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Israel le declaró «la guerra» a Hamas en Gaza: decenas de muertos de ambos lados

Milicianos palestinos se infiltraron en Israel desde la Franja y se lanzaron en un raid de ataques, registrando muertos y heridos por decenas. El gobierno israelí reaccionó inmediatamente con bombardeos contra Gaza, augurando una escalada bélica

El conflicto entre israelíes y palestinos volvió a estallar este sábado. El movimiento palestino Hamas, que controla la Franja de Gaza hace más de 15 años, sorprendió esta mañana al lograr infiltrar a través del militarizado límite con Israel a varios de sus milicianos para que, acompañados de miles de cohetes, se lanzaran en un raid de ataques en los pueblos y ciudades más cercanas, en el sur de ese territorio. Poco después comenzaron a circular videos en las redes de ellos circulando en auto, secuestrando oficiales de seguridad y de combates a lo largo del límite de facto entre Israel y Gaza. En ese punto de la escalada y cuando comenzaban a conocer las reacciones de repudio internacional, el Gobierno de Benjamín Netanyahu declaró «la guerra» a Hamas en la Franja y comenzó con un ataque masivo que muchos temen puede ser largo.

Analistas israelíes, palestinos y de Medio Oriente coinciden en que esta fue la ofensiva militar de Hamas más importante en años. Según el saldo oficial de víctimas, los muertos ascienden a 40, las hospitalizaciones a más de 500 y no está claro cuántos oficiales de seguridad fueron efectivamente secuestrados y si se encuentran con vida, ya que en el pasado esta y otras organizaciones armadas palestinas han retenido los cuerpos de soldados israelíes muertos para negociar con Israel. En Gaza, en tanto, las tristemente conocidas imágenes de edificios en llamas, hospitales colapsados e interminables colas de personas que intentan comprar pan o productos básicos antes de que estalle por completo el conflicto ya comenzaron a verse. 

Aunque aún no hay cifras oficiales de muertos, la cadena qatarí Al Jazeera publicó que ya llegaron docenas de muertos al hospital Al Shifa, mientras los heridos siguen acumulándose con cada nuevo bombardeo israelí. 

«Ciudadanos de Israel, estamos en guerra. No en una operación, no son rondas de combates, es una guerra», anunció Netanyahu en un video difundido en sus redes sociales mientras su país aún seguía sacudido por los ataques de la mañana, en el último día de la festividad judía de Sucot, y en Gaza ya todos se preparaban para una nueva ofensiva militar masiva, como las que mataron a miles de personas y destruyeron viviendas e infraestructura vital en 2008, 2012, 2014 y, la última vez, en 2021. 

El ataque de Hamas

La tensión escalaba año tras año, mes a mes, semana a semana, desde la última ofensiva masiva israelí contra el sobrepoblado y bloqueado territorio palestino de Franja de Gaza hace dos años. Los lanzamientos de cohetes palestinos y de misiles israelíes son una constante, que suelen intensificarse cuando hubo redadas o ataques especialmente sangrientos en los otros territorios palestinos considerados internacionalmente como ocupados por Israel: Cisjordania y Jerusalén este. 

«Decidimos poner fin a todos los crímenes de la ocupación (de Israel), su tiempo de arrasar sin rendir cuentas terminó. Anunciamos la Operación diluvio de Al-Aqsa y disparamos, en el primer ataque de 20 minutos, más de 5.000 cohetes», anunció esta mañana Hamas para oficializar su ataque, que golpeó al sur de Israel, pero sacudió al resto del territorio, donde se escucharon sirenas de alarmas y las autoridades impusieron medidas de prevención. 

La mezquita de Al Aqsa es considerado como uno de los lugares sagrados del islam en todo el mundo y, sin dudas, es un símbolo intocable para todos los palestinos y los musulmanes que apoyan su causa. Es muy común que las casas palestinas, sean en Israel o en algunos de los territorios palestinos ocupados tengan una foto o un cuadro de su famosa cúpula, ubicada en el corazón de la amurallada Ciudad Vieja de Jerusalén y a pasos de los lugares sagrados de las otras religiones monoteístas que disputan hace décadas esa zona. 

El último gran levantamiento popular palestino, la Segunda Intifada, estalló en hace poco más de 20 años contra Israel y su ocupación luego que el entonces primer ministro irrumpiera en la explanada donde se encuentra Al Aqsa en un abierto desafío político/religioso. En los últimos tiempos, el actual Gobierno de Netanyahu -aún más extremista, nacionalista, ultrareligioso y corrido a la derecha que el de 2002- había hecho bandera de dar rienda suelta a colonos y religiosos israelíes para que bloqueen o irrumpan en esa explanada y hasta forcejeen con los fieles musulmanes que van a rezar. 

Dirigentes de Hamas dijeron que el ataque fue en represalia por los sucesivos avances sobre la mezquita de Al Aqsa, por la continuidad de una ocupación militar que comenzó en 1967 y que en la Franja de Gaza hoy se ve en el bloqueo total por aire, mar y tierra de ese pequeño, empobrecido y abarrotado territorio en el que viven más de dos millones de palestinos. 

Según Hamas, lanzaron más de 5.000 cohetes, el Ejército israelí confirmó un poco más de 2.000. No está claro aún cuántos milicianos palestinos lograron infiltrarse en el sur de Israel, pero los videos que circularon en redes de ellos tomando como rehenes a policías israelíes sacudió a una sociedad israelí que hace tiempo no experimentaba este tipo de ataque. 

Netanyahu declaró un «estado de emergencia» en un radio de 80 kilómetros del límite de facto con Gaza y, desde entonces, el Ejército combatió cuerpo a cuerpo sobre esa línea para garantizar que nadie más cruzara y bombardea lo que calificó como «objetivos militares de Hamas», aunque en el pasado esto ha significado también edificios e infraestructura civil ya que esta organización palestina tiene un brazo armado, pero también es el partido política oficialista de la Franja desde que ganó las elecciones legislativas de 2006.

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