La conmoción que produce en escena la creación de un universo poético donde el cuerpo y la voz son herramientas para producir sentido y verdad. Una mujer que habita en su laberinto, una especie de jardín de las delicias donde el tiempo va y viene y donde ella pone en tensión los vericuetos de su memoria, las instancias de algunos de sus recuerdos, qué pasó y lo qué va a venir, son los elementos fundantes de Katie’s Tales (Los cuentos de Katie), “el deseo de una mujer en el torbellino de la historia”, a partir del trabajo en escena de la actriz polaca Agnieszka Kazimierska bajo la dirección del italiano Mario Biagini, uno de los referentes del Workcenter de Jerzy Grotowski, en manos de Thomas Richards y el propio Biagini, sus referentes contemporáneos, en un espectáculo en inglés con subtítulos en castellano que cuenta con cantos tradicionales polacos y que este fin de semana se presentará con dos únicas e imperdibles funciones en Espacio Bravo, luego de su paso reciente por el Espacio Polonia Teatro de Buenos Aires, recomendado por la Embajada de la República de Polonia.
Agnieszka es una actriz polaca independiente que trabaja en diversos proyectos internacionales, y uno de ellos es Katie’s Tales. Entre 2007 y 2021, trabajó como actriz, investigadora teatral y profesora en el referido Workcenter, espacio en el cual, desde 1999, Richards junto a Biagini continuaron con el desarrollo de la investigación performativa del maestro Grotowski donde, precisamente, la producción se gesta a partir de una especie de verdad poética que entrelaza la tradición con la vanguardia, y que surge de un profundo proceso de investigación en las potencialidades del cuerpo y de la voz, un espacio que surgió en 1986, a partir de una línea de trabajo que Peter Brook, el gran director inglés, llamó “Arte como vehículo” y que luego adoptó Grotowski.
En el jardín
La vida de Katie transcurre en tiempos salvajes. Su amado tuvo que marcharse tras la última catástrofe pero le prometió volver. Junto con un par de sirvientes extranjeros, Katie vive protegida en su jardín, a la sombra de sus cerezos, testigos silenciosos de su vida y de la historia. Todos los días recibe visitas, cada momento podría traer el regreso de su amado y ella se mantiene alerta. En la encrucijada del pasado y el futuro, teje un tapiz viviente de conmovedores recuerdos y deseos insatisfechos de generaciones anteriores junto a los propios.
Propiciar sentido
“Pienso la construcción de este espectáculo, de algún modo, cómo funciona la mente humana: cualquier acontecimiento que estamos viviendo nos trae al presente fragmentos de la memoria, momentos del pasado, pero luego retomamos con lo que estábamos haciendo. Lo mismo, en ese acontecer, puede irrumpir una idea de futuro, de lo que podría llegar a pasar; la obra pone de manifiesto esa ola de fenómenos mentales que en muchos casos están desconectados del presente real”, contó la actriz a El Ciudadano a modo de adelanto acerca de este trabajo que cuenta además como asistente artístico y técnico al creador rosarino radicado en Europa Alejandro Tomás Rodríguez y fotografía de Nikita Chuntomov, con producción de la Fondazione Teatro della Toscana/Workcenter of Jerzy Grotowski and Thomas Richards (Italia).
“Katie vive en un jardín, un lugar que para muchas tradiciones es una metáfora de la psiquis humana; ella está allí, con su memoria y sus deseos, sus fantasías y sus imaginaciones; ella es un mujer que, con paciencia, está mutando, clarificando sus ideas, algo que sólo se logra con el paso de los años”, destacó Agnieszka.
En las formas del teatro antropológico hay mucho de lo propio puesto en juego. En ese sentido, respecto de algunos elementos de la historia propia, la actriz, que con este trabajo ha recorrido desde 2018 diferentes escenarios del mundo, expresó: “Hay en la obra algunos aspectos personales, algunos que son propios y otros de mi familia; hay algunos, claramente, que corresponden a mi cultura. Pero yo hice este espectáculo donde puedo hablar de estas cosas de una manera donde no tenga que decir cuál es mi experiencia personal de una forma directa; ahora es así, no quiero hablar de mí, de Agnieszka. Quiero hablar de diversas cosas a través de Katie y no de Agnieszka, porque el que propongo es un contexto teatral. De todos modos, hay cosas que son personales en el trabajo, hay cosas que son parte de la herencia familiar”.
El proceso de montaje de la obra se dio a instancias del referido Workcenter de Grotowski y Thomas Richards, bajo la dirección de Mario Biagini, continuadores de esa poética y forma de trabajo. “Había mucho material previo, poemas tradicionales que de todos modos ya no aparecen en su forma original; son sólo fragmentos que son parte del texto de la obra, del mismo modo que las canciones polacas. El proceso de trabajo se dio en el Workcenter, viviendo en Italia, trabajando el texto en inglés y al mismo tiempo viajando por el mundo con otros trabajos. En ese contexto, decidí que la obra sea en inglés más allá de que los cantos conserven su lengua original que es la mía. Hice una traducción de las líricas de los cantos; son canciones tradicionales y cada una de ellas cuenta una historia, muchas son de amores que llegan o se van, y hasta un llamado a Dios que asegura que nada hará feliz a una persona sin amor. Es decir: por un lado está el texto construido y por otro las canciones que en sí mismas ya crean una narrativa”, contó Agnieszka.
Y sumó: “Inicialmente fueron textos de cuatro canciones que junto con los poemas armaron la estructura del espectáculo, los huesos de la obra, a lo que luego se sumaron situaciones, personajes y contextos buscando un sentido. El resultado es una mujer que permanece en un mismo lugar, una mujer que espera en su jardín; por momentos parece estar viviendo cosas que soñó, pasajes de su memoria y de ese enamorado que se fue y al que espera, y también visiones que tampoco está claro si son propias o de otros. Esto crea una poética, porque las cosas que acontecen no son necesariamente correlativas en el arco de tiempo; algunas suceden a las otras y otras son flashbacks de tiempos pasados pero también de algo que podría acontecer en el futuro”.
Finalmente, la actriz volvió sobre algunos de los tópicos que dieron vida a este material donde se exploran cuestiones históricas, sociales y hasta psicológicas desde un ángulo personal y propio. “Los disparadores para este trabajo fueron varios; por un lado tenía esos textos, algunas poesías guardadas con las que me interesaba trabajar, incluso antes de crear esta obra. Por otra parte tenía canciones polacas tradicionales, en su idioma original. Era un momento del Workcenter en el que trabajábamos mucho con canciones tradicionales de origen africano, afrocaribeñas, afroamericanas; una serie de culturas específicas pero muy distintas a la mía. Fue un trabajo hermoso, en el que estaba encontrando algo muy bello, muy alegre, lleno de vida, de una gran plenitud; fue un proceso de trabajo grupal relacionado con lenguas y tradiciones muy lejanas a las mías. Me interesaba muchísimo esa sabiduría, ese conocimiento, pero aparecía la pregunta acerca de qué pasaba con eso si regresaba a mi tierra, al origen, a las semillas de mi propia cultura buscando algo similar. Me preguntaba cuál era el camino a transitar para abordar eso que se aleja de lo personal y es transcultural y al mismo tiempo universal”, planteó la actriz.
Y profundizó a modo de cierre: “En principio, esta fue una de las razones por las cuales empecé a desarrollar este material y se conecta con esos viejos poemas que contaban sueños, deseos y experiencias relacionadas con un gran amor; eran unos textos muy fascinantes: irreales pero al mismo tiempo reales; como pasa en los sueños, parecía que alguien estaba contando algo que había pasado realmente y el desafío era encontrar un modo de contar eso a través de mi cuerpo, mente y alma, ver cómo eso resonaba en mí. El de Katie’s Tales fue un proceso de búsqueda para correrme de cierta extrañeza y acercar esos relatos al espectador, contar una historia un poco más lineal. Por otra parte, vengo de una tierra que sufrió mucho, y yo amo la vida, pero hay mucho sufrimiento que todavía vive en nosotros. Más allá de que pertenecemos a una generación que no vivió la guerra y los desastres, las experiencias de nuestros abuelos, de nuestros antepasados, están en nuestros cuerpos. Tenía y tengo la necesidad de hablar de todo eso, de las cosas horribles que pasaron y siguen pasando”.
Para agendar
Katie’s Tales se presentará con dos únicas funciones, este sábado a las 21 y el domingo a las 20.30, en Espacio Bravo (Catamarca 3624) con capacidad limitada. Las entradas pueden reservarse por WhatsApp al +54 341-6145339 (recomendado) o adquirirse en el teatro media hora antes de cada función.
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