“Vine porque quiero que se haga justicia, quiero que esté preso”, dijo L., una chica de 20 años que vive en barrio Ludueña y fue víctima del depredador sexual Luis Marcelo Escobar, el locutor de 42 años oriundo de San Nicolás imputado de abusar 18 chicas entre 2014 y 2016. El juicio oral y público en su contra tuvo una segunda jornada este viernes en el Centro de Justicia Penal. L. es la única víctima que decidió testimoniar en presencia del abusador, quien en todo momento mantuvo la mirada baja. “Estoy cansada de atestiguar, no quiero pasar por esto, pero es necesario”, dijo la joven.
El caso ocurrió el 8 de octubre de 2014, cuando L., hoy de 20 años, tenía 16. Al interceptarla cerca de su casa durante la madrugada, el acusado simuló ser un policía de drogas peligrosas: “Estamos buscando una chica que tiene muchas sustancias y tiene un parecido con vos”. Primero dijo que iba a llevarla a la comisaría, pero luego reveló las intenciones: “Vamos a arreglar entre nosotros”. Así, mediante engaños, abuso de poder y amenazas con arma de fuego, la llevó en auto a un descampado y la violó. Fue en el Bosque de los Constituyentes. El testimonio incluyó detalles: en el interior del auto –que tenía vidrios polarizados– había revistas y videos pornográficas y en todo momento el abusador se comunicaba con un handy con otra persona que le decía “hacé las cosas bien”
En el debate oral se escuchó el testimonio de otras dos víctimas de Escobar. Uno fue a través de un video grabado en Cámara Gesell, ya que la adolescente sufrió el abuso cuando tenía 14 años. Los relatos son representativos del modus operandi del acusado, quien se hacía pasar por policía de drogas peligrosas y mediante ardides llevaba a sus víctimas a descampados y abusaba de ellas.
En todos los hechos narrados en la segunda jornada del juicio los testimonios señalaron que el abuso fue con acceso carnal.
A la salida de la escuela
G. tiene hoy 24 años, vive con su marido y su pequeño hijo. Este viernes, solicitó que el imputado se retirara de la sala antes de dar su testimonio, que es parte de la prueba que reunió la Fiscalía contra Escobar. Su papá y su mamá también declararon. Contaron las secuelas que sufrió la chica luego de esa fatídica noche de hace casi cinco años.
El 28 de mayo de 2014, cuando G. tenía 19 años, salió más temprano del turno noche de la escuela Rodolfo Rivarola, de Junín al 600, porque habían faltado profesores. A las 20.10 caminó hasta la parada de Vélez Sársfield y avenida Alberdi para tomar el colectivo de regreso a su casa en Arroyito.
El 147 era el que tomaba habitualmente, ya que paraba en la esquina de su casa. Como se sintió insegura optó por subir al 143, que la dejaba a seis cuadras. Se bajó en Juan José Paso y avenida Alberdi. “Siempre caminé esas calles y no tenía miedo”, dijo. Fue por Juan José Paso y al llegar a Argerich, cuando faltaban tres cuadras para llegar a su casa, apareció un auto marca Renault con vidrios polarizados del que bajó un hombre “petiso, morrudo y con pelo oscuro”, quien se identificó como policía de “drogas peligrosas”. Ese fue el comienzo de la pesadilla de la joven.
Como lo había hecho varias veces, G. describió el ardid de Escobar, similar en todos los casos. El falso policía le dijo que su descripción coincidía con una joven que vendía drogas en la zona y por eso debía llevarla a la comisaría. “Se presentó con una credencial plateada y como «federico» (por agente federal). Por eso al principio no me perseguí, era creíble”.
El relato, sin fisuras, incluyó detalles pormenorizados de lo que sufrió. Por la costanera, el imputado la llevó hasta un descampado en el límite con Granadero Baigorria y allí la sometió sexualmente a punta de pistola.
Cuando Escobar fue detenido, G. lo reconoció en una rueda de presos. “No lo dudé, me tuvo (raptada) como una hora y media”.
G. estaba en pareja hacía dos meses, estudiaba repostería y tenía intenciones de estudiar enfermería cuando sufrió el abuso. “Después de ese momento mi vida cambió. Lo único que quedó fue tener mi hijo. No pude estudiar, quise ser enfermera pero no quería salir”, se lamentó.
La madre de G. contó que, durante dos años, ella y el padre debieron pasarla a buscar a todos lados: “Estaba aterrorizada, pero desde que supo que estaba preso mejoró”.
Raptada a la salida del gimnasio
El tercer testimonio reveló el mismo patrón de conducta del abusador. En este caso, la víctima fue R., una adolescente que acababa de cumplir 15 años. Quien habló en la sala fue su madre. “Esa noche, ella salía del gimnasio cuando la interceptó en Juan José Paso y Garzón. La paró y la acusó de estar vendiendo drogas. La engañó y la llevó por Provincias Unidas al fondo, al Bosque de los Constituyentes. Allí cometió la aberración», rememoró la mujer. Y agregó un detalle que expone la perversión del agresor: «Después, la dejó en la esquina de mi casa”.
El calvario continuó ese mismo día, con otros actores: la madre de R. dijo que en las comisarías 17ª y 20ª no les quisieron tomar la denuncia. Al final, en la seccional 31ª, con jurisdicción en el lugar del abuso, se hicieron cargo.
“A partir de lo que pasó, mi hija sufrió crisis nerviosas, pesadillas, tuvo intentos de suicidio y abandonó el deporte. Cuando ella lo reconoció en una rueda de presos dijo: «Ese fue el que me cagó la vida». Pero cada proceso que se hacía era remover las heridas. Yo tuve que dejar de trabajar para estar con mi nena y ahora estoy desocupada. Esto no es una etapa superada”.
La fiscal Carla Cerliani, de la Unidad de Delitos Contra la Integridad Sexual, pidió 50 años de prisión para Escobar “por 11 de casos de abuso sexual con acceso carnal agravado por arma de fuego, dos de abuso sexual con acceso carnal, dos hechos de tentativa de abuso sexual carnal agravado por uso de arma de fuego, dos abusos simples agravados por uso de arma de fuego y un abuso sexual simple”.
El tribunal integrado por los jueces María Isabel Mas Varela, Patricia Bilotta y Mariano Aliau tiene a su cargo determinar la responsabilidad del imputado.