Empoderado por el rumbo que ha tomado su carrera a partir de sus nuevas incursiones musicales, el cantante Juan Ingaramo presenta su repertorio de canciones ofrecidas como “lanzas y escudos” para afrontar “esta situación de batalla que vivimos”.
Con su cuarto disco La Batalla, disponible desde este mes en todas las plataformas digitales, el productor oriundo de Córdoba y nominado a los Grammy Latinos en 2019 disuelve las fronteras musicales para abrirse un lugar dentro de la escena de la música urbana, nutriéndose de la diversidad, el lenguaje del pop y atravesando los riesgos para concluir una obra que vuelve a correr con astucia y originalidad los límites de la canción popular.
Para el músico cordobés, “en la diferencia, está la riqueza” y, en ese sentido, asegura que se nutre tanto de los nuevos artistas como de “los fenómenos que están sucediendo, con las nuevas formas de consumo y de producción” de la escena actual como la que encarnan, entre otros, Duki o la rosarina Nicki Nicole, con quien compartió el viaje de regreso a Buenos Aires desde Las Vegas, a donde fue en calidad de nominado como “mejor artista nuevo” en una nómina muy disputada y con otros de la talla de Paulo Londra y la ganadora Nelly Rojas.
“Lo que me quedó claro es que como argentinos estamos bastante lejos del centro de la industria que son los Grammys y demás. Todavía somos muy «old school». Por suerte, es un universo cultural bastante ajeno al nuestro, que me hizo entender la importancia de la diversidad y de lo diferentes que somos los artistas como argentinos”, reflexionó Ingaramo sobre aquella experiencia, en un reportaje que le concedió a Télam.
A través de nueve canciones, entre las que se destacan las colaboraciones de Ms Nina (“No me llama”) e YSY A (“Se corre la bola”), Ingaramo construye su propio lenguaje, reconociendo las influencias y tomando prestado y sin garantía de devolución a partir de sus cada vez más afianzadas incursiones en los géneros latinos y tropicales, bajo la producción de su amigo Nico Cotton, uno de los productores argentinos del momento.
“Siento que este disco fue una búsqueda que hice durante estos últimos tres años en la que la misión fue conseguir la mayor cantidad de materia prima a lo largo de todo el continente. Quizás esas materias primas estaban en lo de estos productores para traérmelas a mi laboratorio y recién ahí apropiármelas, con mi fórmula y mi manera de entender todas estas músicas que se tocan en el disco. Hay aires de cuarteto, salsa, reggaetón, cumbia; todo dentro del universo del pop. Fue la búsqueda de un sonido nuevo para mi música, salirme de la zona de confort. Fue salir a buscar nuevas sensaciones y adrenalina, aprovechando la posibilidad de hacer música nueva y de aportarle algo a a la escena. Es hija de ese espíritu”, apuntó Ingaramo.
Su abuelo fue un pianista de tango, su papá siguió sus pasos pero en el mundo del jazz y el esperaba seguir sus pasos cuando estudiaba batería y quería ser “un músico de elite que tocara con grandes artistas y girara por el mundo como un baterista reconocido”. “Por suerte no sucedió porque después se me abrió este otro universo de la composición y la creatividad vista desde otra forma. A la vez, agradezco haber tenido esa formación, porque pude disfrutar de muchas músicas muy lindas y compartirlas con otro tipo de gente. Sobre todo, eso: disfrutar la música”, dijo y especificó: “Con el tango es muy loco lo que me pasa, porque yo siendo cordobés no lo terminaba de entender hasta que me vine a Buenos Aires y se me terminó de cerrar el mapa. Además de hacerme acordar mucho a mi abuelo y a mi casa, es muy fuerte lo que me pasa con el género. En mi casa, también sonaban otras cosas y teníamos relación con algunos referentes del folklore como Los Pacheco o Ica Novo. Siento que todas esas influencias me fueron entrando. Después, por suerte, me pude empoderar para poder hacer y confiar en mi propia música”.
Respecto al cuarteto, género que aparece hace un tiempo en su música y que está presente en este nuevo disco, Ingaramo aseguró: “Es un lenguaje que siempre tengo a mano porque es mío y que tarde o temprano va a salir con más potencia, por así decirlo. La verdad es que la mirada del purista no me llega porque tampoco yo pretendo hacer nada puro y meterme donde no quiero o no considero que sea necesario. Seguramente haya gente a la que le guste y otra a la que no, como con todo lo que uno hace. No era el cuarteto mi mandato cuando era más joven. Lo fui descubriendo de grande y te diría que cada vez lo siento más fuerte. Desde las ganas, desde la capacidad, siento que tarde o temprano va a venir de una manera más clara. Lo he hecho en un EP de versiones del 2014, hice esta versión de «Fuego y Pasión» y de «La Huella» de la Mona Jimenez. Antes hice «Cuartefunk» y ahora en La Batalla está «El Fenómeno del Mambo»”.
En ese recorrido y para abrirse paso en una carrera más ecléctica el músico decidió romper con el estereotipo del indiepop. “Básicamente, encontré la libertad. Antes estaba más oprimido por normas de consumo y pertenencia. Obviamente era mi música, era lo que yo hacía, pero ahora que me acuerdo de aquellas sensaciones, pienso que quería pertenecer a cierto perfil de grupo, tocar en ciertos lugares. Después me fui emancipando, siendo más libre y haciendo lo que quería. Me di cuenta que eso me traía más beneficios, porque terminaba tocando en esos lugares y también en otros. Todo es parte de un mismo proceso de crecimiento y maduración”, confesó.
Londra, joven y talentoso
Hace unos años, Juan Ingaramo partió rumbo a Centroamérica para trabajar con productores de música urbana como Disoundbwoy, Pardo (trabajó con Balvin), los Icon Music y Ovy on the Drums, este último el líder del sello Big Ligas que mantiene un conflicto legal con Paulo Londra que le impide editar música hasta 2025.
Durante el diálogo con la citada agencia de noticias argentina, que se dio antes de que se reavivara en las redes sociales la polémica en torno al productor colombiano y sus colaboraciones con músicos argentinos, Ingaramo expresó su respaldo a Londra al señalar que el músico atraviesa “circunstancias difíciles” pero que tiene la ventaja de ser un artista “joven y talentoso, que tarde o temprano va a poder salir” de ese conflicto.
Su experiencia como músico de la banda de Litto Nebbia (“Es como un Quijote peleando contra las multinacionales y su vil forma de explotar los fonogramas”) y los consejos de su padre, el músico Mingui Ingaramo, le sirvieron para saber cómo desenvolverse en el negocio de la música: “Sin papeles no hay plata, me repetía mi viejo”.
“YSY A sin ir más lejos, que es súper independiente, tiene su propia editorial, su propio sello. Tiene de todo”, elogió a uno de los dos colaboradores invitados que tiene en La Batalla.
“Tiene una manera diferente de hacer el trap. Dice otras cosas, lo dice de otra forma. Y eso me parecía muy atractivo para la letra de «Se corre la bola» porque un poco habla sobre esto que «suena diferente y que lo entiende poca gente». YSY es además uno de los inventores de toda esta movida de trap en Argentina, porque fue el fundador del Quinto Escalón, la plataforma de despegue de tantos artistas. Al margen de eso, que es como un plus, me llamó la atención su voz, su energía y su poesía, con tan solo 22 años”, agregó.