Por Súper Deportivo Radio por Radio Villa Trinidad
Es pura pasión Julio Velasco y de esas pasiones que no reconocen pausas. Se lo percibe enseguida desde su forma de hablar, desde que se presta a la charla desde en Italia con claridad, sabiduría y profundidad para transmitir lo que le gusta pero también lo que le desagrada.
El platense de 68 años lleva consigo un bicampeonato del mundo, un tricampeonato europeo y medalla de plata en los Juegos olímpicos en Atlanta 1996, todas con la selección Italiana de vóley. Con Argentina, en su última etapa como entrenador consiguió colgarse la medalla de oro en los Panamericanos en Toronto. Y fue elegido como el mejor DT del siglo XX por la Federación Internacional. Más allá de sus logros, Velasco, es un hombre que siempre trascendió el vóley, con sus acciones, con su trabajo, con su ética y con su palabra.
-En tiempos de cuarentena, ¿Se suele analizar así mismo? ¿Le gusta quién es Julio Velasco?
-¡Una pregunta difícil, es esa! No creas que tengo más tiempo que antes para analizarme, por suerte ahora puedo trabajar mucho desde casa, con esto que estoy organizando todas las selecciones juveniles de Italia. Hago reuniones con los entrenadores, preparadores, entrenadores de clubes, escribo, documento, estudio. Estamos entrenando por intermedio de las plataformas que nos permite la tecnología. Reunimos a los jugadores y cada uno desde su casa hace un trabajo de preparación física. Estamos entretenidos, más allá de ocuparme de las cosas de mi casa. Yo vivo en el campo, aclaro que el campo de Italia no es el mismo que el de Argentina. Estoy a 20 kilómetros del centro de Bologna. Tengo un jardín y hago algunos trabajos referidos a eso, pero para contestar la pregunta, pienso que si uno no se gusta a sí mismo para nada, tiene un problema psicológico grave, ¿No? digamos que la opinión que uno tiene de uno siempre es contradictoria, algunas cosas gustan y otras cosas menos. En el sentido, que uno siempre dice: podría ser mejor o podría haberlo hecho mejor o no tendría que haber reaccionado de esa manera. Yo siempre tuve una visión bastante crítica, tratando de hacer lo mejor que puedo y hay veces que lo logro y otras veces que no.
-La gente lo ve como un gran líder, es creíble en lo que transmite y hace. ¿Usted que visión tiene de su persona?
-Lo que pasa, es que yo desde muy chico que intenté cambiar las cosas que no me gustaban o que mejor dicho no le gustaban a mi mamá, porque generalmente cuando uno es chico tiene cosas de los padres. Mi mamá pobre, era viuda, con tres hijos varones, se dedicó mucho a nosotros. No teníamos dinero, ella era docente y siempre nos dio lo mejor que pudo. Éramos socios de un club, que luego me permitió jugar al vóley. Íbamos a colegios públicos de La Plata, pero muy buenos, como la escuela que trabaja ella y el Colegio Nacional que dependía de la Universidad Nacional. Yo de chico me peleaba bastante, no tenía una buena disciplina en la escuela, pero luego me enteré que una docente amiga de mi mamá fue la única que me defendió y le dijo ‘Lo que pasa que él es así, porque se aburre, entiende rápido y después se pone a charlar’. No es que hacía cosas terribles, me acuerdo una vez que fui a sacar moras porque alrededor de la escuela había árboles de moras e iba poniendo las moras despacito en el bolsillo del guardapolvo blanco para que no se rompieran, ja. Imagínate como llegó ese delantal a mi casa, pero claro si era una casa sin problemas económicos era una cosa, pero el tema que mi mamá tenía que planchar y en esa época se le ponía almidón a los guardapolvos y no tenía dinero y tenía que tirar ese guardapolvo ¡Me quería matar! Usaba anteojos, me enganchaba en un partido de fútbol, los dejaba abajo de un árbol y me olvidaba, después no los encontraba y tenían que comprarme otro par de anteojos. En cambio, yo tenía un hermano, que era el hijo perfecto, es mi hermano mayor que vive en Madrid, era el hijo ideal, nunca se peleaba con nadie, hacía todo bien. El fue abanderado y yo no fui porque tenía una conducta regular, las notas daban para que sea abanderado, pero había que tener conducta muy buena para serlo. Entonces yo siempre luché contra esas cosas de mi personalidad y hasta el día de hoy cuando pierdo mis cabales o me pongo muy agresivo, aunque no sea excesivo me quedo mal, porque me viene la idea de que otra vez caí en lo mismo. Cuando soy agresivo, soy igual a la mitad de las personas que conozco. A mí me quedó eso, de querer cambiar algunas cosas de las que mi vieja siempre me remarcó como algo negativo, pero a su vez, me remarcaban otras cosas negativas que para mí no lo eran y que por suerte las tuve, como pensar por mí mismo o no aceptar las ideas simplemente porque venían de una autoridad. Me tenían que convencer a mí, aunque muchas veces obedecía porque había que obedecer, pero era evidente que no estaba de acuerdo, digamos. Discutía mucho y eso yo lo reivindicó e inclusive trato de enseñarle a los jóvenes que sean así, que tengan disciplina, pero que tengan sus propias ideas.
-Si usted no hubiera tenido ese pasaje de vida: humilde y con algunas limitaciones, cada vez que obtuvo un título no se preguntó ¿Esto lo logré por qué tuve esa vida?
-Me lo hicieron pensar, pero tampoco quiero exagerar, era humilde para ser clase media, porque yo siempre le digo a los jóvenes que hay que agradecer a donde uno nació. Uno pudo haber nacido en una villa o en un barrio obrero o en una familia de clase media. Mi mamá era culturalmente de clase media, pero después quedó viuda y con tres hijos y en mi casa había poca plata, pero íbamos a uno de los mejores colegios de La Plata y éramos socios de un club. Por eso, no quiero exagerar realmente en la gente que tiene muy poco. Yo me moví entre gente de clase media y de los de clase media era el que menos tenía. Yo tengo una gran voluntad y cuando me encuentro con una situación muy difícil no me pongo a explicar cuán difícil es, sino trato de buscarle una solución enseguida. Mi mamá era así, nunca se lamentaba. Nunca la escuché protestar, iba para adelante y a nosotros nos trataba de crear una situación buena y eso uno lo va mamando directamente a ese mensaje de no lamentarse e ir siempre para adelante. Creo que fue un elemento muy importante y sobre todo en algunas situaciones. Por ejemplo, cuando me tocó ir a Irán a entrenar, me acuerdo que dije: para ir a Irán hay que hacer un salto de Argentina a Irán y anular la experiencia italiana, porque la experiencia italiana siempre fue de primer nivel, con todas las condiciones, con problemas también, porque yo en Italia no me hice famoso por las victorias, sino por como combatir las excusas. Yo escuchaba que me decían acá tenemos este problema y yo les decía: ¿Cómo que tenemos este problema? Acá no tenemos problemas serios, acá tenemos de todo.
-Un tipo tan exitoso como Julio Velasco, ¿Cómo se llevó con los sueños?
-Como todos los chicos, mi sueño era ser jugador de fútbol. Actualmente, hay veces que me opongo a esas charlas de liderazgo que te dicen “si usted quiere, puede”, si eso fuese verdad yo hubiera jugado de 10 en Estudiantes de La Plata y no de marcador de punta, como intenté jugar. Porque si nos aferramos a esa frase, te puedo decir que yo querer, quería, y había otros mejores, después me fui dando cuenta y fui dejando para arrancar con el vóley. Después como jugador de vóley, como son los jóvenes soñamos cosas más chicas, como ganar un campeonato o jugar un partido con público, por ejemplo, porque en ese momento solamente iban las novias nada más. Imaginarse un partido con el estadio lleno era lo máximo. Lo que sí, yo siempre le doy un consejo a los entrenadores jóvenes que me preguntan y me dicen yo quisiera llegar a lo que fue usted, que tengo que hacer, y yo saben lo que les contestó que nunca pensé mucho más allá. Yo nunca soñé ser un entrenador que gane un mundial. Yo siempre soñé cosas a corto plazos, entrenaba a los chicos y soñaba con que ese equipo jugara bien y que podamos llegar a una final, nunca mas allá. Yo siempre soñé con el equipo que tuve a cargo, sueño las cosas que puedo hacer. Nunca me imaginé que me iba a ir tan bien deportivamente y económicamente, porque que me vaya bien económicamente en el vóley fue una casualidad. No es que uno dice soy entrenador de fútbol, si me sale bien, esta claro que voy a estar bien económicamente.
-¿La idea que usted le plasmó a sus equipos en la actualidad lo ve en algún entrenador de alguna otra disciplina?
-Creo que muchos entrenadores de primer nivel, a los cuales conozco, tenemos muchas cosas en común, porque lo más importante no es el sistema de juego. Los sistemas de juego son herramientas, como para el jugador la técnica es una herramienta para jugar. Nosotros, tenemos que hacer jugar al equipo de la mejor manera posible, después si funciona este sistema o el otro, tenemos que usar varios sistemas y usar el que realmente corresponde. Yo estoy bastante en contra de idealizar los modos de trabajo, que parecen que son ideologías.
-¿Qué sello de la escuela de Estudiantes de La Plata tuvo y tiene Julio Velasco como entrenador?
-Para empezar Estudiantes es una pasión. Uno puede cambiar de ideología, de mujer, pero de club uno no va a cambiar nunca, ¿No? Esa epopeya de Estudiantes de la Plata, que denominas escuela de Estudiantes, creo que me ha dejado algunas enseñanzas en modo inconsciente y una de esas es que hay que hacer con lo que uno tiene. En Estudiantes no se podía salir y decir yo quiero a este jugador o quiero al otro, era un club chico de una ciudad.
-¿Cómo se supo llevar con el éxito? ¿En qué lo mejoró y qué falencias descubrió teniendo éxito?
-El problema es complejo. En realidad el éxito muchas veces llega sin que uno se lo espere y a veces el éxito construye un personaje y el personaje no siempre coincide con la persona. Muchas veces sentía que las personas se relacionaban conmigo a través del personaje Julio Velasco y no con mi persona. En este contexto, me ponían características que a mi no me identificaban. Al principio, me hice muchos problemas con eso, no estaba bien. Hasta que dije, bueno esto es así. Nosotros que tenemos un trabajo público pasamos a ser personajes que no nos pertenecen más y entonces, tenemos que convivir con ese personaje que a veces no nos gusta, porque muchas veces la gente le da connotaciones que nosotros no le queremos dar. En Argentina está instalado eso de yo no cambio, yo soy el mismo pibe de barrio, pero ¿Cómo no vas a cambiar? Pero claro que cambiamos, porque si no cambiáramos seríamos un ladrillo. Como no va a cambiar uno que en el 83 se vino a vivir a Italia y que construyo otra vida ¿Cómo no voy a cambiar? ¿Cómo no va a cambiar un pibe que nació en una villa y después juega en Boca o en River? El tema no se trata de cambiar, el tema es no perder ciertos valores. Hay veces que el jugador de fútbol, el entrenador o el músico no da más de ser un personaje y muchas veces la gente no lo entiende. No puede más, porque no es él. A mí me ha pasado en todos estos años, de quizás mayor fama en Italia, de hacerme muy bien volver a Argentina todos los años, porque yo ahí me volvía a encontrar con los amigos de siempre, para los que yo era Julio y no era el tipo famoso. Una vez escuché una entrevista con John Lennon que decía ‘La fama destruye todo lo que esta alrededor del que se hace famoso’ y en realidad la fama lo terminó matando a él también. No puede ser una casualidad que tantos ídolos del rock, por ejemplo, hayan muerto muy jóvenes. Los deportistas no, pero te digo es difícil. Imagínese alguien como Maradona, que no haya podido salir a la calle, no podía tomar un café. Entonces es muy difícil y se comienza a construir una vida paralela que es muy difícil de bancar.
-En el Mundial de fútbol de 1990, a Italia la eliminó Maradona, el argentino más odiado a partir de ahí. Y los “redime” (si vale el término) otro argentino, Velasco, ganando el Mundial de Vóley. ¿Cómo convivió con todo eso?
-Desde ese punto de vista fue un año feo, porque mucha gente acá hizo una cosa muy loca con eso. ¡Había un odio! Maradona habló del tema de Nápoles, es como que se haya metido a criticar la familia de uno, cuando él era un huésped. Además era un tema muy sensible para los italianos la diferencia entre el sur y el norte de Italia, era un tema muy complicado. Para colmo, había tantos sueños acumulados de la gente en poder ganar ese mundial que ser eliminado por Argentina fue un trauma tremendo. Yo me acuerdo que a pesar de haber ganado el mundial ese mismo año, siendo el entrenador de Italia, yo notaba gente que estaba enojada conmigo, no es que fue agresiva o me insultó, pero vos te dabas cuenta que estaban molestos conmigo. Hay fenómenos humanos, que se desencadenan así, son absolutamente irracionales. Yo lo viví en primera persona, pero después pasó con el tiempo.
-¿Cuál es su ABC para entrenar a un jugador?
-Yo nunca como entrenador me propuse formar entrenadores de los jugadores que entrenaba, pero de hecho los jugadores que tuve en la selección italiana son casi todos entrenadores. Digamos que hay una proporción de entrenadores que ningún país lo ha tenido en la historia. Son muchísimos entrenadores que dirigen en la Serie «A» de Italia o que dirigieron selecciones del mundo, pero quizás se dio así porque ese equipo y ese grupo era muy especial y no porque yo hice algo para así sea. Lo que sí me propongo como entrenador es que el jugador pueda llegar a saber de vóley tanto como se yo
-A pesar de haber trascendido tanto y de tantos logros ¿Tuvo su día soñado y perfecto como entrenador de vóley?
-Yo enseño a estar en contra de la perfección, porque cuando uno trata de encontrar la perfección va a encontrar siempre frustraciones, porque la perfección es inalcanzable. El deporte lo que enseña es eso, nos medimos con otros imperfectos como nosotros, que son los adversarios y se trata de ser mejores que ellos.
-Si se encontrara con Messi, ¿Qué es lo que primero le preguntaría?
-A mí me interesaría mucho de Messi, saber cómo fue su proceso. De un chico que me decían que no tenía el físico para jugar al alto nivel, ¿Cómo fue la decisión de irse a Barcelona? ¿Cómo fueron esos años en Argentina, cuando no encontraba la posibilidad de hacer el tratamiento que tenía que hacer? ¿Qué pensaba si no lo podía hacer? ¿Si sentía frustrado o si estaba convencido de que iba a poder hacerlo? y ¿Como fueron sus primeros años en las divisiones inferiores del Barcelona? Porque después al Messi genio, no hay mucho que preguntarle, porque los genios no saben responder muy bien, por eso son genios. Ellos hacen cosas dificilísimas, que a ellos le parece fáciles.
-Usted perdió a su padre de muy joven, cuando tenía 6 años. ¿Qué charla le gustaría tener con él?
-Creo que sería una charla muy larga. Mi padre era un estudiante peruano que vino a La Plata con tantos sueños de recibirse y de hacer una vida en Argentina. Me gustaría saber cómo conoció a mi mamá y cómo se enamoró de ella. ¿Qué pensaba de sus hijos? ¿Qué esperaba de nosotros? Le costó mucho vivir en Argentina y se sintió rechazado por la sociedad argentina. Mi papá era un poco ‘oscurito’, como muchos peruanos. En cambio, mi mamá era una rubia anglosajona – italiana. Fue una pareja ‘café con leche’ y mi papá se sintió rechazado por la familia de mi mamá, eso imagino, porque nunca se hablaron esas cosas en mi casa. Me gustaría saber todas esas cosas y también me gustaría saber cómo hubiera sido él cuando yo tenía 15 años o 18 años, si nos parecíamos o no.
-¿Qué título o medalla le entregaría a él de las que pudo lograr?
-Es muy difícil elegir. Mis victorias como jugador de Universitario de La Plata, mis primeros campeonatos con Ferro, el Mundial 82 que ganamos una Medalla de Bronce. Después le época italiana. Yo siempre le digo a mis hijos que hay que hacer lo que uno le gusta y si después la pasás mal, por lo menos la pasás mal haciendo lo que a uno le gusta. Lo que pasa que la mayor parte de la gente no tiene esa oportunidad de hacer lo que le gusta. El que la tiene, no la tiene que desaprovechar.
¿Cuál considera que es el deportista argentino con mayor liderazgo de la historia?
– Maradona. Diego era un líder increíble, no se conoce un compañero que haya hablado mal de él. Maradona, si era uno de esos que tenía sus problemas en la vida, como tantos o como pocos, pero eran sus problemas. Diego por sus compañeros daba todo, jamás criticó a un compañero por pasarle mal la pelota. Él siempre se la jugó, aún equivocándose, sin cálculos y diciendo lo que piensa, pero cuando jugaba era un líder extraordinario. ¿Cómo se explica el fenómeno Maradona? no lo sé, porque hay cosas que para mí son inexplicables, porque hay gente que tiene un carisma mundial y otros no.
-¿Le gustaría volver a trabajar en el ambiente del fútbol?
– No, ya no. Aparte yo me di cuenta, que soy un entrenador, no sirvo para eso. Una vez que estaba en la Lazio estaba caminando por Roma y había un barrio que las calles tenían nombre de oficios. Por ejemplo, la calle del carpintero, la calle del joyero, entonces en un momento miro y digo: ¿Mi calle cuál es? y después me di cuenta que mi calle era la calle de los entrenadores. El fútbol me enseñó que las cosas siempre son mas complicadas viéndolas desde adentro, que desde afuera. El mundo de fútbol es muy complicado y por eso yo tengo gran admiración por los entrenadores de fútbol. Es difícil, porque todo lo que se hace en el fútbol es de dominio público. Es como trabajar en una casa de cristal, cualquiera otra empresa que tendría esa exposición no duraría ni una semana o un mes. Es difícil todo.
-¿Gallardo qué le representa?
-Yo estuve con Gallardo, me invitó a charlar con él. Me pareció un tipo muy inteligente, pero además una persona muy abierta. Uno ve cuando alguien escucha y lo hace con atención. Creo que como me escuchó a mi, escuchó a otra tanta gente. Eso ya es mucho, porque cuando uno es abierto aprende, cambia y mejora. Seguramente es uno de los grandes técnicos argentinos, pero hay varios y él es uno de ellos, sin dudas.