El cantautor cordobés Jairo llevará en mayo su espectáculo “Jairo de Oro, 50 años de música” a la ciudades Rosario y Córdoba, antes de su gran show del 11 de septiembre en el porteño Teatro Gran Rex.
El músico estará el 16 de mayo en el Teatro Libertador San Martín de Córdoba y el 23 de ese mismo mes hará lo propio en el Teatro El Círculo de Rosario.
En sus conciertos, el artista repasará composiciones propias y ajenas que dieron sustento a su ininterrumpida labor de medio siglo, en donde se movió con soltura entre la canción popular argentina y la francesa.
A lo largo de su extensa carrera, Jairo compartió trabajos con figuras de la talla de Ástor Piazzolla, Atahualpa Yupanqui, María Elena Walsh, Horacio Ferrer, Mercedes Sosa y Julio Cortázar, entre otros.
Algunas anécdotas de sus inicios
Fragmento extraído del sitio oficial del cantante en Internet:
“Un día, a la salida de clases, uno de sus compañeros del segundo año, Luis González, lo abordó en la calle:
–Disculpáme, hace tiempo que quería preguntarte ¿vos sos Marito González, el cantante?
A partir de aquel día comenzaron a escribir canciones, lo que significó para él una manera perspicaz de renovar su entusiasmo.
La oportunidad se presentaría de la mano de Luis Aguilé, quien en uno de sus frecuentes viajes a Argentina y gracias a su amistad con Luis González accedió a escucharlo.
Luis me dijo que si bien le gustaban, pensaba que las canciones no eran para su estilo. –Pero– continuó Aguilé adoptando una actitud tranquilizadora –pienso que eres tú quien debe cantar estas canciones. En ese caso, llegado el momento, yo podría ayudarte.
Y ahí mismo, en presencia de los ejecutivos de la CBS, lanzó sobre la mesa una jugada a dos bandas:
–O bien viajas a España en los próximos meses para grabar en mi sello independiente (“Showman”) o, en su defecto, comprometo a CBS (hoy Sony) para que te produzca un disco aquí en la Argentina.
–No necesito pensarlo ni un minuto– dijo él –me voy a España.
La intención manifiesta de Luis Aguilé de abrir las puertas de su productora independiente a otros cantantes, fue muy importante para que su decisión de llevarlo a España se cristalizara casi inmediatamente.
La nueva situación lo obligó a replantearse algunas cosas. El dibujo, a pesar de sus buenos augurios, quedaba relegado hasta nueva orden. Y eso era aplicable también a la gente y a las cosas que lo rodeaban. Se produjo una profunda división entre el antes y el después.
El día de su viaje a Madrid recibió desde Cruz del Eje un escueto telegrama de sus padres: “Contigo-stop-va-stop-nuestro-stop-corazón”.
Antes de lo que hubiera podido imaginar, se le presentaba una nueva oportunidad para andar la senda más obsesivamente amada: el canto”.