Por Lápida Studio
En los mandamientos jamás escritos del hip-hop se implora, a quienes quieran ser parte de su movimiento cultural, jamás olvidar sus orígenes. El proyecto audiovisual ROOM41 sigue esa doctrina a rajatabla y decidió cerrar su octava edición en colaboración del rapero y graffitero local: J3UNO.
Con más de diez años de trayectoria en la cultura y a meses de haber presentado su disco “Street Life Chroniks” en las diferentes salas y paredes de la ciudad, J3UNO, visitó el estudio ubicado en zona sur con el objetivo de llevar el nombre de sus crews a nuevas plataformas.
El representante del estilo boom bap -remitente al estilo sonoro del Rap de finales de los 80, en EEUU- hoy divulga su knowledge dando talleres de graffiti en la cooperativa Laboratorio Hip-Hop donde nos recibió y pudimos charlar con él.
–¿Cómo llega el hip-hop a tu vida?
–Por medio de la música Rap. Allá por el 2004 nos fuimos de mochileros a Brasil con mi vieja y en el lugar dónde parábamos alguien puso un DVD. Lo primero que se reprodujo fue el videoclip “Candy Shop” de Fifty Cent e inmediatamente llamó mi atención. Volví a Argentina con ganas de buscar más, pero en ese entonces no había gente rapeando en las calles, e iba de mi tía que tenía internet. En redes investigaba más sobre el género y su cultura. Estuve un tiempo así: escuchando Rap, andando en skate y convirtiendo la afición que ya tenía por el dibujo, en bocetos de graffitis. Un día encontré un local en frente de la iglesia a la que iba mi mamá: Parking. Era, para mí, la meca del hip-hop rosarino. Ahí estaba todo lo que “no se conseguía”: zapas, cadenas, gorras, camisetas de fútbol americano y sobre todo: raperos. A partir de esto empecé a juntarme con gente con la que compartía la misma pasión por el Rap, y por mi parte, a profundizar en la disciplina del graffiti.
–Profundizás en el graffiti ¿Y la escritura?
–Llegó a través de un cypher, que es cuando expones tu escrito o freestyle sobre un mismo beat con otra gente. Ya transitados mis primeros años en el graffiti y habiendo conocido a muchos raperos formé parte del crew Rapdemia Klan. Solíamos juntarnos en el estudio de uno de los pibes en el barrio Puente Gallego. Ellos hacían música y yo solo iba a ranchar hasta que un día me insistieron en que me ponga a escribir. Esa fue mi primera conexión con la escritura y de ahí no la solté. Pasados los años y de mi crew actual, BMK, salió el grupo Borrachos Molestos, donde compartía escenario con Bruno Introini. Esto duró un tiempo hasta que me di cuenta que el estilo de vida que llevaba y reflejaba en las canciones ya no me representaba. Ahí decidí tomarme un break para empezar a cranear durante años lo que se convirtió en mi último disco: “Street Life Chroniks”.
–Se hace presente el concepto “crew” ¿Qué es y en qué consiste?
–Si vamos a la teoría, un crew, es un grupo de personas con un mismo fin. Pero desde BMK nos interesa profundizar en este concepto. Por ejemplo, cuando salís a hacer un graffiti, salís a arriesgar tu vida, entonces, tenés que estar con gente en la que confiar incondicionalmente y por consecuencia, estás atento a otros detalles que sobrepasan lo superficial de salir pintar una pared o juntarse a hacer un tema. Sabes cómo está la mamá de tal, te pones contento porque aquel va a ser papá, ayudas a otro a levantarse la casa, etc. Si bien nuestro nexo es el graffiti somos personas autónomas y nos vamos a apoyar mutuamente en cada uno de nuestros proyectos. Si hay una palabra que define a BMK es familia.
–¿Cómo te autogestionas con una filosofía tan alejada del paradigma mainstream donde el individualismo parece ser la solución?
–En la crew hay tatuadores, filmmakers, productores musicales, productores de eventos, ilustradores, emprendedores y raperos. Siempre a alguno le llega una propuesta. Se suman quienes quieran participar y a partir de ahí todo es coordinado y consensuado en partes iguales entre los involucrados. Siempre fuimos por el lado cultural, intentando abarcar y estar presentes en más de una rama del hip-hop. En esta circunstancia creo que también es importante apoyar a otros compas en la misma sintonía. Asistiendo a sus eventos y como hicimos más de una vez, aportando con shows y pintadas a beneficio. Yo personalmente soy autogestor de mi vida desde que tengo uso de razón. Vengo de una familia de mujeres humildes y laburantes. Tengo el ejemplo de mi vieja y mi abuela que se levantaban a las seis de la mañana para que yo vaya a la escuela. Siempre se la rebuscaron y me dieron bastante de esa filosofía hustler. En mi vida hice de todo. Trabajé para personas en múltiples rubros hasta que me cansé y, entendiendo que hay que comer, ahora solo hago lo que me gusta.
–¿Esta mirada plural del movimiento es la que te lleva a ser tallerista?
–Ser tallerista viene de la mano de un montón de cosas. Fue realmente salir del egocentrismo que muchas veces te inculca el hip-hop. Si vamos a los inicios, nació de gente que no tenía voz y que cuando la pudo alzar, se creyó tanto su propio discurso que terminó pensando que era el único válido. Pero, en realidad, el hip-hop siempre fue una comunidad, por ende, es necesario compartir el conocimiento y ayudar al prójimo para crecer en conjunto. Entonces, cuando me ofrecieron esta posibilidad tuve que preguntarme: ¿Qué conocimientos tengo yo? ¿Estoy preparado para compartirlo? Estás preguntas me ayudaron a descubrir información que estaba alojada en mi cabeza y a analizar acciones que realizaba por inercia. Esto me hizo evolucionar y comprender que otra gente puede hacer cosas muy diferentes a mí siendo igual de válidas. Me ayudó a descubrir mundos que no había explorado.
Ya siendo tallerista, veo que nunca se dejo a de aprender. Siempre va a venir un pibe de doce años a volarte la cabeza con algo nuevo y si vos querés estar a la vanguardia de un movimiento tenés que estar observando todo. Desde lo más viejo a lo más actual. Desde lo que están pegados, hasta lo que se están por pegar. Tenés que estudiar. Corta.
–Me nombraste talleres, shows, eventos, graffitis, etc. ¿Te consideras un activista hip-hop? ¿Qué te convierte en uno?
–Hacer. Vos podés hablar pero si no están los facts en la calle esa palabra no vale. Me considero un activista hip-hop porque todo el mundo puede ver, seas o no del movimiento, que yo me muevo hace años por esto y no se me caen los anillos por decirle a un pibe nuevo o a alguno de mis alumnos que la rompe y que pinta mejor que nadie. Hay mucho aval por el tiempo y amor invertido en la cultura. Cada cosa que hemos logrado, es una meta conquistada y como alguna vez escribí: “Nadie nos regaló nada, todo tuvo un precio” ¡y lo re pagamos! La pateamos, fuimos a eventos, rapeamos para mil personas y no nos dieron un peso, pintamos, caímos en cana, fuimos a ciudades sin saber donde mierda estábamos solo para poner BMK, entonces, yo creo que sí, soy un fucking activista del hip-hop.
–Lanzaste tu round de ROOM41 ¿Qué tenés para agregar?
–Este año, en lo musical, es una locura. Antes de sacar el disco hacía mucho tiempo que no subía a un escenario ni estrenaba nada nuevo. Estuve muy compenetrado creándolo y el proceso se me hizo eterno, por ende, tenía mucha ansiedad respecto a su repercusión. Para mi sorpresa la gente lo tomó de una manera muy positiva que me llevó a rapear en varias salas de Rosario y el país. Tras ese arduo trabajo, recibir la propuesta de ROOM fue un premio hermoso. No lo podía creer. Iba a estar rapeando en el lugar donde pasaron un montón de otras bestias que escucho hace años. Apenas me enteré le dije a Bruno (Introini) que me ayude con la pista. Quería que suene bien BMK y representar, al mismo tiempo, a Laboratorio Hip-Hop. Sabía que a los ROOM los escuchan muchos rappers independientes al hip-hop y ví necesario representar la casaca, también, en ese ambiente selecto.
El ROOM 41 de J3UNO ya está disponible en el canal de YouTube @R41ARG completando el round ocho junto a Natasha Fei y Jesse Pungaz.
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