Jubilados y pensionados de distintos centros de la ciudad se unieron ayer en una protesta común en la sede de Pami (San Lorenzo 926). Con bombos y silbatos reclamaron el regreso de las Unidades Descentralizadas (Udes) a los barrios, una mejor atención en los sanatorios privados a los que son derivados y pidieron “piedad” a los dirigentes.
“Nos están tratando como inservibles, nos discriminan y no sabemos qué hacer para recuperar nuestros derechos. Nos han sacado el Hospital Español para la atención, están derivando afiliados a los sanatorios Güemes y el de barrio Saladillo, donde hemos comprobado que no quieren a los jubilados. Y además nos sacaron las Udes, que era la atención en los barrios. Acá se habla de la comodidad de los del Pami y se olvidan de la comodidad de los viejos. ¿Nos quieren ver muertos?”, preguntó Elba Caballero, responsable del Centro de Jubilados Flor de Ceibo y presidenta del grupo de Centros de Jubilados Unidos, que abarca a unas 20 agrupaciones de diversos sectores de la ciudad.
El reclamo por el regreso de las Udes fue la punta de lanza para emprender la lucha por el hartazgo de la mala atención. Las Unidades Descentralizadas, ubicadas en diversos barrios, les facilitaban a los afiliados la gestión de todo tipo de trámites sin la necesidad de tener que trasladarse “al centro”, con todo lo que ello implica para una persona mayor.
Los jubilados que alborotaron la mañana en la sede principal de calle San Lorenzo pudieron reunirse con el director del Pami local, Tomás Aletta de Sylvas, quien recibió el rosario de quejas y prometió elevar los pedidos a nivel nacional. “Las unidades descentralizadas dejaron de existir en todo el país, ya abrimos expedientes y estamos viendo inmuebles para llevar el Pami más cerca de los barrios y presentamos proyectos para que haya algunas bocas de extensión en los barrios periféricos”, dijo De Sylvas.
A su vez, ante los reclamos, remarcó los avances que se obtuvieron en los últimos cinco años: “Hace cinco años se tardaba cuatro meses para reclamar un medicamento gratuito, hoy tienen una espera de dos horas. Hay que reconocer los logros que se han tenido –remarcó el director– tenemos que trabajar para seguir avanzando en la mejora de atención, pero vamos de a poco”.
El funcionario reconoció la ausencia de atención en algunas de las Udes de la ciudad, tal como denunciaron los afiliados y, al respecto, aseguró que se tomaron cartas en el asunto.
En tanto, De Sylvas admitió que el convenio que se había firmado con el Hospital Español, al cual eran derivados unos 4 mil afiliados, dejó de tener vigencia por estas horas y ya no se atenderán pacientes del Pami en ese centro asistencial. En tal sentido, Caballero, la voz cantante de los jubilados, se lamentó porque la atención en los sanatorios que reemplazarán el Español “es muy mala, tenemos muy malas experiencias, porque nos tratan como si fuéramos paquetes”, denunció.
El drama de ser viejo
Caballero tomó la batuta del grupo de jubilados que se dio cita en la sede de Pami y denunció la mala atención que hoy tienen los afiliados. “Ahora debemos trasladarnos al centro. Y en pleno invierno dejan a los viejitos a la 5 de la mañana esperando. Se nos van a morir en la vereda. Además, muchos de los que hacían uso de las Udes no tienen para gastar un taxi para ir y venir. Esto es imperdonable”, expresó.
En tanto, una de las afiliadas, María, con bastón en mano, se puso como ejemplo claro de las dificultades que implica trasladarse de un punto de la ciudad a otro para hacer un trámite. “Me resulta imposible usar el colectivo, tengo una prótesis en la cadera y tengo que venir en taxi. Encima vengo a esta sede y me dejan esperando por horas y ya me ha pasado que no consigo la orden autorizada en el día y tengo que volver a mi casa con las manos vacías. Las Udes eran mucho más prácticas”, señaló.
Junto a ella, Elena gritaba a más no poder: “Hemos perdido la dignidad de personas, no me vengan con esto de la tercera edad, nos tratan como una porquería, queremos la Udes de vuelta”.
