Los muchachos de antes no usaban arsénico se conoció en 1976 bajo la dirección de José Martínez Suárez y con las actuaciones de Narciso Ibáñez Menta, Bárbara Mujica, Mecha Ortiz, Arturo García Buhr y Mario Soffici. “No la ví cuando se estrenó”, confesó Juan José Campanella. Aquel film al que ahora, 43 años después, este afamado director, ganador del Oscar por El secreto de sus ojos, decide rendirle tributo con El cuento de las comadrejas se estrenó poco antes del 24 de marzo de ese año, cuando se produjo el golpe militar y comenzó una de las épocas más oscuras de la Argentina. “Recién la vi cuando estudiaba cine, era alumno de José (Martínez Suárez). Ya en democracia se hizo un ciclo de cine en el que estaban también Quebracho y La Raulito, entre otras películas. Y descubrí una película con un ingenio increíble, muy inusual. Fui uno de los que la convirtió en una película de culto”, se atribuyó.
“Eso fue en el 84. Doce años después, cuando acababa de terminar mi segunda película en Estados Unidos se me ocurrió que era un lindo vehículo para hacer una especie de homenaje al cine, convirtiendo a todos los personajes en gente de cine, poniéndole referencias a la mecánica del cine”.
La película transcurre en una gran casona en la que conviven una afamada actriz de la época dorada del cine, un actor en el ocaso de su vida, un escritor cinematográfico frustrado y un viejo director. Los hombres hacen lo imposible por conservar el mundo que crearon. Pero un día dos jóvenes irrumpen en la casa. Clara Lago y Nicolás Francella son los encargados de dar vida a dos agentes inmobiliarios que pondrán en jaque aquella supuesta tranquilidad.
El Cuento de las comadrejas, que ya fue vista por casi 80 mil espectadores en su primera semana de proyección, cuenta con un gran elenco integrado por Graciela Borges junto a Oscar Martínez, Luis Brandoni y Marcos Mundstock. “Los cuatro actores que iban a hacer de estas cuatro glorias del cine tenían que ser glorias del cine”, dijo Campanella.
Homenaje a un clásico
Campanella retomó este film que lo había marcado en sus años de estudiante y comenzó a escribir un guión. En el 97 tenía los primeros libros diagramados, pero los fue cambiando. “En estos 22 años fue sufriendo muchos cambios, aunque espero que los haya ido disfrutando no sufriendo (risas). En un momento incluso lo hice obra de teatro y después volvió a ser cine. Cambiaron de generación los personajes ahora son personajes que tuvieron su época dorada en los 60 que es muy distinto. Una época de noche, de droga, de desenfreno. De mucho más caos artístico, de libertad. La primera vez que la escribí ellos habían tenido su gloria en los años 50”.
Después de tanto trabajar el guión, el año pasado Campanella se levantó un día con la idea de filmarla. “No sé bien porqué, me levanté un día, fui a la oficina de mi socio y le dije: «Hagamos la de las comadrejas». Habrá que ver con el tiempo en que estaba el inconsciente”, relató.
La elección de Mara
La elección de los actores fue fácil, según dice, aunque: “El problema mayor era Mara, no cualquiera podía hacerlo”. Es que Mara es quien lleva una parte fundamental del relato, no sólo tenía que ser una buena intérprete, manejar el humor, sino que también tenía que tener una amplia carrera en cine. Es que el film muestra a una actriz retirada que vive en el pasado, mirando sus películas, añorando sus épocas de gloria. “En el 2011 trabajé con Graciela en El hombre de tu vida, hizo un papel invitado importante. Ahí descubrí a la Graciela comediante que no es muy conocida por el público, con una sutileza increíble, un gran sentido del humor, ahí supe que tenía a Mara”, dijo el director.
“A mí me pareció delicioso hacer un personaje de lo que en los años 40 o 50 se llamaba Diva”, aseguró Borges. Y continuó: “Tiene características que nunca he conocido en estos tiempos. Hoy usan fácil eso de Diva, hasta a mí me lo dicen a veces, la verdad que no hay nadie menos diva que yo en la vida”.
“Pero ella me pareció sublime”, confesó y explicó: “Me pareció insoportable con los varones. ¡Insoportable! Pero al mismo tiempo la entendía, metida en esa casa donde vegetaba durante tanto tiempo. Cuando la gente ve la película me dice: «Que mal tenía el pelo». Les digo: «Chicos, yo estoy convencida que no se miraba al espejo». El único espejo que ella tiene son sus películas. Su deterioro es total. No es que no le importaba, ni siquiera pensaba en eso”, relató Borges confesando que cuando se presenta el conflicto del film, dos jóvenes agentes inmobiliarios que le muestran la posibilidad de volver a conectarse con el mundo, Mara le dio ternura: “Le dicen: «¿Nunca pensó en volver?» Y ella dice: «Cada segundo de cada minuto de cada día». Me da mucha ternura eso. «Quiero volver», le dice al marido. «¿A qué?», le pregunta él. «No sé, pero quiero volver»”.
La película se basa en la actuación, el humor es llevado por los textos. “Es una película coral, con un diálogo estilizado que si alguien cambiaba una cosa se desordenaba todo”, explicó Campanella sobre la filmación que si bien no dejó lugar a la improvisación tuvo que pasar por los cuerpos de estos popes del cine nacional. “Como en todas mis películas, los actores tienen que actuar con la emoción que está detrás de la línea. No me gusta la comedia en la que se hacen los graciosos”, aseguró.
El final de las proyecciones tiene aplausos y risas incómodas. “Termina con una sensación gozosa. En algo que es muy negro. Ese era mi gran temor. Entrás en un juego y terminás aplaudiendo cosas que en la vida real no aplaudirías. De todas mis películas por primera vez no voy a ser acusado de costumbrista”, concluyó el realizador entre risas.