Julio Genesini es uno de esos nombres que suenan a radicalismo en Santa Fe. La marca en el orillo le viene de su Misiones natal: su padre, Virgilio Genesini, fue intendente radical de la ciudad de Dos Arroyos, donde la calle principal lleva su nombre. A Rosario llegó para estudiar Ciencias Políticas, pero finalmente eligió Derecho. Ex concejal de Rosario a fines de los 80, ex ministro de Trabajo en la gobernación de Miguel Lifschitz, es palabra autorizada para hablar de la UCR, tanto en la provincia como en la Nación. Participa del armado que seguramente llevará al diputado Maximiliano Pullaro como candidato a gobernador el año próximo. Dueño de una extensa trayectoria, se lamenta por “la desvalorización del rol de los partidos políticos”, lo que provoca que “cada contradicción se vuelva antagónica, sin posibilidades de síntesis”. Parado en el marco de una UCR entusiasmada por los últimos resultados electorales, no se olvida de los tiempos de la “resistencia radical”, luego de la crisis del 2001, pero se entusiasma con «una nueva mirada de la sociedad hacia la UCR».
—Con su amplia trayectoria política, ¿qué cree que cambió para bien en todos estos años y qué cambió para mal?
—Creo que en su momento fue muy importante todo el compromiso y la lucha por recuperar la democracia, previo al 83. Toda la actuación de los partidos políticos, recuperar la democracia, la vigencia de las instituciones, de la libertad, y la vigencia de los derechos humanos. Es una cuestión muy importante y es un logro del conjunto del pueblo argentino y del esfuerzo de los partidos políticos, que en ese momento no estuvieron exentos de acechanzas. Siempre estaba el riesgo de la interrupción de la vida democrática. Y también el principio de que todo debía someterse a la ley, que comenzó con el Juicio a las Juntas. Nosotros veníamos con otras experiencias en la Argentina, donde se recuperaba la democracia, luego se interrumpía y después nadie se hacía cargo o tenía que rendir cuenta por los golpes de Estado. Creo que eso abrió todo un proceso muy importante para la Argentina. Y eso también se dio porque hubo muchos consensos básicos en ese momento, más allá de diferencias en distintos aspectos, de la economía, de cómo se manejaron algunas corporaciones, el posicionamiento de los partidos, pero lo bueno fue que hubo un consenso básico y central de que había que encauzar a la Argentina por el camino de la vigencia de las instituciones democráticas. Creo que eso fue un proceso virtuoso y tal vez lo más importante. Lo que cambió para mal, más allá de la coyuntura y de los programas económicos, es que hubo una desvalorización del rol de los partidos políticos, por culpas propias, por errores, y también por una acción que se hizo de ciertos sectores tratando de quitarle relevancia al rol de los partidos políticos en la democracia. Y creo que eso es lo que cambió para mal. Se terminó en una democracia sobre la base más de personas que sobre la base de instituciones partidarias, con programas, sobre la base de acuerdos sustentables en el tiempo, con otras fuerzas. La posibilidad de construir políticas de Estado, darle certezas, certidumbre, al desarrollo de nuestra democracia. Y creo que eso lleva todo un problema, porque las fuerzas políticas son mediadoras de la dialéctica, de los conflictos, y bueno, cuando eso cede, o no tiene una presencia o proyección social, pareciera ser que toda contradicción se vuelve antagónica y sin posibilidades de síntesis. Y por ahí creo que estamos inmersos en una situación de este tipo.
—¿Usted cree que los partidos políticos relegaron protagonismo en nombre de figuras individuales?
—Volviéndonos un poco para atrás, en un momento se planteaba que la superación de los partidos abriría camino a una nueva política. Se hablaba de la vieja política. Hoy es como para hacer todos los análisis sobre ese planteo, porque pareciera ser que se volvió a la etapa pre-partidos. Habría que analizar cómo funcionaba la política antes de los partidos políticos y podríamos ver si todo eso significó un avance o un retroceso. Es una cuestión como para conversar mucho.
—En ese sentido, hay un debate muy actual, el de la boleta única, que la provincia dio en su momento. ¿No cree que la boleta única va en el sentido contrario al fortalecimiento de los partidos, potenciando las figuras individuales?
—Acá hubo toda una experiencia de la boleta única en Santa Fe, que resolvió muchos aspectos de la cuestión logística y la transparencia electoral. La celeridad, la certeza. Puede ser que contribuya el sistema a que se proyecten figuras que no provengan de los partidos políticos, que facilite esa proyección. Pero de todos modos yo creo que independientemente de los sistemas está en la conducción de los partidos, en la fortaleza ideológica, en el trabajo, en la formación, en la militancia, que es en definitiva lo que le da consistencia y formación a un partido político. Independientemente de las cuestiones de diseño de las normativas electorales, porque otro tipo de normativa tampoco va a resolver la situación de la crisis de los partidos si en definitiva estos partidos no son consecuentes con el trabajo de formación, de propuestas, de formación de cuadros, de relacionamiento con la sociedad, que es otro gran desafío de los partidos: no encerrarse en una celda propia, al margen de la sociedad, que es uno de los problemas de la democracia actual. Y creo que ahí está el gran desafío de todos los partidos, interpretar a la sociedad, ser el vaso comunicante de las aspiraciones, de los deseos de una sociedad y traducirlos en políticas públicas consistentes. Eso es en definitiva lo que hace a la solidez de un partido, independientemente de los diseños de la normativa electoral. Obviamente, una normativa como la de la boleta única puede favorecer que no se necesite tanto de un partido político para presentarse.
—Hablando de la UCR, y este diagnóstico que usted hace en relación con la crisis de los partidos políticos, la UCR, a contramano de esto, parece haberse fortalecido en los últimos tiempos. ¿Usted cree que es solamente como consecuencia de algunos resultados electorales o hay algo más profundo?
—Creo que es un proceso más profundo. El radicalismo, obviamente, tuvo una situación muy difícil, a partir de lo que fue el gobierno de (el ex presidente Fernando) De la Rúa. Nosotros fuimos a la elección, sacamos el 3% de los votos en la elección presidencial, y marcó la menor expresión de la UCR en toda su historia, pero fuimos a la elección. Fuimos con nuestro candidato, con nuestros militantes, con nuestros fiscales, y a partir de ahí seguimos luchando toda una etapa, que algunos llamaron de resistencia radical, que era recuperar este partido que tenía mucha historia, muchos años y mucho para aportar al país. Así que un poco es resultado de todo ese trabajo que se fue sosteniendo en el tiempo, tratando de, más allá de las distintas vicisitudes y alianzas, sostener un marco básico de funcionamiento en este contexto que es bastante difícil. No quiero pecar de excesivamente optimista, pero creo que después de mucho tiempo la gente empieza a volver su mirada a la UCR. Y empieza a traducirse también en resultados electorales. Y creo que no es una situación derivada de aciertos electorales, sino que también es el resultado de una nueva mirada que empieza a tener la sociedad hacia este viejo partido, que empieza a entender que puede darle cierta racionalidad al debate político en la Argentina, que está bastante extraviado en muchos aspectos y puede contribuir a dotar de cierta racionalidad a la práctica política en la Argentina. Y esa es una mirada hacia el funcionamiento de nuestras instituciones partidarias, lo que fue la última convención radical, con una propuesta. Acá en Santa Fe también, el partido se ha ido unificando en la idea de trabajar en conjunto, para el rediseño de un frente político para expresarse como alternativa. Creo que un poco por allí está pasando la cosa. Una combinación de las dos circunstancias. Por un lado, es cierto que hay una mejor proyección electoral, pero también es cierto que hay una nueva mirada de la sociedad hacia la UCR.
—Y en esa mirada, ¿cuál es valor que está en juego esta vez? Usted habló de la racionalidad política, ¿va por ahí?
— Yo creo que sí, que la gente está viendo que este camino, en el que toda diferencia no tiene solución, que no hay posibilidades de acuerdos mínimos, de síntesis, no nos está llevando por buen camino. Y hay un escenario de bastante incertidumbre hacia el futuro, los jóvenes son los que más sufren esta situación, sobre todo cuando se perpetúan problemas en nuestra democracia que no alcanzan a resolverse. Tenemos problemas económicos, de seguridad, de funcionamiento de la justicia, de educación, y se superponen los debates, los discursos, las confrontaciones y la gente no vislumbra una solución. Y ahí están mirando al radicalismo, a ver si podemos aportar esa cuota de racionalidad, de serenidad, para darle mayor consistencia a las políticas públicas. Está en nosotros como fuerza política entender, hacer la lectura correcta, y tratar de dar respuestas en ese sentido. Ese es el desafío de la UCR, y por eso está planteando permanentemente la necesidad de lograr acuerdos programáticos, se está trabajando mucho a nivel nacional, y también acá en Santa Fe, conversando con distintos actores del partido, pero fundamentalmente de la sociedad civil, como para ir nutriendo una propuesta de la Unión Cívica Radical. No es tratar de ver cómo se acierta con un eslogan en una campaña para ganar una elección, o un determinado marco de alianza. Si nosotros no le damos consistencia programática nos vamos a encontrar con que cualquier triunfo va a ser efímero. Y pasa que cada vez la sociedad le da menos tiempos a los gobiernos para dar respuesta, y vemos cómo rápidamente todas las expectativas que se generan detrás de una elección se empiezan a agotar, entonces eso es lo que hay que tratar de cambiar. Y la Unión Cívica Radical tiene que transitar ese camino para hacer un aporte a la democracia, en estos momentos, que sin duda son difíciles.
—El proceso de confluencia con el PRO trajo algunas voces críticas dentro del radicalismo. ¿Cuál es su mirada?
—Yo tuve una posición, que hice pública, como convencional nacional, en la Convención de Gualeguaychú y en la de Parque Norte, que era para la elección de 2019. Con un grupo de convencionales estuvimos marcando las diferencias con ese marco de acuerdo que se planteaba, porque en realidad lo de Gualeguaychú terminó siendo una alianza electoral donde ni siquiera hubo un programa en común, y luego tampoco la Unión Cívica Radical tuvo participación e incidencia en el gobierno, y bueno, creemos que los resultados fueron malos precisamente porque no se sustentó ese esquema de acuerdos políticos sobre la base de un programa común y de un compromiso hacia las fuerzas políticas y un compromiso hacia la ciudadanía. Después quedó en un gobierno que lo lideró Macri con su fuerza política y no hubo una propuesta en común. Un poco en Parque Norte se reeditó ese esquema sin ninguna autocrítica, se fue a un esquema de ese tipo, se perdieron las elecciones, y entendemos por lo menos que lo que se dio en el proceso posterior de la UCR, que se plasmó en la Convención de La Plata, fue un análisis que se trabajó con tiempo, y la idea es tener un programa que se va a discutir con las otras fuerzas, y que es condición tanto para conformar una alianza de gobierno y es también una condición para sostener un gobierno que surja de esa alianza. Esas son cuestiones de enfoque de la UCR que ha cambiado y abre un escenario distinto y está en el partido y en los que tenemos alguna responsabilidad de lograr que esto se plasme en la práctica. Un poco esa sería mi postura en este momento: no volver a caer en hacer acuerdos electorales por el simple hecho de la elección. Eso se está trabajando a nivel nacional, hay una conducción que lidera (el gobernador de Jujuy) Gerardo Morales, pero donde están todos los sectores. Y bueno, acá en Santa Fe también se está trabajando en esa dirección. Esperemos que sea un nuevo escenario que se base en programas que le den consistencia a una gestión de gobierno. Y obviamente el radicalismo está dispuesto a tener una preeminencia en esa alianza y llevar nuestros candidatos, tanto a nivel nacional como provincial, para ganar las elecciones.
—Usted participó de otra alianza, el Frente Progresista, que fue la que gobernó la provincia durante 12 años. Fue ministro de Miguel Lifschitz, y tal vez conoce como pocos la posibilidad que tiene el socialismo de sumarse a este frente de frentes.
—Bueno, yo soy respetuoso de las otras fuerzas políticas, que tendrán que tomar sus decisiones. El radicalismo ha transitado una experiencia muy importante para constituir aquella alianza, también hubo dudas en su momento. Sin embargo, se avanzó en esa decisión y se abrió un proceso de 12 años que fue virtuoso para la provincia y que creo que fue una experiencia muy importante. Creo que la posibilidad está, hay que ver cómo se construye y va a ser muy importante las coincidencias sobre la base de un programa de gobierno. Creo que están las posibilidades. No obstante, cualquiera de las fuerzas políticas está legitimada a tomar su camino. Este es el juego de la democracia, pero creo que es muy importante tratar de articular a los distintos actores detrás de un programa de una gestión de gobierno. Si eso se hace con transparencia, con discusiones sinceras, racionales y razonables, siempre está la posibilidad de que se construya un frente amplio y que estén todas las fuerzas que quieran estar.
—Usted trabaja por la candidatura de Maximiliano Pullaro.
—Yo estoy colaborando en todo este armado que está haciendo Maximiliano Pullaro, que es un emergente de la Unión Cívica Radical de larga trayectoria militante, joven, que tuvo una experiencia electoral, tiene una proyección importante y estamos trabajando en ese armado.
—¿Cómo está viendo la gestión del actual gobernador Omar Perotti?
—Yo creo que sin dudas nosotros habíamos hecho buenos gobiernos. Creo que el gobierno de Lifschitz fue muy bueno, con mucha capacidad de gestión. Y en general, tras el triunfo de Perotti, uno suponía que iban a tener una gran impronta de gestión, superadora, pero eso no se verificó en la práctica. Muchos programas de contenido progresista que estaban en marcha fueron dejados de lado. Algunos se reformularon y creo que la gestión en general no ha cumplido con las expectativas que tuvo la ciudadanía en su momento. De más está decir, todo lo que fue el eje de campaña en torno a la seguridad, “la paz y el orden”, y nosotros vemos que el escenario en ese sentido se ha deteriorado mucho. Es una situación preocupante, pero creo que exhibe un poco la falta de resultados del gobierno en sus principales ejes de campaña y de propuesta política.