Isabel Fontanarrosa, sobrina de Roberto «El Negro» Fontanarrosa, brilla con luz propia en un ambiente que hasta hace algunos años era territorio exclusivo para los hombres: el rugby. Jugadora de Cardenales, uno de los pocos clubes grandes del rugby argentino que abrió sus puertas al rugby femenino.
Fue pionera de una disciplina que fue creciendo al mismo tiempo que caían mitos que tuvieron vigencia durante décadas hasta que un puñado de mujeres decidieron poner la semilla que no tardó en germinar.
Figura emblemática del club tucumano Cardenales y el seleccionado argentino, Fontanarrosa fue la primera rugbier tucumana que jugó en la élite europea y la tercera del país que pudo emigrar a Europa.
Hasta fines del año pasado jugó para Lons, un club que milita en el Top 16 de Francia, la principal liga de ese país.
Luego volvió a Tucumán para reforzar el combinado local y volcar su experiencia en una escuelita de rugby que funciona en San Pablo, una ciudad ubicada 10 killómetros al suroeste de la capital provincial.