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Sociedad

Iván S. Turguénev, literatura realista y a la vez fantástica

Todavía hoy su obra sigue siendo un estimulante acicate para reflexión acerca de la condición humana.


Iván Turguénev fue un escritor ruso del siglo XIX cuyos relatos continúan inquietando a los lectores por su extraordinaria capacidad de indagar en la psicología de los seres humanos y cuestionar las imposturas sociales, principalmente las de las clases acomodadas.

Ferviente opositor del despotismo zarista su inmenso talento creativo fue parejo con su compromiso para enfrentar las injusticias sociales de su tiempo.

Una familia complicada

Iván Serguéyevich Turguénev nació en Oriol, ciudad del imperio ruso, el 28 de octubre del calendario juliano que todavía se usaba allí (el 9 de noviembre del gregoriano vigente en Occidente) de 1818, en el seno de una familia de terratenientes.

Su padre Serguéi Nikoláyevich Turguénev era oficial de caballería y falleció cuando Iván tenía 16 años.

Su madre, Varvara Petrovna Lutovínova, poseía un carácter autoritario que contrastaba con la pasividad paterna.

Afirma el escritor hispano Javier Marías que “el pesimismo de las novelas y cuentos de Iván Turguénev, que algunos de sus colegas llegaron a reprocharle, debió de ser el tributo mínimo y menos dañino de cuantos pudo pagar a un entorno familiar ominoso, por no decir resueltamente malvado. Su acaudalada y célebre madre (…) era de una crueldad, mezquindad y barbarie sólo superadas por las de su propia madre, la abuela de Iván”.

La formación

Completados sus estudios en la escuela elemental, Turguénev asistió a la Universidad de Moscú y continuando luego en la Universidad de San Petersburgo, donde leyó especialmente a los clásicos de la literatura rusa y se orientó a la filología.

Según uno de sus biógrafos, “en 1838 concurre a la Universidad de Berlín a estudiar filosofía, particularmente Hegel, e historia. I. Turguénev se impresionó con la sociedad centroeuropea de Alemania y volvió occidentalizado, pensando que Rusia podía progresar imitando a Europa, en oposición a la tendencia eslavófila de la época en su país. Igual que muchos de sus contemporáneos con buen nivel de educación se opuso especialmente al sistema de servidumbre”.

La relación de Turguénev con sus contemporáneos León Tolstoi y Fiodor Dostoyevski fue turbulenta: disentía con ambos en sus tendencias eslavistas y a su vez tenía afinidad con escritores franceses como Gustav Flaubert y Guy de Maupassant.

Señala un comentarista: “Su complicada amistad con Tolstói alcanzó tal animosidad que en 1861 éste lo retó a duelo. Si bien luego se disculpó, estuvieron sin hablarse diecisiete años. Dostoyevski a su vez parodió a Turguénev en su novela Los Demonios (1872), a través del personaje del novelista Karmazínov. En 1880, el famoso discurso de Dostoyevski en la inauguración del monumento a Pushkin versó sobre su reconciliación con Turguénev”.

En el año 1879 Turgénev visitó Inglaterra y la Universidad de Oxford le otorgó un título honorífico.

Sus comienzos

La primera obra literaria de Turguénev que cobró notoriedad fue Diario de un cazador, también conocida como Esbozos del álbum de un cazador, Memorias de un cazador o Apuntes de un cazador.

Están allí reflejadas las propias observaciones del autor mientras cazaba pájaros o liebres en la región natal de su madre, Spásskoye, y apareció en forma de fascículos en 1852.

De su fama habla el hecho de que se dijera que el futuro zar Alejandro II se viera muy influido por el libro en su decisión sobre la emancipación de los siervos y que su influencia haya sido señalada como equivalente a la de La cabaña del tío Tom en los Estados Unidos.

En ese mismo año, entre el Diario… y su primera novela importante, Turguénev escribió un notable obituario para su ídolo Gógol en la Gazeta de San Petersburgo.

“¡Gógol ha muerto! ¿Qué corazón ruso no se conmociona por estas tres palabras? Se ha ido el hombre que ahora tiene el derecho, el amargo derecho que nos da la muerte, de ser llamado grande”, escribió en esa oportunidad.

Gogol es el autor de la célebre novela Almas muertas referida a la condición de los siervos y vasallos de Rusia, además del célebre Diario de un loco.

El burócrata a cargo de la censura del régimen zarista de San Petersburgo no aprobó esta apología de Nicolás Gogol, pero Turguénev la publicó de todos modos y la decisión le valió al joven escritor un mes de prisión y el exilio a su región de origen por cerca de dos años.

Otras obras

Pueden mencionarse otros trabajos literarios como Diario de un hombre superfluo, Viaje del quinto caballo, Fausto o La Tregua.

En todas ellos Turguénev expresa las ansiedades y esperanzas de su generación.

En 1858 publicó su novela Nido de hidalgos, historia de la nostalgia por lo perdido, que contiene a uno de sus personajes femeninos más memorables, Lisa.

En 1859 Turguénev escribió su novela En vísperas, retrato del revolucionario búlgaro Dmitri Insárov.

En 1862 se publicó Padres e hijos, su libro más reconocido, en el que el personaje principal, Bazárov, se convierte en arquetipo de los personajes de ficción de la novela rusa de la época.

La obra fue vapuleada por la crítica conservadora que no toleró la impertinencia de Turguénev al ventilar los conflictos intergeneracionales.

Hay una edición realizada en la Argentina por la colección editada por el diario Crítica en 1925 con prólogo del científico y propagandista anarquista Piotr Kropotkin, quien resalta la valentía de Turguénev al desnudar la hipocresía y doble moral de las clases dominantes de la Rusia zarista y exaltando el coraje de las nuevas generaciones desafiantes del injusto orden establecido.

Cabe señalar además que en sus Relatos fantásticos Turguénev exhibe su maestría literaria, ejerciendo un particular magnetismo para con los lectores, atrapándonos con sus ficciones.

Un final inspirador

Iván Turguénev murió en Bougival, cerca de París, el 4 de setiembre de 1883. Padecía un cáncer de médula.

Se dice que en su lecho de muerte exclamó, refiriéndose a León Tolstoi: “Amigo, vuelve a la literatura”.

Con tal inspiración, Tolstoi escribió obras como La muerte de Iván Ilich y La sonata a Kreutzer utilizando el mismo título de la composición de Ludwig van Beethoven.

Por expreso deseo de Turguénev su cuerpo fue trasladado a San Petersburgo siendo enterrado en el cementerio Vólkovskoie.

Sus novelas y cuentos siguen siendo un estimulante acicate para reflexión acerca de la condición humana y sus contradicciones.

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