides Leicker, titular de la Dirección de Justicia Penal Juvenil, reconoció que el espacio ubicado en la zona oeste “tiene muchos vicios de construcción y dificultades edilicias”, a pesar de que “es una institución relativamente nueva”.

El Instituto de Recuperación del Adolescente Rosario (Irar) es el único lugar de puertas cerradas de la ciudad, y el tercero en la provincia, donde son alojados menores en conflicto con la ley penal. Su inauguración en 1998, durante el primer gobierno de Jorge Obeid, fue celebrada con bombos y platillos por su impronta progresista que prometía adecuarse a los tratados internacionales en materia de derechos del niño. Pero en poco tiempo, y más tarde con la muerte de un joven de 17 años en 2007, mostró su cara más opresora y se convirtió en un foco de denuncias y conflicto permanente. Un año después, el gobierno del Frente Progresista anunció su reemplazo con la construcción de otro edificio que nunca se concretó. Alcides Leicker, actual titular de la Dirección de Justicia Penal Juvenil, habló sobre el funcionamiento de la institución, reconoció que el edificio tiene graves vicios de construcción y remarcó la dificultad de trabajar con adolescentes cuando hay “exceso” en las derivaciones judiciales.

“Quiero aclarar que el Irar es una institución relativamente nueva. Tiene 13 años de existencia, la inauguró el ministro Rosúa en su momento. Tiene muchos vicios de construcción y realmente hay dificultades edilicias enormes. Eso nunca lo ocultamos y siempre lo dijimos. Ciertamente, cuando el ministro asumió (Héctor Superti) hubo una promesa de cierre y un proyecto de creación para llevar adelante un nuevo espacio socioeducativo de puertas cerradas. Mientras tanto hoy estamos en un plan de obras dentro del Irar con trabajos de pintura, sanitarios, baños, agua y electricidad. Pero es una construcción que está viciada desde el inicio y tiene falencias estructurales, por lo que todo el tiempo hay que estar interviniendo y generando nuevas obras”, dijo Leicker.

Y agregó: “No negamos la cuestión edilicia, siempre decimos que en cada una de las intervenciones te estás chocando con las paredes, porque los espacios comunes son chicos y no están a la altura de lo que se necesita. A pesar que es una institución que tiene sólo 13 años, fue creada con una inversión millonaria específicamente para eso y hoy ya se habla de su cierre”.

El funcionario dijo que actualmente hay 29 menores alojados en el Irar, pero que en los primeros ocho meses del año la población osciló entre 45 y 60, una cifra que excede en creces los recursos físicos y humanos.

En ese sentido explicó que a partir del anuncio del cierre “hicimos una propuesta de trabajo para poder pensar una institución desde una línea de intervención más allá de la cuestión edilicia. Porque si no trabajás el orden convivencial, si no trabajás en cuanto a un régimen de gestión, si no trabajás en cuanto a las intervenciones de los jóvenes, puede ser el edificio muy lindo y tener el mismo fracaso que otras intervenciones. La línea que nosotros trabajamos es el acceso a los derechos, a la salud, a la educación, porque el único derecho que tiene que estar cercenado es el derecho a deambular libremente”, dijo.

Respecto a la cantidad de jóvenes alojados, que en varios momentos del año ascendió a 60, Leicker reprochó las abundantes derivaciones judiciales. “El Irar no es el único espacio que tenemos para que se cumplan medidas judiciales y debería ser la última instancia. Pero hoy, los mismos jueces lo toman como una primera opción”, dijo el funcionario tras enumerar una serie de alternativas a puertas abiertas como los dispositivos de libertad asistida e instituciones residenciales de internación, con régimen abierto.

“Hoy estamos en un número relativamente bajo en cuanto a chicos alojados. Pero estuvimos desde principio de año hasta agosto con una población superior. Y cuando el número se eleva no podemos generar una dinámica institucional con posibilidades de abordajes para dar las respuestas necesarias porque la convivencia entre los pibes se complica. En realidad, son todas derivaciones que vienen del Poder Judicial”, aseveró.

Consultado sobre distintos programas de contención una vez que los chicos son liberados, dado el alto grado de reincidencia en los menores que a veces llegan a ingresar tres veces al Irar en el corto lapso de tiempo que va de los 16 a los 18 años, el funcionario aseguró que “existen equipos que están para eso” y que hacen seguimientos por cada uno de los chicos, tanto los que están con régimen abierto como cerrado.

En ese sentido dijo que cuando los chicos egresan de las instituciones son derivados a otros equipos que articulan la problemática con diferentes ministerios, como el de Desarrollo, Cultura y Salud. No obstante reconoció que no siempre funciona.

No siempre hay respuestas

“A veces son situaciones demasiado complejas y las respuestas quedan cortas y son insuficientes. Convengamos que cuando llegan los chicos a una instancia como Justicia Penal Juvenil es porque han atravesado demasiadas instancias y con un grado de deterioro en algunas cuestiones que requieren una tarea que no es sencilla ni se puede resolver de un día para otro. De todas formas, no todas son situaciones límite en las que no hay respuestas”, sostuvo.

“Hay muchas inclusiones reales de chicos a la escuela, hay inclusiones reales de pibes que se incorporan a oficios de capacitación u otras actividades. En algunas situaciones hay posibilidades de trabajo y en otras más complejas, las respuestas no llegan al momento que tienen que llegar. Eso es así, sino estaríamos mintiendo en cuanto a la realidad de la situación”, remarcó el titular de la Justicia Penal Juvenil.

Uno de los reclamos constantes sobre el funcionamiento de la institución es la presencia del Servicio Penitenciario y su trato directo con los  menores. “Hicimos una intervención con la incorporación del acompañante juvenil, una figura que pueda trabajar el diario vivir de los adolescentes, una figura que trabaja el diario vivir del pibe alojado y que no cayó del cielo. Fue un régimen progresivo que tiene que ver con el corrimiento de la fuerza de seguridad en cuanto al contacto directo con los jóvenes, para generar espacios institucionales entre el acompañante y los servicios, para que estas supuestas dos lógicas sean una, ya sea civil o penitenciaria”, dijo Leicker para luego explicar que cada vez que hubo denuncias contra uniformados fueron corridos de sus cargos. El funcionario calificó al Irar como “una institución muy demonizada, hay demasiadas opiniones y exposición pública y mucho trabajo que no sale a la luz”. Así dio a conocer las actividades semanales que se desarrollan, entre ellas los talleres de revista, literatura, serigrafía, radio, yoga, herrería, música y el curso de auxiliar de carpintería, además de la incorporación del tercer nivel educativo.

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