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Jack London: la aventura de la lucha por la vida y la libertad

Relatos suyos como El llamado de la selva son una metáfora sobre la resistencia del hombre ante la opresión.

La primera lectura trascendente de mi vida fue a los ocho años un libro de Jack London de la colección Billiken. Con tapa roja ilustrada con el dibujo de un hombre y un perro trabados en lucha, su título era El llamado de la selva. Otras traducciones lo presentan como La voz de la sangre o La llamada de lo salvaje.

El impacto que causó en mí esa lectura infantil fue enorme, y aún permanece. El autor narra la historia del perro Buck, vendido a hombres rudos y sedientos de  riquezas. La vida del can cambia radicalmente, ya que de la placidez de su existencia como cachorro pasa a padecer la “ley del garrote” que le aplican para disciplinarlo hombres ambiciosos de dinero y poder.

En principio Buck acepta los castigos, pero luego de diversas peripecias –luchas con sus congéneres huskies y otras desventuras– comienza a desafiar las imposiciones de sus crueles amos y se rebela ante sus opresores.

Sobre el final de la novela, London explica que un encuentro fortuito marcará su devenir. En la vida de Buck hay un cambio muy importante: comienza a escuchar la llamada de su origen salvaje y empieza a recobrar las visiones de la vida prehistórica, las de la horda primitiva que merodeaba libremente. Luego tiene un encuentro con un lobo gris, que será su hermano salvaje. Después de haber vivido este encuentro, Buck empieza a cazar su comida con una eficacia y un ingenio que sólo podría tener él. Al regresar al campamento observa que todos sus compañeros de especie habían muerto, producto de un ataque. Después de haber visto escenas tan horrendas Buck ataca a los invasores matando a dos de ellos. Entonces decide integrarse a una manada de lobos grises y su leyenda cobrará vida por generaciones de perros que romperán el yugo de la dominación a que son sometidos.

Es posible vislumbrar en este relato una metáfora de las luchas por la libertad que gran parte de la especie humana libra desde hace siglos contra quienes erigieron regímenes despóticos para detentar privilegios a costa del sufrimiento de la mayoría. Recordemos por ejemplo la gran rebelión de los esclavos encabezados por Espartaco contra el Imperio Romano, las rebeliones campesinas desde los siglos XIV y XV, las luchas de resistencia de los luditas ingleses contra el industrialismo, las revueltas y huelgas proletarias del siglo XIX y tantas otras gestas emancipatorias que aun habiendo sido derrotadas fueron creando conciencia en los explotados.

Hay quienes pretenden atribuir a London una visión darwinista de “supervivencia de los más aptos”. Por el contrario, este autor reflejó en sus relatos el afán de solidaridad de los humillados y ofendidos por los sistemas jerárquicos y excluyentes de las mayorías.

Así, sin ánimo de etiquetarlo, corresponde señalar que sus ideas eran cercanas a un socialismo libertario como lo refleja en La huelga y El talón de hierro.

Esbozo biográfico

Jack London fue un escritor, periodista y ensayista norteamericano nacido bajo el nombre de John Griffith Chaney el 12 de enero de 1876, en San Francisco (California), pero se lo conoce popularmente por su seudónimo. Su formación fue autodidacta; se autoeducó concurriendo a la biblioteca pública de su ciudad natal leyendo libros vorazmente

En 1883 encontró la novela Signa, de la escritora Ouida (seudónimo de Maria Louise Ramé), que leyó con entusiasmo. En la misma, se relata la historia de un joven campesino italiano sin estudios escolares que alcanza fama como compositor de ópera. Jack London  atribuyó a este libro la inspiración para comenzar su labor literaria.

Como señala uno de sus biógrafos, “en el año 1893 se embarcó en la goleta Sophia Sutherland, que partía hacia la costa de Japón. Cuando regresó a Estados Unidos de Norteamérica el país estaba inmerso en el pánico de 1893 y en Oakland se llevaban a cabo protestas de obreras. Desempeñó trabajos agotadores en un molino de yute y en una central eléctrica del ferrocarril, en 1894 se unió a la Kelly’s Industrial Army, una manifestación de proletarios desempleados en protesta hacia la ciudad de Washington, y comenzó su vida de vagabundo con conciencia social. Como consecuencia de esta participación en 1894, pasó treinta días en la penitenciaría de Erie County, en Buffalo (Nueva York) por vagabundeo”.

En The road escribió: “La manipulación del hombre fue simplemente uno de los menores horrores no aptos de mención, para evitar ofensas morales, de la penitenciaría de Erie County. Digo que no es «apto de mención» y en justicia debo decir también «inconcebible». Eran inconcebibles para mí hasta que las vi, y no era un jovencito con respecto a la vida y los tremendos abismos de la degradación humana. Se requeriría de una caída en picado considerable para alcanzar lo más bajo de la penitenciaría de Erie County, y lo hago pero rozo suave y chistosamente lo superficial de las cosas tal como las vi allí”.

La vida de Jack London fue intensa: laboró en oficios diversos y a la par escribió relatos que despiertan en los lectores sentimientos de solidaridad. Sus contemporáneos no siempre lo trataron con respeto. Sus posiciones políticas contundentes contra las injusticias sociales lo hicieron protagonista de múltiples polémicas. Su éxito literario fue simultáneo con los padecimientos de los hombres que deciden no renunciar a la lucha social por la libertad en un sistema que premia a los obedientes.

Stasz afirma que “London consideraba a los militantes anarquistas miembros de la organización Industrial Workers of the World (Trabajadores Industriales del Mundo) como una adición bien recibida a la causa socialista”. Pero nunca se les unió formalmente, aunque interaccionó con militantes como Big Bill Haywood en 1912. Además, señalan sus comentaristas: “Es evidente un punto de vista socialista en sus obras, más notable si cabe en su novela El talón de hierro. El socialismo de Jack London venía del corazón y de su experiencia en la vida, y no de la teoría o del socialista intelectual”.

A menudo se despedía en sus cartas con la frase «Vuestro para la Revolución».

Sus obras

Entre sus obras se cuentan La llamada de la selva (1903), El lobo de mar (1904), Cuentos de la Patrulla Pesquera (1905),The game (1905), Colmillo Blanco (1906), Adán Edén (1907), El talón de hierro (The Iron Heel) (1908), Aventura (1911) y El mexicano (1911).

Murió a los 40 años el 22 de noviembre de 1916 en Glenn Ellen (California).

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