El bailarín y maestro Julio Bocca, de 57 años, reemplazará a Jorge Telerman al frente de la Dirección General y Artística del Teatro Colón, luego de que la ministra de Cultura porteña, Gabriela Ricardes, desplazara al ex jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de ese cargo.
Bocca, referente argentino a nivel mundial en la danza, quien se encuentra hace muchos años viviendo y trabajando en Uruguay, estará en el cargo junto a Gerardo Grieco y un equipo de colaboradores que serán presentados en noviembre próximo.
Según fuentes oficiales, las autoridades porteñas apuntan a “lograr un teatro sostenible basado en la ejemplaridad”. Además, consideraron que “al retomar el camino de origen, cuna de los grandes artistas argentinos y de la región, se promueve la excelencia y rigurosidad artística de nuestros talentos”.
En ese sentido, Ricardes señaló: “Estoy muy contenta del grupo de trabajo que conformamos con Gerardo y Julio. Creo mucho en los equipos, y ellos demostraron saber cómo llevar adelante un proceso como el que necesita el Teatro Colón».
“Ya trabajan en la transición y en la programación 2025, que va a estar a la altura de lo que queremos del Teatro Colón, un referente mundial para la cultura”, expresó finalmente la ministra de Cultura porteña.
“Con Julio ya conformamos el equipo que nos acompañará. Trabajamos en las grandes líneas que marcarán nuestra gestión, con eje en el trabajo con los cuerpos estables, la revalorización del talento local y la relación con otros reconocidos teatros del escenario mundial”, explicó Grieco.
El 26 de junio de 1985, fecha de la que el año próximo se cumplirán cuatro décadas, un Julio Bocca de apenas 18 años ganaba el primer premio en el V Concurso Internacional de Ballet de Moscú, el certamen de danza clásica más importante del mundo y un momento mágico con el que saltó a la fama y comenzó una carrera artística de reconocimiento mundial, según recordó el protagonista de la historia hace un tiempo, cuando se cumplieron 35 años de aquel episodio.
Por aquellos años, Bocca era un bailarín muy joven y desconocido que había participado de un concurso internacional de ballet en Osaka, Japón, con suerte esquiva. “En la segunda ronda me sacaron”, recordó, aunque destacó que había aprendido muchas cosas de esa experiencia: cómo funcionaban esos certámenes, la potencia de las grandes compañías que mandaban a sus bailarines acompañados por maestros y bien equipados, y la ambición de cada teatro del mundo por preparar a sus artistas para que ganaran ese premio.
Julio Bocca, a 35 años del concurso que inició su carrera mundial, lo evoca como «el sueño del pibe»
Bocca tuvo más bien poco de todo eso, aunque supo elegir una compañera ideal: Raquel Rossetti, integrante del Ballet Estable del Teatro Colón, una artista con su carrera consolidada, que había regresado de bailar en Suiza y no necesitaba de ningún concurso internacional porque ya tenía una trayectoria en el teatro más importante de la Argentina. “Lo acompañé porque le tuve fe y confié en su talento, que le descubrí a sus 15 años cuando bailamos juntos por primera vez en un programa de televisión”, recordó la compañera de Bocca oportunamente.
Todo lo que vino después en la carrera de Julio Bocca fueron logros y perfil bajo: fue el bailarín y más tarde coreógrafo que popularizó la danza en la Argentina, que la llenó de logros y aplausos y que hizo que cientos de niños y niñas quieran dedicarse a la danza de manera profesional, una carrera durísima en la que llegan unos pocos.