Con el osado e hipnótico Cabeza negra, flamante cuarto disco de su producción solista, Julieta Laso encarna un repertorio en el que, advierte, “se percibe ese continente que no es el que bajó de los barcos ni el del país blanco que cuenta esta ciudad”.
Nacida en 1982 en Boedo y criada en Villa Luro y Paternal, otro par de barrios porteños, Julieta se radicó en 2019 en Salta y con el incendiario Cabeza negra entre manos, aseguró: “La música que hago viene de ahí, de distintos lugares de nuestro país”.
Y es que aunque la sonoridad predominante del álbum la marca una conjunción de cuatro bandoneones y contrabajo que urdió Yuri Venturin como arreglador y director musical, Laso destacó: “Después metimos la caja y fue probar y desarrollarlo más porque fue un gran hallazgo y una gran alegría para mí poder incluir algo del sonido del norte”.
Vuelta a reunir con Venturin, director de la Orquesta Típica Fernández Fierro en la que la intérprete cantó entre 2013 y 2018 y antes de iniciar su camino en solitario, Cabeza negra vibra en un tempo sonoro capaz de abrazar y abrasar un cancionero diverso.
De algún modo se trata de un disco que profundiza un andar estético que ya había abierto un surco con sus tres placas anteriores: Tango Rante (2010), Martingala (2018) y, fundamentalmente, La Caldera (2021).
La cineasta Lucrecia Martel, pareja de Laso, escribió certeramente sobre esta nueva experiencia: “Cabeza Negra en cada canción suplica, no con sumisión, porque el sonido del disco es una amenaza. Es la liturgia de escuchar canciones de protesta, como si fueran de amor”.
Para el registro realizado entre marzo y diciembre de 2021, participaron los bandoneones en manos de Sofía Calvet, Milagros Caliva, Ayelén Pais, Natsuki Nishiara, Matilde Vitullo, Victoria Gauna y Manuel Barrios, el contrabajo y las percusiones de Venturin y el bombo legüero de Diego Fariza.
Junto a “Pregón”, primera composición de Laso que es la puerta de entrada a la placa, conviven piezas contemporáneas firmadas por Alfredo “Tape” Rubín (“Flor morena de luz”), Tomi Lebrero (“Nadalina”), Luciana Mocchi (“Ejercicio”), Lele Angeli (“Otoño”) y las duplas Alejandro Guyot-Edgardo González (“Fuga de ausencias”) y Yuri Venturin-Palo Pandolfo (“Azucena Alcoba”).
El abanico estilístico incluye, además, “Corazón maldito”, de Violeta Parra; “Ámbar violeta”, de Fito Páez; “Llámame cuando amanezca”, de Horacio Guarany-Tormenta; “Canto de nadie”, de Alfredo Zitarrosa; y “Mi mariposa triste”, de Daniel Toro-Julio Fontana-Casimiro Cobos.
“Digo con vergüenza que no conocía a Daniel Toro y algo parecido me pasa con la imponente obra de Guarany y con tantas otras canciones que han sido como abandonadas”, confesó la vocalista que funciona como renovado puente entre aquellas composiciones y la audiencia actual.
Capaz de hacer un balance de la experiencia autoral que atraviesa Cabeza negra, la también actriz arriesgó: “Me parece que cierra y es como coherente porque las canciones también tienen una fuerza política importante”.
Cabeza negra es, para Laso, un “disco audaz y el resultado es realmente trágico que marca un reencuentro musical con Yuri”. “Tras dejar la Fierro para irme a vivir a Salta, nos prometimos hacer un disco juntos y después de la pandemia llegó el momento de hacerlo desde esta propuesta atípica de formación con cuatro bandoneones y contrabajo que me asustó, pero por suerte me animé”, dijo.
Además y respecto a los desafíos que esa formación le impuso a la hora de cantar, confesó: “Nunca ensayé tanto para grabar tan pocos temas. Las tonalidades están un poco más altas de las que a mí me hacen sentir más cómoda, pero esa decisión de Yuri de pedirme un poco más, de que sea exigido, me gusta un montón”.
Para concluir la cantante contó cómo es su vida artística en Salta: “Por suerte pudimos hacer el film Terminal norte con Lucrecia, pero en el norte hay mucho trabajo en relación al folclore y no es un circuito en el que yo entre porque mi música todavía está muy ligada a esta ciudad (Buenos Aires). Pero tengo ganas de andar más por el país y estoy muy feliz con la decisión de vivir en Salta”.