Pese a que cinco provincias recomendaron su uso para tratamiento de pacientes con coronavirus o en la prevención de personal de salud, especialistas advierten que la Ivermectina no fue aprobada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) para estos fines y que la evidencia científica aún no es suficiente para concluir su eficacia, por lo que pidieron «no apurarse con esta indicación» y recordaron a la población que no debe «automedicarse».
«La ivermectina es un antiparasitario que en teoría lo que haría es evitar la replicación viral, pero la realidad es que aún no hay información contundente para recomendarlo», señaló Jorge Tartaglione, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA).
Y recordó que «no está aprobado para prevención ni tratamiento por la Anmat ni recomendado por el Ministerio de Salud».
El médico cardiólogo sostuvo que «hoy representa un problema porque hay mucha información y la gente está muy ilusionada; lo que nosotros pedimos es que las personas no vayan a una farmacia lo compren por su cuenta porque como todo medicamento tiene efectos tóxicos y todavía no sabemos si sirve para la prevención», indicó.
Y continuó: «Tampoco debería recomendarse todavía desde los profesionales».
En tanto, Pablo Scapellato, médico infectólogo y docente aseguró que «hay que desalentar que las personas consuman ivermectina de modo autoprescripto, del mismo modo que no tienen que hacerlo con cualquier medicamento».
«El problema de esta difusión mediática es que puede llevar a un consumo que produzca el desabastecimiento para los usos que sí están indicado; pero además al indicarse para la prevención las personas pueden tomar la droga y dejar de lado medidas que son probadamente eficaces como el uso de tapabocas, la distancia, la ventilación y no juntarse, entre otras».
La ivermectina es una droga antiparasitaria de amplio uso en medicina humana y veterinaria, con dosis definidas para conservar un patrón de tolerancia y seguridad para indicaciones conocidas.
Desde que comenzó la pandemia se hicieron en todo el mundo, incluyendo Argentina, estudios en dos líneas: como tratamiento (para ver si disminuye la gravedad de la infección por coronavirus y la mortalidad) y como prevención (para evitar la enfermedad).
«No basta que haya estudios clínicos, sino que la calidad de esos estudios tiene que ser la adecuada, y esto no se mide sólo por la cantidad de personas que participan, sino que es importante que el diseño de esos ensayos sea bueno para poder afirmar que las conclusiones que se obtienen son fieles a la realidad», señaló Scapellato, integrante de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y profesor titular de medicina Universidad Fundación Favaloro.
Y continuó: «Hay evidencia de que la ivermectina disminuye la replicación del virus in vitro; a partir de eso se intentó extrapolar en las personas lo cual es absolutamente racional, pero hasta ahora las investigaciones que se comunicaron no tienen la fuerza tal que hagan prudente su recomendación».
«Tampoco podemos decir que no sirve. Nuestra postura es que hay que poner los esfuerzos en llevar a cabo estudios clínicos que nos permitan echar luz sobre si realmente la ivermectina puede cambiarnos la vida o va a pasar como con otras drogas con los cuales tuvimos expectativas y no resultaron», sostuvo.
En este contexto, el especialista recordó los casos de la hidroxicloroquina, azitromicina y lopinavir-ritonavir, «todas drogas que en su actividad in vitro parecían promisorias pero que cuando se hicieron estudios no cambiaban el curso de la enfermedad e incluso alguna, como la hidroxicloroquina, podía tener efectos adversos».
En referencia a la actividad in vitro, Scapellato señaló que «las concentraciones que demostraron ser efectivas para evitar la replicación del virus rara vez se pueden obtener en personas y requerirían de dosis superiores que las que se usan normalmente».
Y continuó: «¿Es posible que una concentración menor genere la misma respuesta? Bueno, para eso son los estudios clínicos. En un ser humano suceden un montón de procesos más complejos que lo que sucede en un tubo de ensayo». En Argentina, los ministerios de Salud de las provincias de Corrientes, Misiones, Salta, Tucumán y La Pampa emitieron recomendaciones en algunos casos para uso como tratamiento y en otros para prevención o para ambos fines.
En cuanto a la evidencia científica actual, un metaanálisis de 27 ensayos clínicos hecho en el Reino Unido concluyó que la ivermectina reduce la morbilidad y mortalidad producida por la infección por coronavirus.
«Metaanálisis suena a algo grande, pero la realidad es que si los estudios de base que se analizan no tienen un buen diseño, las conclusiones que se obtienen no son las mejores», indicó Scapellato.
En Argentina, un grupo de investigadores liderados por los médicos Héctor Carvallo y Roberto Hirsch hicieron un estudio entre el 1° de junio y el 15 de diciembre de 2020 con 162 personas trabajadoras de salud que recibieron ivermectina como profilaxis (indicación que se extendió a los contactos estrechos de dichos profesionales).
«A la fecha no se registraron infecciones por Covid-19 en ninguno de los participantes», según se informó en un comunicado de prensa hecho por uno de los laboratorios que financió el estudio y produce la droga en Argentina.
Otro trabajo interdisciplinario, también llevado a cabo por investigadores argentinos, concluyó que la ivermectina reduce la carga viral en pacientes infectados con el coronavirus SARS-Cov-2 si se aplica en etapas tempranas de la infección (hasta cinco días desde el inicio de síntomas).
El estudio contempló a 45 pacientes que estaban en estadios tempranos (30 recibieron ivermectina y 15 placebo) y fue hecho por un consorcio público-privado conformado, entre otros, por representantes del Instituto de Investigaciones de Enfermedades Tropicales de la Universidad Nacional de Salta (IIET, UNSa), el Centro de Investigación Veterinaria de Tandil (CIVETAN, CONICET-UNCPBA-CICPBA), la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y la Unidad de Virología y Epidemiología Molecular del Hospital Garrahan.
Pese a los trabajos citados nacionales y los internacionales, desde la SADI insisten en que «con la evidencia que tenemos hasta ahora no parece prudente aconsejar su uso salvo en el contexto de un estudio».
«Ojalá en dos semanas surja algo que nos permita decir otra cosa», concluyó Scapellato.