Desde la semana pasada seis organizaciones de distintos barrios abren sus puertas para fabricar 15 mil barbijos que irán a centros de salud públicos y a quienes trabajan en la Municipalidad de Rosario en tiempos de aislamiento por el coronavirus. Quienes arman con hilo y tela friselina los elementos de protección son mujeres y jóvenes del programa Nueva Oportunidad que desde 2013 intenta capacitar y empoderar a personas que no completaron la escuela ni tienen la suerte de poder trabajar en blanco. Son quienes viven de la economía informal y viven con lo justo.
En turnos, respetando la distancia y las normas de sanitarias para lugares de trabajo los seis lugares de las asociaciones civiles avanzan con la producción de barbijos desde el jueves. En poco tiempo cada uno entregará entre 2 y 3 mil unidades para que use el personal de salud y el de la Secretaría de Desarrollo Humano y Habitat del municipio. Para poder volver a producir hicieron un llamado a recibir donaciones de hilo de algodón o poliester (tanto para máquina recta como para remachadora), tela friselina de 80 gramos y precintos de alambre cubiertos como los que se usan para embolsar pan. Quienes deseen ayudar pueden contactarse con las organizaciones a través de las redes sociales de la Municipalidad de Rosario.
Ejemplar
En 2008 la Asociación Civil Evita Sol Naciente abrió su sede en 24 de septiembre, en el barrio Domingo Matheu, donde mantenía una huerta, cursos de tapicería, marroquinería y otras actividades que fueron canceladas por la pandemia. Lo único que quedó abierto fue la sala donde un grupo de 6 chicos y chicas de entre 18 y 25 años de Villa Moreno, La Lata y barrio Tablada producen barbijos. Lo hacen en turnos. Son quienes venían llevando adelante una unidad productiva, un equipo de producción que surge de las capacitaciones en oficio del Nueva Oportunidad.
En la unidad del Evita producían sillones tipo puf, hacían trabajos de tapizado de muebles e incluso estaba sublimando casitas infantiles para vender a particulares o en las ferias de economía solidaria que fueron canceladas también por la pandemia.
En el Evita no les costó hacer los barbijos por su experiencia y porque tenían la moldería de los cursos y capacitaciones en tapicería. Isabel es acompañante del grupo y contó a El Ciudadano: “Desde la Municipalidad nos propusieron colaborar y así también mantener la actividad en la tapicería. Es una situación muy triste para todas las personas y nos alegra poder ayudar a quienes trabajan en el Estado puedan hacerlo de una forma segura”.
Para hacer los barbijos Evita Sol Naciente recibió del municipio la tela. Lo mismo pasó con las otras cuatro organizaciones que hacen barbijos por estas horas: Luchando con los Jóvenes (Empalme Graneros), Mujeres Emprendedoras (La Cerámica), La Trinchera (Godoy) y Libertador San Martín. Además, otro grupo de Mujeres Evita fue incorporada a la producción.
Desde la Municipalidad contaron que cada espacio de producción de barbijos respeta las pautas de seguridad y turnos para evitar contagios de coronavirus. La actividad, que pone a producir un elemento necesario y da un ingreso a estas personas, tiene otra ventaja en tiempos donde el aislamiento obligatorio hasta el 31 de marzo no es la oportunidad para ponerse al día con los arreglos de la casa o terminar una novela. “Los chicos y las chicas están contentos de poder colaborar. Les mejora el ánimo poder hacerlo y mantener viva la tapicería. También para ponerse en contacto con otra realidad de la que viven en sus casas, donde las condiciones no son las mejores”, contó Isabel.
Nada como el Estado
El director del programa Nueva Oportunidad, Luciano Vigoni opinó sobre la emergencia de sectores que dependen de la economía popular en tiempos de covid-19: “Nuestro trabajo desde la Municipalidad es concentrarnos en lo alimentario, recorrer y ver qué se necesita. Son personas y familias que viven con lo del día. El Estado debe acompañar no sólo desde lo económico sino desde la información sobre cómo llevar adelante el aislamiento. Incluso ayudarlos a pensar formas de producir. Hay muestras de solidaridad entre vecinos y vecinas, pero nada reemplaza la presencia del Estado. Si el Estado compra a quienes produce y distribuye podemos pensar a futuro”.
El Nueva Oportunidad contiene a más de 17 mil jóvenes en 28 localidades de Santa Fe. Lo hacen trabajando con 240 organizaciones como las que hoy producen barbijos. En cada espacio necesitan de miles de acompañantes que guían y capacitan a chicos y chicas en situación de vulnerabilidad social que si dejan de asistir pierden una beca económica que los ayuda a formarse.