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Talento for export

Juan Ignacio Cane: la intimidad del rosarino que hoy brilla en la serie de Netflix sobre Luis Miguel

El actor local, hoy radicado en México, da vida a Joe Pérez en la segunda temporada de la biopic sobre el cantante mexicano. Estudió teatro desde chico y se consideró “la oveja negra” de la familia. Habla de su amistad con César Bordón y asegura: "Si hago la plancha con esto soy un tonto"


Juan Ignacio Cane tiene dos pasiones: la actuación y el fútbol. Nacido en Rosario, donde aún viven sus padres y hermanos, probó desde chico sus dotes en ambos rubros, aunque la actuación ganó por goleada y en cada acto escolar él estaba presente. Su padre le sugirió primero, luego le imploró que siguiera una carrera universitaria y comenzó Comunicación Social, donde conoció a muchos que participaban en programas deportivos.

Fue así que se encargó de “las notas de color” en Zapping deportivo, el programa de Luis Hernán Ricosa, llevando al estudio la pizza que tenían como canje y fue cronista de Anita Martínez, hoy abocada a la política, en Mañanitas (ambos envíos por Cablevisión). Estudió teatro con el recordado maestro Héctor Barreiro y viajó a México por una propuesta laboral televisiva que nunca se concretó, recorrió el país azteca y trabajó en distintos comercios. Volvió a la Argentina y obtuvo papeles pequeños en televisión hasta que logró ser el entrenador de un niño llamado Carlos Tévez en la serie Apache.

Hoy se lo puede ver en la segunda temporada de Luis Miguel, la serie producida por Netflix que revela momentos poco conocidos de la vida del cantante mexicano. Su personaje comienza como  José Pérez, el chofer de Hugo López, el conocido manager de Luismi, pero su ambición lo lleva a ser Joe Pérez, el tour manager de la estrella musical, a quien metió en problemas varias veces. En diálogo con El Ciudadano, Cane adelantó sobre el episodio de este domingo y los otros dos que quedan. “Los conflictos no van a parar”, aseguró.

“Este domingo se podrá ver otra «joeperiada» (risas). La vida de Luis Miguel es un conflicto tras otro, encima él es el productor ejecutivo de la serie y hay que tener agallas para contar una vida así. Me saco el sombrero ante él”, confió el actor.

Cómo odiar a Hugo

Entre las tantas anécdotas que Cane transitó por el rodaje de la serie están aquellas que evocan los momentos que lo ayudaron a interpretar a Joe Pérez, un chanta de poca monta que se aprovecha del éxito de Luis Miguel y se suele ver enredado en sus propias mentiras, además de quedarse con algunos vueltos. Joe fue José, el chofer de Hugo López (encarnado por el también argentino César Bordón), manager y figura paternal de Luis Miguel.

“En medio de las charlas que tuve con César nos reíamos, porque mi personaje lo odia y yo tenía que demostrar eso. Entonces le preguntaba «¿Cómo carajo hago para odiarte, si a vos te quiere todo el mundo?» Encima se llama igual que mi viejo, así que fue difícil. Trataba de pensar que Hugo me tenía en negro, que me hacía trabajar fuera de hora, qué se yo; así que por ahí lo manejé. También era saber cómo odiar a Luis Miguel, pero después me di cuenta que lo de José no era odio sino envidia, así que trabajé por ahí para justificar ese colmillo, el por qué hacemos lo que hacemos”, recordó quien dijo con orgullo que César Bordón, su ídolo, pasó a ser “un amigo, un confidente”.

“César fue un tipo que me aconsejó mucho. Y ante la duda, siempre me decía «Juanchy, lo único que tenés que hacer es agarrar la pelota y patear el penal» ya que entrabas al set de la discográfica y te sentías ahí, estabas en Aries, entrabas a la casa de Luis Miguel y era tal cual, no se sentían escenografías. El laburo que hizo todo el equipo técnico y los directores fue de situarte en cada lugar donde se desarrolla la serie, así que sólo nos quedaba actuar, patear el penal”, resumió.

Por otra parte, la pandemia afectó a todo el equipo de rodaje, entre técnicos y los mismos artistas, ya que los capítulos comenzaron a rodarse en enero de 2020 y en abril debieron suspender por el covid-19. Recién en septiembre último retomaron las grabaciones hasta diciembre, donde se registraron las escenas finales.

“Lo de la pandemia, aparte de ser inesperado, fue muy loco, porque veníamos re aceitados y en tres meses tuvimos que cortar todo. Yo me quedé en México y César, que había ido con su esposa e hija, se volvió a la Argentina por el tema de la escuela de la nena y regresó en septiembre, pero solo. Entonces, como por protocolo y por una responsabilidad laboral y social sólo nos podíamos ver entre nosotros, compartimos varios asados en la terraza de mi departamento junto a César Santa Ana (Alex McCluskey) y Pablo Cruz Guerrero (Patricio Robles)”, recordó Cane. Y se rió cuando mencionó: “César es de la old school (vieja escuela), así que nos sorprendió a todos cuando en el primer asado, y los que siguieron, a la hora de comer sacaba de su bolsillo una Victorinox y nos contó que no existía el catering cuando él comenzó a actuar, que en el campo cada uno llevaba su cuchillo. De hecho me regaló una Victorinox cuando terminamos de grabar la serie. Es un capo”.

Cada jornada de grabación comenzaba a las 4 de la mañana cuando alguien pasaba a buscar a Juanchy y al resto de los actores de la serie. Al llegar al set comenzaba el maquillaje, el repaso de algunas líneas y luego “a ponerse a jugar”, como relató Cane, al grito de “¡Acción!”.

Diego Boneta y Juanchy Cane en uno de los momentos del rodaje.

“Cuando ves en el reloj que son las 4 de la mañana y al volverlo a ver son las 6 de la tarde es porque estuviste haciendo lo que te apasiona, sin importar nada más”, destacó el rosarino que comentó no haber conocido a todo el elenco, debido a sus escenas, pero sí llevarse consigo “a una gran familia de amigos” y la buena onda compartida, entre ellos la de Diego Bonetta (Luis Miguel), protagonista de la serie.

“Diego es un genio. Después de ver la primera temporada 16 veces (una para conocer la serie y las otras 15 cuando supo que iba a estar en la segunda parte), me lo imaginé allá arriba, viéndonos a todos abajo, qué se yo. Pero desde el primer día me contó que vio mi casting y le encantó, labura a la par de todos y es un gran compañero, un tipo de barrio”, lo definió.

Asimismo, recordó entre risas y con cautela para no espoilear la historia, que uno de los momentos de máximo esplendor en el rodaje fue cuando vendió el show de Luis Miguel en la ciudad de Lima. “Obvio que uno ya sabe, al tomar el guión, qué es lo que va a pasar, aunque debe hacer de cuentas que no, pero lo del show en Lima fue tremendo. Porque peleaba con el productor de Perú por la guita, los millones que debía pagar y por dentro yo sabía que ganaba (risas), es algo así como el sueño de todo vendedor”.

La zanahoria delante

Juan Ignacio Cane tiene tres hermanos: Agustín que es corredor inmobiliario, Pablo que es corredor de cereales, y Lucía, profesora de yoga para niños. Su madre, Liliana, fue maestra jardinera y su padre contador, por esto y en especial su padre, esperaban que Juanchy tomara un rumbo similar en materia de formación, pero no fue así. Luego de terminar la secundaria en el colegio de los Hermanos Maristas, donde la directora teatral Cristina Salvatore creaba, inventaba, papeles especialmente para Juanchy en obras que solían interpretar sólo adultos, cursó algunos años la carrera de Comunicación Social, en la Universidad Nacional de Rosario, y por medio de esos contactos y amistades, Cane llegó a la tevé.

“Cuando tuve que elegir una facultad busqué lo más parecido a la actuación. Igual nunca dejé de estudiar teatro. Yo soy muy futbolero y considero que, como el jugador de fútbol, si no te entrenás, cuando salgas a jugar un partido no vas a poder hacerlo bien. De hecho, acá en el DF (Distrito Federal de México), ya me anoté a un curso con un profesor reconocido para seguir aprendiendo”, destacó. Y agregó: “Siempre digo que mi primer bolo fue con (Luis Hernán) Ricossa (risas), porque hacía de pizzero en Zapping deportivo, en el 99, por un PNT que Luis tenía con una pizzería. También hacía las notas de color. Más tarde conocí a Anita Martínez y a Alina Moine. Cuando Alina se fue a Buenos Aires, dejó Zapping y entró Anita, después ella me llevó para Mañanitas en 2009, cuando volví de mi primer viaje a México, y con ella también hacía las notas más divertidas, o por lo menos le ponía onda”.

A México viajó en 2003 por una propuesta de trabajo en un programa de televisión que nunca se concretó. Fue así que Cane, en vez de frustrarse y emprender el regreso, aprovechó para recorrer el país azteca y trabajar como mozo y vendedor de alarmas, entre otras cosas. A su regreso a Rosario siguió firme con la intención de actuar. “Hay chicos que quieren ser actores o actrices pero están trabajando en algo que no les gusta y yo les aseguro que mientras le metas siempre un poquito del día a lo que realmente querés, lo demás en consecuencia. Es jugar con el inconsciente, es pensar que ese trabajo que no te gusta lo hacés para ayudarte a llegar a tu objetivo. De esa manera te borrás la culpa de no dedicarte a lo que querés”, sugirió. Y enfatizó: “Cuando tenés la zanahoria ahí adelante, eso que realmente sentís, vas para adelante, no importa nada más. Hoy la vorágine del mundo, el sistema, te lleva a buscar qué hacer para comer, y no lo que te gusta para vivir”.

Rodeado de su familia y amigos, aunque de manera virtual por la distancia, Juanchy Cane no deja de agradecer los espacios y “el aguante” que le brindaron Ricossa y Martínez en los medios de la ciudad. Además, sabe que sus amigos de la infancia Diego Lorenzini y Mariano Méjico fueron los primeros en apoyar su carrera como actor. “Mariano jugaba muy bien al fútbol, en el equipo del colegio, y siempre convencía a los entrenadores para que me llamen, hasta que me terminé de dar cuenta que al fútbol sólo lo tenía que ver desde la popular (risas). Y Diego me pidió, a los 16 años, que le firme un autógrafo, porque decía que algún día yo iba a pegar el gran salto. Hoy me lo muestra por teléfono y nos morimos de risa porque me dice que el tenía razón”.

“De todas maneras –completó–, si hiciera la plancha con esto, sería el más estúpido de la brigada. Ahora es cuanto más tengo que apretar el acelerador para aprovechar el impulso que me dio y me da la serie”.

Esas vías de comunicación que tiene con sus familiares y amigos, son las mismas que utiliza para llegar al público, como cada domingo, que al finalizar el capítulo estreno de la serie, y por sugerencia de su manager Arturo Villanueva, Juanchy comparte videos del backstage y fotos registradas en el momento del rodaje. “Sufrí muchísimo el último día de grabación, fue muy duro dejar ese lugar, esa gente, pero bueno, ya lo van a ver en mis redes luego del capítulo final, a fin de mes”, adelantó finalmente.

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