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Jóvenes con valores e ideales para sostener en alto las banderas de la Causa Malvinas

En este 39 aniversario de la guerra en las islas, los hijos de los ex combatientes se hacen visibles poniendo en evidencia lo que construyeron junto a sus padres: solidaridad, convicciones, amor a la patria y al prójimo fueron lo que hicieron carne quienes conforman la llamada Generación Malvinas

Juan Aguzzi / Juan Pablo Sarkissian

Una nueva fecha, un nuevo aniversario, el 39, de la cruenta Guerra de Malvinas, en la que perdieron la vida una gran parte de los soldados conscriptos que participaron, que fueron enviados sin que la mayoría tuviera la instrucción necesaria para entrar en un combate de las dimensiones que finalmente tomó esa contienda.

Porque, hay que decirlo, el servicio militar obligatorio que se cumplía por esos años –y desde 1901, año en que se instauró– significaba, por sobre todas las cosas, un lugar de castigo, un abuso de uniformados por sobre los civiles que eran conminados a cumplir un mandato. Los soldados que participaron –independientemente del arma a la que pertenecieran– fueron maltratados antes y durante la Guerra de Malvinas, con el aditamento que allá en el sur y en manifiesta inferioridad de condiciones a muchos se les fue también la vida.

Gran parte de esos soldados no repararon en estas cuestiones –el colimba aceptó siempre el rigor de los castigos corporales y psicológicos como parte del “entrenamiento” al que se acostumbraba a llamar “baile”, y donde también no pocos dejaron la vida por un paro o una descompensación como consecuencia de un “ejercicio físico torturante”– y fueron a Malvinas a luchar “por la patria”, lo sintieron de esa manera y vivieron las penurias abrazados a esa idea, sin que cuente demasiado que quienes los lanzaron a ese escenario fueron parte de la dictadura cívico-militar genocida más sanguinaria del país, que incluso había hecho desaparecer a sus propios compañeros colimbas que pensaban diferente.

Los soldados que pudieron volver, que salvaron sus vidas, ya no fueron los mismos. Sobrevivir a una guerra de esas características les cambió la existencia para siempre. Y buena parte de las gestiones de gobierno y de la sociedad les dio la espalda, o, si no, no supo contener las penas que traían estos jóvenes enviados al infierno.

Salvo excepciones, fue muy difícil que la Causa Malvinas se internalizara en la sociedad de modo de poder sanar las heridas que aquellos hombres traían. Pero ellos, esos otrora jóvenes soldados, volvieron a demostrar que el coraje y la lucha era algo que no había quedado en las islas y que necesitaban ponerlo nuevamente de manifiesto para lograr que la clase política y la sociedad en su conjunto, los hiciera parte del modo en que lo merecían. Así fueron conformándose los Centros de ex Combatientes en ciudades de todo el país, donde los veteranos pudieron juntarse para poner en evidencia todo lo que eran capaces de hacer y que, íntimamente, se relacionaba con lo que habían adquirido durante la guerra: solidaridad, valor, convicciones, amor a la patria, al prójimo.

Pero paralelamente sus historias personales fueron complejas y la falta de contención de un Estado presente –algunos derechos adquiridos costaron décadas– derivaron en muertes prematuras por distintas dolencias y, muy alarmante, por suicidios que, hasta la fecha, casi doblan las muertes ocurridas en las islas. Pero los veteranos resistieron –así como lo hicieron en Malvinas– y continuaron dando su “batalla” social para que se comprendiera por lo que habían pasado y se legitimara su lugar como institución.

Y en ese trajinar, hubo dificultades al interior de sus familias, con sus hijos, a quienes muchos no pudieron transmitir esas “penas del corazón”, o lo hicieron a medias –no todos, algunos pudieron franquearlo con mayor fortuna– porque eran grandes la tristeza y la angustia que los acometían cada vez que lo intentaban. Pero muchos de esos hijos-niños se hicieron jóvenes acompañando a sus padres en las actividades de los Centros y aprendieron a sentir suya la Causa Malvinas.

Desde pequeños participaron de las actividades solidarias y de ayuda a todo tipo de causas nobles que los veteranos llevaban a cabo, acaso para reparar en otros necesitados la contención que ellos no habían tenido: desde participar en salvatajes y logísticas en las grandes inundaciones hasta dar de comer a gente en situación de calles, los ex combatientes siguieron luchando contra esas adversidades con todo su coraje. Esos hijos e hijas, para sentirse parte de la institución, hoy conforman lo que llaman Generación Malvinas porque quieren acompañar y seguir levantando las banderas de lucha de sus padres y porque se saben las nuevas generaciones que continuarán la Causa Malvinas.

Los veteranos lo saben y apuestan a ellos depositando su confianza para que sigan su posta y respetan sus proyectos y opiniones porque allí está el futuro de lo que ellos construyeron. “Es natural para muchos de nosotros formar parte del Centro de ex Combatientes, lo que ha cambiado es la visibilidad; durante toda nuestra vida hemos participado de los actos, hemos vivido la Causa Malvinas en nuestras casas de una manera particular, llenos de emociones, de contradicciones, de angustia, de dolor y de efervescencia porque cuando llega el 2 de abril hay como una ebullición en nosotros, que es lo que nos han transmitido ellos”, dice Ever Arnoldo, un miembro de Generación Malvinas e hijo de uno de los ex combatientes.

Por eso en este nuevo aniversario de la Gesta de Malvinas, la generación de hijos de veteranos tuvo una destacada participación en todas las actividades del Centro de ex Combatientes de Rosario. En lo que sigue, además de las miradas de los veteranos, pueden escucharse sus voces contando la dimensión del abrazo que prodigan a la Causa Malvinas.

Los testimonios

“Cuando volvimos de Malvinas nuestros objetivos fueron claros, tratar de juntarnos y conformar las instituciones que hoy son respetadas por nuestro pueblo, porque cuando volvimos muchos de nosotros no pudimos reinsertarnos en la sociedad porque teníamos una historia complicada y algunos lo pudimos superar y otros no. El fin principal fue ayudar a esos compañeros que la pasaban mal: el olvido, la indiferencia, las miradas esquivas de los gobiernos de turno nos llevaron a conformar las instituciones, que hoy son ejemplo en muchos lugares del país.

Desde hace casi 30 años cambiamos ese dolor y la bronca que nos dejó la guerra en acciones solidarias, eso es lo que hace hoy la institución del Centro de ex Combatientes de Rosario y eso se hace con un trabajo en conjunto, nosotros tenemos cerca de 400 socios en la institución pero también ahora nos acompañan nuestros hijos que son las nuevas generaciones y el futuro de la patria; en ellos depositamos nuestra confianza para que sigan con nuestra posta, la que debemos llevar todos, porque la causa Malvinas no es sólo de los veteranos de guerra sino de todo el pueblo argentino. Ellos mamaron esta causa desde muy chicos y ahora ellos han crecido y han tomado la decisión de continuar con esto”. Claudino Chamorro / Presidente del Centro de ex Combatientes de Rosario

No olvidar la propia historia

“Lamentablemente muchos compañeros se están yendo y nos fuimos poniendo viejos también y en realidad para que continúen con esto de mirar al otro, de ver las necesidades que hay en nuestro pueblo, creo que ellos, nuestros hijos, no solamente nos acompañan sino que se están moviéndose solos, y lo maravilloso es que hay también muchos jóvenes que no son hijos de veteranos que se suman a acompañarnos, porque esta historia le pertenece a todos, nosotros decimos que el que se olvida de Belgrano se olvida de la bandera, el que se olvida de esta historia no es que se olvida de los veteranos de guerra sino que se olvida de su propia historia; hoy hay gente joven que tienen proyectos y miradas sobre Malvinas, sienten más la causa y tratan de interiorizarse. También se trabajó con el Ministerio de Educación para que se implemente el tema de Malvinas, que es una historia contemporánea, se necesita que se estudie sobre nuestra soberanía, sobre lo que nos quitaron”. Raúl Gómez / Secretario

Dar la voz y poner el cuerpo

“Nosotros nacimos y nos criamos a la par de la lucha y la solidaridad de nuestros padres, hoy tenemos mayor relevancia porque estamos más grandes y tenemos mayores responsabilidades pero muchos de nosotros conocemos a los veteranos de toda la vida porque cada uno de ellos sabe qué paso con nuestros padres, entonces es natural para nosotros formar parte del Centro de ex Combatientes, lo que ha cambiado es la visibilidad; nosotros arrancamos en Rosario y la región en 2008 y después se fueron sumando jóvenes que no eran hijos de ex combatientes pero que aportan mucho y con el paso de los años fuimos tomando diferentes roles, lo que hacemos es acompañar las actividades de la institución y estar presentes porque hemos mamado eso: solidaridad, convicciones, valores, amor por la patria, amor por el prójimo, amor propio y lo que hacemos ahora es ocupar un rol de mayor acción, por ejemplo, mi viejo no está porque murió, entonces es darle voz y poner el cuerpo para alguien que ya no está.

Los veteranos hicieron lo propio con sus compañeros porque cuando volvieron de Malvinas, se pusieron al frente por los que ya no estaban, por los que habían caído dando la vida por la patria, para sostener el recuerdo de sus compañeros; lo hicieron porque se sentían bien haciéndolo y porque nunca se olvidaron de lo que habían pasado. Participan con nosotros muchos hijos de ex combatientes que fallecieron, de otros que se suicidaron. Yo tengo la historia particular de que mi viejo hablaba mucho de Malvinas, pero hay otros jóvenes que no tuvieron esa oportunidad y llegan al Centro de ex Combatientes a escuchar la historia de su papá porque a veces algunos no pudieron preguntar porque sus padres se ponían mal o tristes y ellos no querían seguir ahondando en la herida y esa gente se queda con dudas y viene acá a saber pero también movilizados por un sentimiento. Año tras año se fueron sumando muchos jóvenes. Hay muchos chicos que vienen del interior a estudiar a  Rosario y se suman al grupo y a sus padres no los conozco pero probablemente estuvieron con mi papá en la guerra y hay como un mismo lenguaje”. Ever Arnoldo / Generación Malvinas

Fotos de una historia

“A mí me pasó el caso de Daniela Pereyra, ella no tenía ni siquiera una foto de su papá en el servicio militar y cuando llega al Centro preguntando por su padre, yo le pasé fotos de su papá y le conté parte de la historia, le conté de esos 74 días que estuvimos en Malvinas y ahí hay vivencias muy fuertes y todo eso era algo que ella ignoraba porque el padre nunca lo había contado. Muchos de los hijos vienen al Centro a buscar esas historias, esa información, y también ese acompañamiento que quizás los padres no les hayan dado”. Claudino Chamorro

Otro tipo de guerra

“El tema de los relatos de los que estuvimos en la guerra hacia nuestro hijos no es ni más ni menos que lo que vivieron nuestras madres porque ellas no querían ahondar en el dolor y entonces no querían preguntar nada para no jodernos y recién después de 35 años pudieron hablar algo sobre Malvinas, por eso intentamos transmitirles ahora a nuestros hijos todo lo que pasamos. Nosotros decimos que la indiferencia nos golpeó más que la guerra porque lo único que queríamos hacer cuando volvimos era reinsertarnos en la sociedad y en principio nos dieron la espalda, en esa época no hubo una contención psicológica porque, si no, no hubiera habido la cantidad de suicidios que hubo, van cerca de 1400 ya y los compañeros que cayeron en la guerra fueron 632, tampoco hicieron visibles las enfermedades orgánicas, los ex combatientes no iban ni al médico.

Hoy sufrimos otros tipos de guerra, por ejemplo, de cada diez compañeros, 9 son diabéticos, cuatro o cinco tienen cáncer, eso tiene que ver con el abandono que sufrimos y con lo que dejó esta guerra, que además de las secuelas físicas y psicológicas te deja secuelas en el alma y eso nunca se sana, se sobrelleva y cada día eso se va acentuando más; el año pasado hubo más de 200 muertes de compañeros de causas “naturales” pero en el fondo creo que era una suma de todas esas cosas que se sufrieron”. Raúl Gómez

Las hijas: jóvenes protagonistas 

“Toda mi infancia y mitad de mi adolescencia la compartí en el Centro de ex Combatientes, los conozco desde que tengo dos o tres años, el tema Malvinas es de todos los días, nos atraviesa, siempre se está pendiente de alguna noticia, si pasó algo con los ex combatientes o con las islas, todos los días se habla de Malvinas, hay un grupo nacional desde donde se hacer circular toda esa información, y estar acá es como recordar los momentos donde ayudamos mucho a la gente, por ejemplo en la inundación de Santa Fe, donde el Centro estuvo muy activo; el año pasado en plena pandemia muchos chicos se ocuparon de llevar comida a los barrios”.  Claudia Almúa / Generación Malvinas

“Yo nunca olvido las palabras que mi papá sigue diciendo hasta hoy que es que fueron muchas más las personas que se suicidaron después de la guerra que las que cayeron allí; yo estoy agradecida de tener a mi padre y cuando se acerca esta fecha que es una fecha sensible, uno puede ver cómo hay ex combatientes que se empiezan a poner mal, tristes, a mi padre se le ponen los ojos brillosos porque a él le moviliza mucho esta situación pero el homenaje es a ellos, a los que se siguen movilizando por los que no volvieron, los que dejaron su vida, que son los verdaderos héroes; estar en este grupo de Generación Malvinas siempre me movilizó: en las vigilias, cuando llevábamos la bandera más larga del mundo, en la cocina con la que íbamos a darle comida a la gente de la calle, actividades con la facultad de Humanidades; también en esto de dar voz, de decir que las Malvinas siguen más vigentes que nunca, que son argentinas, que todos debemos abrazar esta causa”.  Laura Banzaquén / Generación Malvinas

Parte de la Institución

“Nuestra realidad es producto de una transformación que hicieron ellos durante 39 años que  como hijos nos permitió vivir una vida diferente, cargada de simbolismos, pero diferente, y es el resultado también de movilizarse, de marchar, acampar, de valores e ideales, por eso esta posibilidad que nos dieron nuestros padres queremos sostenerla en el tiempo y en  la institución, porque es la institución que crearon ellos y nosotros vimos crecer, se hizo mucho para concretar el sueño de la institución propia y cuando nos preguntamos quién puede seguir con esta historia y quiénes pueden preservar la esencia del grupo, nos respondemos que nosotros, la Generación Malvinas somos quienes sostenemos esas banderas y quienes nos comprometemos a continuar la causa. Ever Arnoldo

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