Perpetua y absolución fueron los planteos diametralmente opuestos que la fiscalía y la defensa esbozaron durante la audiencia inaugural de un juicio oral en que se ventila el crimen de un hombre a manos de su hijo. Una escena desgarradora fue el epicentro de este debate: la víctima fue muerta a machetazos por su hijo, sobre el que ejercía una relación de sometimiento y violencia. Si bien la autoría del crimen está reconocida, la discusión gira en torno de la capacidad o no de comprender la criminalidad del hecho. El tribunal está integrado por los jueces Gustavo Pérez de Urrechu (en la presidencia), Mónica Lamperti y Juan Carlos Curto.
El 21 de agosto de 2014, José Ramón Gómez fue ultimado a machetazos en el dormitorio de su vivienda ubicada en Bouchard al 3000, en el barrio Nuevo Alberdi. Su hijo Elías José Gómez, de 20 años, se entregó al día siguiente ante la Policía y se responsabilizó por el hecho. Durante una audiencia previa al debate el muchacho declaró y ayer, en la primera jornada del juicio, se remitió a sus primeros dichos. Sostuvo que le cuesta mucho hablar del asunto.
Luego de un cruce entre fiscalía y defensa, Pérez de Urrechu habilitó el pedido y la declaración se reprodujo el video en el recinto. Por tramos, Elías Gómez no pudo contener el llanto. En la filmación hablaba pausado, en forma educada, sin levantar la voz.
Lo primero que dijo fue que nació en una casa evangélica y con muchos problemas familiares y carencias. Para describir la convivencia con su padre, habló de tormento, adicciones, ira y violencia tanto verbal como física. Explicó que toda su familia se fue del hogar y sostuvo que la separación de sus padres duró 2 años y fue traumática y horrible.
Con 14 años quedó solo con su padre, porque el hombre lo decidió y porque no tenía donde ir. Su madre no tenía medios para sostenerlo. Describió a su papá como un hombre que no medía sus palabras, que consumía drogas y alcohol, que era emocionalmente inestable, violento. Desde pequeño recuerda los maltratos hacia los integrantes de la familia. “Yo soy el hijo que más quiso, el que estuvo más cerca. Ya de chico maltrataba mucho a mi madre a mi hermano mayor que no es su hijo”, sostuvo para de inmediato agregar: “Fue un tormento, él me quería de una forma muy confundida”.
La convivencia con su padre sumió a Elías en la depresión y tuvo intentos de suicidio. Era el ama de casa, el amigo, el hijo, no lo contradecía por temor, refirió. El muchacho intentó irse en algunas oportunidades pero no tenía muchas opciones y volvió: su objetivo era aguantar para terminar la escuela e irse, describió.
“El entorno nunca me ayudó; yo lo amé mucho a mi papá, lo soporté mucho porque pensé que podía cambiar, pero me llevó al límite psíquico y físico”, refirió. Según el relato del acusado, en los últimos tiempos José estaba paranoico: dormía en una habitación donde tenía cuchillos, un machete y un palo de béisbol. El día del crimen, la víctima tuvo franco. Elías sostuvo que desde la mañana estaba drogado y alcoholizado, por lo que no quiso comer con su padre y salió; entonces José se fue a almorzar a la casa de una de sus hijas. Cuando volvió, cerca de las 20, maltrató a Elías por una insignificancia y el muchacho se retiró nuevamente. Retornó pasadas las 12 de la noche y José comenzó a hostigarlo verbalmente: “Me repercutieron sus palabras: «Sos un vago». Sentí que estaba muerto en vida. No me acuerdo cómo fue y cuando menos me di cuenta estaba cometiendo lo que no pensé. Estaba peleando con mi papá, él tratando de empujarme y sangre por todos lados. Cuando terminó, lo único que pensé es que era una pesadilla”. El muchacho habló de blancos de memoria en el trágico momento y luego de recuerdos aislados.
En el alegato de apertura, los fiscales Miguel Moreno y Adrián Spelta no creyeron en el relato del muchacho. “No es inimputable”, afirmaron. “Cometió el delito con crueldad y si bien el padre no era una buena persona ello no justifica el homicidio”, consideraron, por lo que solicitaron una condena de prisión perpetua por el delito de homicidio calificado por el vínculo. Mientras que la defensa pública, a cargo del titular regional Gustavo Franceschetti y Maricel Palais, hablaron de un caso extraordinario, hicieron hincapié en la relación de sumisión entre padre e hijo y describieron a la víctima como “un abusador, un tirano que sometió a toda su familia”.
El defensor explicó que esa noche, y tras escuchar los agravios de su padre, el imputado fue a su habitación: tenía ira, impotencia, miedo. “La tensión fue en aumento hasta perturbar la conciencia, una cortina blanca, luego fotos, un machete ensangrentado en la mano y el cuerpo de José”, describió. Y habló de “emoción ingobernable” y fatalidad. Por lo tanto, pidió la absolución del encausado. La audiencia continuó con testimonios y se retomará hoy para producir la prueba ofrecida en la causa, a lo que se sumó un nuevo elemento: el testimonio de un psicólogo que lo atendió en su lugar de detención.