Estados Unidos contenía este jueves el aliento a la espera de los resultados finales de las elecciones de esta semana, con el candidato demócrata Joe Biden más cerca aún de convertirse en presidente electo mientras el republicano Donald Trump sufría tres reveses consecutivos en su polémica ofensiva legal para detener el recuento de votos en estados decisivos.
Biden seguía el jueves a solo seis de los 270 electores que un candidato necesita para ganar la Presidencia de Estados Unidos, una cifra que alcanzará ganando en cualquiera de los cuatro estados donde aún sigue el escrutinio y donde todavía no fue proyectado un vencedor: Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte y Nevada.
En Nevada, Biden estiró este jueves fuertemente su ventaja en unos 4.000 votos, desde los 7.647 a casi 12.000, informaron autoridades electorales al anunciar una nueva tanda de votos escrutados y alcanzar el 76%.
En Georgia, en tanto, un juez rechazó una demanda interpuesta ayer por la campaña de Trump para que se frenara el recuento hasta que se desecharan votos recibidos por correo y se fiscalizara que el escrutinio estaba cumpliendo con todas las leyes.
Allí faltan contar unos 47.000 votos y la diferencia es de casi 12.800 a favor de Trump, pero Biden avanzaba y achicaba esa ventaja.
En Pensilvania, la Justicia decidió frenar el escrutinio y luego la Corte Suprema lo reactivó. Aún se están analizando recursos presentados por la campaña del presidente, pero el conteo continúa, ya alcanzó el 88% y la tendencia es que Biden está achicando la brecha.
Carolina del Norte detuvo su escrutinio hasta la semana próxima, pero la atención no está puesta allí, donde Trump mantiene una ventaja también pequeña, pero con mejor proyección.
Aunque los principales medios ya proyectaron a Biden como ganador en Michigan, la campaña de Trump había intentado ayer frenar ese escrutinio en los tribunales, pero, como en Georgia, su pedido fue rechazado.
Pese a estos reveses, referentes republicanos cercanos al mandatario interpusieron una nueva presentación judicial, esta vez en Nevada, para que se detenga el conteo de miles de votos que ven como «ilegales».
En conferencia de prensa en Las Vegas, el ex fiscal general de Nevada Adam Laxalt y el ex director nacional de inteligencia Ric Grenell dijeron que miles de personas votaron en Nevada pese a que ya no residen en el estado.
A lo largo del día, Trump, de 74 años, dejó claro una y otra vez que no aceptará la derrota sin cuestionarla tanto en lo discursivo como en lo judicial.
«Ganamos esta elección», dijo desde la Casa Blanca el miércoles, cuando denunció que había habido «fraude».
El presidente recurrió este jueves a Twitter para volver a pedir que se frene el conteo de los votos.
«Cualquier voto que haya llegado después del día de las elecciones no será contado», escribió el presidente en Twitter. «Detengan el conteo», exigió.
En paralelo, su campaña emitió un breve comunicado para reforzar su ofensiva en la Justicia: «Si cuentan los votos legales, ¡fácilmente gano la elección! Si cuentan los votos ilegales y tardíos, ¡nos pueden robar la elección!»
Sin embargo, el conteo continuaba en los estados en disputa y Trump acumulaba 214 votos electorales, mientras que su rival, 264.
En este contexto de incertidumbre y denuncias, un silencio que cada vez se hace más evidente es el del Partido Republicano nacional y sus dirigentes.
Hasta ahora, ningún dirigente del oficialismo, por fuera del círculo íntimo del presidente, apoyó públicamente las denuncias de fraude o llamó a anular votos.
Por el contrario, Trump sumó una nueva voz crítica. El jefe de una misión de observadores electorales de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) acusó a Trump de «flagrante abuso de poder» por haber pedido la interrupción del recuento de votos de las elecciones presidenciales de esta semana antes del fin del proceso.
«Lo que es verdaderamente perturbador, es que el jefe de Estado norteamericano haya pedido el fin del recuento desde la Casa Blanca, es decir, con todos los símbolos del poder a su alrededor, debido a su supuesta victoria, dijo el diputado alemán Michael Georg Link al diario Stuttgarter Zeitung.
Mientras el presidente se muestra decidido a judicializar los resultados y no reconocer una posible derrota, Biden, de 77 años, sigue manteniendo su cautela. Sin declararse vencedor, el jueves dijo que confiaba en ganar la Presidencia y concentra todo su esfuerzo en reclamar que «cada voto debe contarse».
«Mantengan la fe. Vamos a ganar», insistió hoy por Twitter y repitió una vez más: «Cada votos debe ser contado.»
A dos días de las elecciones, las proyecciones lo benefician en el Colegio Electoral y ya no hay dudas de que ganará con comodidad el voto nacional popular: 50,5%, o 71.772.708, frente al 47,9%, o 68.120.263, de Trump.
En un nuevo mensaje breve, cauto y sin ningún triunfalismo, Biden pidió que todos los ciudadanos «tengan paciencia», llamó a «la calma» y se mostró confiado en que «el proceso (electoral) está funcionando».
Desde el centro de Delaware, su estado natal y donde se encuentra su bunker electoral, Biden no habló de los resultados que faltan en los cuatro estados clave que tienen en vilo al país. Solo hizo una mención optimista: «Estamos satisfechos con el lugar en el que estamos.»
Serio y lleno de confianza, llamó a la calma, luego de una jornada en la que el presidente y candidato a la reelección, Donald Trump, denunció un fraude electoral una y otra vez, y acusó a las autoridades electorales de los estados con final abierto de estar contando «votos ilegales».
«Les pedimos a todos que mantengan la calma. El proceso (electoral) está funcionando, los votos se están contando», dijo Biden y le mando un mensaje corto, pero claro a su contrincante y su estrategia de judicializar los resultados: «La voluntad de la gente es la única que elige al presidente, nadie más».