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Irreconciliables relaciones entre la ESSyP y los discursos hegemónicos

La posibilidad de existencia de los movimientos sociales y organizativos suele ser resistido por su gran campo de acción, sobre todo frente a la economía liberal , y con el factor simbólico de su discurso, que asegura que las únicas empresas que hay son las lucrativas

“En la Economía Social, Solidaria y Popular (ESSP), hay procesos en plena constitución, que no están sectorizados en un sector determinado, y que además, implican un conjunto de fuerzas, movimientos sociales y organizativos que tienen sectores en común, pero que muchas veces están en diferencia, en tensión, a veces en disputa”, el que habla es el titular del Departamento de Economía y Administración de la Universidad de Quilmes (UNqui), Rodolfo Pastore, en una entrevista realizada por la Agencia de Noticias Solidarias (Ansol).

Además de su tarea académica, Pastore desarrolló en Quilmes el Programa de Extensión “Construyendo Redes Emprendedoras en Economía Social” (Crees); el de Integración social, “Comunidad de aprendizajes, Tecnologías para la inclusión social y Arte comunitario” (Icotea) y el de la Unidad Académica Observatorio del Sur de la Economía Social y Solidaria.

En su producción teórica-práctica Pastore plantea: “La estrategia del poder real es invisibilizar y deslegitimar a la ESSP, cuando en realidad, esta otra economía, tiene un gran campo acción, sobre todo frente a la economía neoliberal”. Y agrega: “Las cosas no fueran tan malas (durante el gobierno de Mauricio Macri) como podrían haber sido.

Y eso es mérito de la ESSP. Sin embargo, esta economía requiere políticas sociales, requiere iniciativas públicas que la potencien, pero sobre todo reconocer que es economía”. En efecto, desde otra perspectiva disciplinar, pero siempre vinculado a lo social, la socióloga brasileña Vera Malaguti Batista afirma que “el neoliberalismo se basa en políticas sociales penales: disuelve al Estado de bienestar y desarrolla un tratamiento de la pobreza desde la política penal”.

Los desafíos de la economía popular, social y solidaria

“Es necesario avanzar en una agenda que va más allá de la distribución de ingresos sociales, más allá de la agenda de la imprescindible nueva institucionalización y reconocimiento de derechos de la economía popular”, sostiene Pastore.

Y apunta: “Pero lo más importante es que el Estado reconozca los aportes de ESSP en la contención social, pero también en los procesos de transformación y democratización económica”.

En este sentido el investigador, quien también es miembro del consejo consultivo del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), afirma: “Las economías feministas hablan de la sostenibilidad de la vida.

Es un término que a mí me parece muy pertinente porque es una economía que se hace con una finalidad vinculada a eso, a la reproducción, a la sostenibilidad de la vida, sea en formas familiares, en forma individuales, en forma organizada en términos de cooperativa o sea de otra forma de organización económica”.

En sintonía, Malaguti Batista, en su libro El miedo en la ciudad de Río de Janeiro, publicado por la editorial de la Universidad Nacional de San Martín, explora las políticas represivas, la persistencia cultural del colonialismo, el control social en contextos de neoliberalismo y concluye que buena parte de las políticas públicas “se constituyen en el discurso”, lo cual implica que “el discurso” es una construcción de sentido, es decir, una producción que se plasma en prácticas que se materializan atravesando (y absorbiendo) la producción simbólica existente de un fenómeno en un  momento y lugar concreto.

Así, podría verse una vinculación posible entre la negación de la ESSP (y su lógica consecuencia en la aplicación de políticas públicas) y la construcción del “miedo” en Río de Janeiro, que se constituye y materializa en el discurso, en tanto y en cuanto, “construcción de sentido”.

Discurso hegemónico y contrahegemónico

“Es discurso hegemónico pensar que las únicas empresas que hay son empresas lucrativas. Hay que tener en cuenta que lo primero que se hace en la dimensión simbólica es invisibilizar, invisibilizar todo aquello que no entre dentro de lo que está pautado dentro del discurso hegemónico”, afirma Pastore.

Así que cuando el poder ya no puede invisibilizar más a un sector, lo que sobre viene es la deslegitimación. Dice Pastore: “Se ha invisibilizado una forma de construir economía que ha sido, que es, permanente e histórica. La economía doméstica es la forma básica, nuclear, de hacer economía. Justamente las economistas feministas, han reivindicado la economía doméstica”.

Y señala: “También se ha invisibilizado a la economía comunitaria, la que se realiza en las acciones del común y de las personas aunque no sean integrantes de un mismo núcleo familiar o de unidad doméstica. Se trata de una economía muy importante, sobre todo en los sectores populares.

Tiene arraigos históricos muy significativos. Esa economía, de por sí, suele ser solidaria”.

Cómo enfrentar el discurso hegemónico

Para enfrentar al discurso hegemónico, Pastore plantea la necesidad de elaborar estrategias contrahegemónicas, económicas, políticas y también simbólicas.

“Es muy significativo, muy potente y muy bueno que la economía popular en clave de la puesta en escena pública por parte de los movimientos sociales, lo que yo llamo la economía popular organizada, hiciera esta irrupción en la escena y la hiciera en términos de defensa de derechos, en defensa de colectivos de trabajadoras y trabajadores de esta economía, la necesidad de visibilizarla y reconocerle su legitimidad y no llamarles trabajadores de la economía informal, trabajadores en negro.

Son estigmatizaciones y deslegitimaciones sociales. Estas economías son muy potentes para dar respuestas a las necesidades sociales que las políticas públicas vienen a atender en esta etapa”.

Desde la crisis de 2001 la cuestión de la economía social comienza a ganar terreno en la ciudadanía. Revisemos algunos factores de su surgimiento: en primer lugar la crisis misma, que no es otra cosa que la crisis del estado benefactor, o mejor, la imposibilidad del capitalismo de construirse “con rostro humano”.

En segundo lugar, como bien señala Pastore, la historia, lejana y reciente, con sus distintas formas de asociaciones (mutuales y cooperativas), las que le dieron forma y contenido al “hacer” de los ciudadanos.

Y finalmente, tras la crisis, el fenómeno de las empresas recuperadas y el rol de las estructuras sindicales, que sin negarlas pero con desconfianza, comenzaron lentamente a incorporarlas a su estructura, en proceso de asimilación en pleno crecimiento.

En la actualidad la ESSP representa un camino concreto y sostenible como alternativa a las políticas neoliberales. En este sentido, es interesante la relectura del texto de Enrique Martínez (ex presidente del INTI) Ocupémonos, del Estado de Bienestar al Estado Transformador (2007), donde se plantea un camino diferente mediante la participación masiva.

En efecto, el libro busca reflejar pautas de ese Estado transformador y abrir el debate para la implementación de una alternativa de construcción colectiva. La crisis global del capitalismo esta ante nosotros. El futuro llego y es hora de ocuparse.

Juan Pablo Sarkissian

 

 

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