Irlanda se convirtió en el primer país en aprobar por voto popular las bodas homosexuales, una bofetada a la históricamente poderosísima Iglesia católica que fue festejada por miles de personas en Dublín.
La Iglesia había llamado a votar no, en un país en el que más del 90% de las escuelas primarias está bajo su tutela, las campanas del angelus suenan dos veces al día en la televisión pública y el 84,2% de la población se dice católica.
Pero los irlandeses dieron la espalda a este llamado. Con los votos del referendo del viernes escrutados en 39 de las 43 circunscripciones, la ventaja de los votos a favor (62,3%) era ya insalvable para los votos en contra, anunció la televisión nacional, RTE.
La explanada del castillo de Dublín, otrora residencia de los gobernadores británicos y siempre símbolo del poder, se llenó de partidarios del sí con ganas de celebrar.
Niamh Fitzgerald, de 29 años, voló a casa desde Birmingham, en el centro de Inglaterra, para el referendo y fue el primero en llegar a la esplanda del castillo cuando se abrió excepcionalmente para celebrar la ocasión.
«Probablemente sea la primera elección del mundo que reduce el poder de la Iglesia Católica», dijo a la AFP.
«Todo el mundo tiene derecho a una religión, pero ninguna religión tiene el derecho de dictar a un país lo que deberían ser nuestros derechos, por eso es tan importante».
«¡Es fantástico ser irlandés!» dijo Rory O’Neill, de nombre artístico «Panti Bliss», la drag queen más famosa de Irlanda y uno de los líderes de la campaña a favor del matrimonio homosexual.
«Es histórico, somos el primer país del mundo en votar a favor de la igualdad en el matrimonio en un referendo», dio por sentado el ministro de Sanidad, Leo Varadkar.
«Es una revolución cultural», sentenció, aludiendo a la fuerte tradición católica del país, que no despenalizó la homosexualidad hasta 1993.
A las puertas del principal centro de escrutinio de votos en Dublín, dos mujeres, Grainne O’Grady, de 44 años, y Pauline Tracey, de 53, dijeron que planeaban «celebrarlo, celebrarlo y celebrarlo».
«Podría estallar de tanta felicidad. Lo que estaba en juego era si somos iguales en nuestro propio país», explicó O’Grady, mientras Tracey, a su lado, decía sentirse «muy orgullosa».
De este modo, Irlanda se une a los 18 países del mundo, entre ellos España, Uruguay, Argentina y Brasil, donde el matrimonio homosexual ya es legal.
En el Reino Unido lo es desde 2014, salvo en Irlanda del Norte. Además, es el primer país del mundo en aprobar en referendo el matrimonio homosexual, algo que antes probaron Croacia y Eslovenia, sin éxito.
«Evidentemente, ha habido una impresionante victoria del sí», admitió ante la radiotelevisión nacional RTE David Quinn, director del Instituto Iona, un lobby católico, y uno de los líderes de la campaña del no.
El viernes, más de 3,2 millones de irlandeses estaban llamados a pronunciarse a favor o en contra de una enmienda constitucional que afirma que «el matrimonio puede ser contratado de conformidad con la ley por dos personas, sin distinción de sexo».
El referendo, 22 años después de la despenalización de la homosexualidad en Irlanda, dio lugar a apasionados debates en las últimas semanas.
Para Colm O’Gorman, de Amnistía Internacional, la victoria del sí constituye «un extraordinario mensaje de esperanza a la comunidad homosexual y transexual, víctima de la persecución en todo el mundo».
El arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, primado de Irlanda, dijo que en realidad «la revolución social no empezó hoy, lleva tiempo en marcha».
«Creo que la Iglesia católica tiene que poner los pies en la tierra y no negar esas realidades», agregó, preguntándose si «estamos ya irremediablemente alejados de los jóvenes».
«Estamos convirtiéndonos en una Iglesia para los acólitos y no en la Iglesia abierta de la que habla el papa Francisco», agregó Martin, que al mismo tiempo se mostró de acuerdo en que se respeten los derechos de los homosexuales «sin cambiar la definición de matrimonio».
A modo de símbolo se desplegaron pancartas con lemas como «Voten sí» e «Igualdad para todos» el viernes en Dublín, cerca de la casa en la que vivió el escritor Oscar Wilde, cuya homosexualidad le costó una pena de cárcel en la Gran Bretaña del siglo XIX.
El sí fue defendido por todos los principales partidos políticos irlandeses, incluido el Fine Gael, no obstante conservador, del primer ministro Enda Kenny.
Los partidarios de la reforma constitucional recibieron ademas el apoyo de celebridades como el cantante Bono, del grupo U2, o el actor Colin Farrell.